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FOTOS DE ANNUAL

    Aquí podemos identificar perfectamente al monte Abarrán, (dar Uberran) al fondo de la fotografía con la cima verde por los pinos.

Se supone que ha sido tomada desde Izumar -Izummar- pero no lo especifica, el autor la titula Ifkharem, vista del pueblo desde la cima.

 

Anoual - Ifkharen, view from the top of the village

En la imagen de abajo, supongo también que ha sido tomada desde Izumar, el autor la titula como "vista del valle desde las montañas", pero no dice desde que montañas ha sido tomada, es una pena que había neblina como se aprecia en la fotografía, y esta no dejara ver las montañas que hay tras la bruma.

Anoual - View from the mountains. May 2010

En esta otra fotografía, (abajo) vemos lo que parece un parapeto, seguramente no es del 21, quizás de la guerra de avance tras el desastre o "vete tu a saber" parece también tomada desde Izumar, "vista desde las montañas sobre annual" es el título que le ha dado el autor.

 

Anoual - view from the mountains over Anoual. May 2010

 

 

 

MONUMENTO EN MEMORIA DE LA BATALLA -MAARAKAT-.

Continuo mostrando las fotografía obtenidas de la web google maps. Solicito ayuda para identificar la situación exacta.

Vemos que es la carretera que conduce al famoso monolito en recuerdo de la victoria de la harka de Abd el Krim sobre el ejército de Silvestre. El monolito está  emplazado no muy lejos de donde se encontraba la posición de Buymeyan, al norte del monolito por el camino que aquí comienza. Desde este lugar se puede ver las lomas donde se situaba la harka para impedir el abastecimiento a la posición de Igueriben, loma de los árboles, y paralelas.

Anoual - view just before the

Abajo la arboleda que identifica el sitio donde se situa el monolito. Según BLOSCO, del foro del la web el gran capitán, el camino que asciende a la derecha del monolito conduciría a la posición de Buimeyan -Buymeyan-. En cualquier caso esa posición no estaría muy lejos de donde señala Blosco.

Anoual - Road to Khmis, just before the

 

He aquí el famoso monolito, el autor que ha colgado todas estas  imagenes en panoramio para disfrute de todos.

 Anoual - war monument of

¿ES ESTO ISUMMAR / IZUMAR ?

 

  Esto podría ser el paso de Issumar, el autor de la fotografía la ha reseñado como Ifkharem, que a falta de comprobarlo creo que es el pueblo o aldea que se ve a los pies desde donde ha tomado la 2ª fotografía.

Ifkharen/Anoual - view from road Anoual

Se puede distinguir claramente como en la fotografía de arriba surge el supuesto monte Issumar entre el desfiladero y dos montes que hacen de columnas, abajor se ve ya más de cerca.

Ifkharen - mountains

FOTOS ANNUAL

He obtenido estas fotografías de Annual en la web google maps. Espero no se moleste nadie por que las cuelgue en esta página. Las fotografías han sido realizadas por varias personas distintas.

Se trata de identificarlas, de saber a qué corresponden, pues es muy posible que sean los escenarios donde se desarrollaron los hechos, no obstante el fotógrafo no ha tenido la cortesía de dejar muchos datos.

 

Anoual -  harvest season May 2008, view from Anoual road

 

 

Anoual - harvest season 2008

 

Anoual/Ifkharen - view from Anoual. Same location, 2 pictures, different seassons

Esta imagén como se puede ver es la misma tomada en épocas distintas (primavera y comienzos del verano parece) también parece que es un camino que conduce a Izumar, vease el monte mas a la derecha de todo.

 

Anoual/Ifkharen - river and piste-road to Anoual

 

 

 

 

EXPEDIENTE PICASSO (parte 6)

RETIRADA A ARRUI

 

Perplejidad: órdenes de evacuación.

En consecuencia con la decisión adoptada por el general segundo jefe, en el campamento de Drius se previno, a las cuatro de la madrugada del 23, que se iba a abandonar la posición, adoptándose por las distintas fracciones las disposiciones consiguientes a su ejecución; pero atendiendo, fundadamente, a las indicaciones recibidas del Alto Mando, de que queda hecho mérito, a las ocho se dio contraorden en el sentido de permanecer, y últimamente, como a la una y media se decide perentoriamente la evacuación, cediendo, sin duda, a la presión de las circunstancias.

 

Causas determinantes de la retirada.

Manifiesta el capitán de la :t.' mía de Policía de Beni-Said, González Longoria -folio 503 vuelto, que en las primeras horas de la mañana del 23, desde la cabecera Yarf-el-Baax, adonde había regresado en la noche anterior, se puso en comunicación con Dar Drius, donde ya sabía que estaba el general Navarro, participándole que la posición de Axdir Asú había sido ocupada por el enemigo, como asimismo que continuaba éste atacando a Tuguntz; lo que unido a sus manifestaciones de la noche anterior, de considerar desesperada la situación de la cabila y temer su inmediato levantamiento, y conocer después el general el ataque al convoy de Ichtiuen por la llegada de los fugitivos de su escolta, serían todas consideraciones que harán entrar en su ánimo con sobrado fundamento el riesgo de ver comprometidas sus comunicaciones y aconsejar el partido de la inmediata retirada.

 

Ordenes al efecto.

Atento a las órdenes de evacuación, dice el comandante de Intendencia Armijo, jefe del depósitó local de acumulación folio 1.806-, que llegado a Drius el general Navarro, conferenció e insinuó al testigo la posibilidad de que hubiera que abandonar Drius a las cuatro de la madrugada, recomendándole previniera con toda reserva sus elementos para llevarse lo indispensable e inutilizar el depósito sin llamar la atención del enemigo en el caso de que tal determinación se adoptara, procurando no llegara el menor indicio a conocimiento de la tropa, pues la desmoralizaría completamente; dando también el general la orden de que a la citada hora acudiesen todos los camiones y vehículos para recoger y conducir a Batel los numerosos heridos y enfermos existentes en la enfermería. Agrega el testigo que el núcleo de las tropas en retirada terminó de llegar a Drius al oscurecer, y aun durante la noche se siguieron presentando rezagados.

 

Vacilaciones del Mando.

Continúa el testigo -folio 1.806 vuelto- que el general vacilaba entre continuar en Drius o retirarse a Batel; pero él, por su parte, como opinión personal, hubo de exponer la de mantenerse allí, por la mayor capacidad del campamento, disponer de aguada y la gran cantidad de municiones en él existente. A las cuatro el general dijo al testigo que se suspendía la evacuación, en vista de la tranquilidad con que había transcurrido la noche, oyéndose sólo tiros sueltos; siguiendo en la indecisión hasta la una y media, en que el jefe de la circunscripción le previno por teléfono hacer los preparativos de inmediata marcha y, consecutivamente, la orden formal de evacuar; avisándole en este momento el comandante Villar, de la Policía, que ya las tropas estaban en marcha y ardía el campamento, con sorpresa del testigo, que suponía no hubiese empezado aún la evacuación; teniendo que apostarse seguidamente aquel jefe, con los pocos policías que quedaban adictos, hacia la salida del puente del Kert, que el enemigo batía, dirigiendo su fuego sobre las tropas en retirada.

El teniente médico D'Harcourt –folio 1.108- dice que la noche (del 22) pasó sin novedad, y a la mañana siguiente le sorprendio la orden de que se preparase la evacuación del hospital, porque se iba a abandonar la posición, «lo cual no podía esperar». El sargento de San Fernando Martínez Salinas -folio 1.672 vuelto- refleja también esta irresolución, manifestando que a eso de las cuatro de la madrugada llamaron a los sargentos para decirles que se iba a “evacuar la posición”, con objeto de que fuese cargándose la impedimenta; que a las ocho diose contraorden, descargándose los carros (luego había carros).

 

Repliegue de las fuerzas del circuito.

Entretanto iban acogiéndose al campamento las fuerzas replegadas de las posiciones abandonadas del sector. De nueve a diez, agrega dicho testigo, llegaron los restos de la columna de Cheif, que serían en junto de 200 a 300 hombres, a su apreciación, y que venían retirándose escalonadamente con algún tiroteo, y para cuya protección se estableció en batería la eventual ligera en dirección de Cheif y salieron tres escuadrones de Alcántara en su apoyo.

 

Actitud del regimiento de San Fernando.

Sobre el mediodía se dio nueva orden de abandonar la posición, saliendo toda la fuerza en dirección al camino de Batel, quedando sólo en el campamento la de San Fernando, que arengada por el teniente coronel Pérez Ortiz, diciendo “No se abandonará Drius”, acudio a cubrir el parapeto; llegó entonces el general Navarro -agrega-, que dijo al nombrado jefe que las circunstancias exigían el abandono de la posición, por lo que las tropas salieron del campamento en la disposición que explica el testigo respecto de su Cuerpo. En la retirada, manifiesta que tuvieron ya que hacer frente a la agresión del enemigo, y éste asaltaba la casa de Drius. El teniente médico Peña -folio 680 vuelto- confirma que fué conocida en el campamento la resolución de que la columna continuaría su retirada a Batel, 11 si bien parece que la oficialidad de San Fernando hubiese preferido continuar allí su resistencia. Las comunicaciones con Batel -dice al, folio 681- continuaban expeditas, haciéndose la evacuación de heridos en ambulancias y camiones a dicho punto. A las once de la mañana, sin embargo, tuvieron que salir los escuadrones porque el enemigo amenazaba la comunicación, y a la una de la tarde, en conclusión, hubo de disponer el general que se evacuara Drius, operación que se hizo con el mayor orden.

 

Repercusión de la indecisión en Batel.

Esta indecisión y la alternativa acusadas en las prevenciones del campamento se refleja, de igual modo, en las órdenes que se comunicaron a Batel, etapa de transición, relacionadas con el servicio de transportes, a tenor de la declaración del comandante de Ingenieros Fernández Mulero, inspector del servicio –folio 1.454-; pues como se suponía -dice- que escaseara la harina y la cebada, dada la gran concentración de fuerzas en Drius, a petición del jefe de Intendencia marcharon los camiones a Batel para volver cargados al día siguiente, aprovechando el retornar de vacío para transportar heridos y enfermos. Tras contradictorias órdenes dadas a Batel, que se traducen en la carga y descarga alternativa de los artículos que hubieran requerido la subsistencia de las tropas, de haber permanecido en Drius, que la determinación última de replegarse hacía ya innecesaria y que los camiones hubieran debido en su caso conducir, salen estos de vacío a las cuatro de la madrugada para Drius para regresar a las siete conduciendo enfermos y heridos, y aun Traen un nuevo viaje sin novedad.

 

Corte de las comunicaciones y asalto de los convoyes.

A las once se suspende la circulación por estar interceptado ya el camino por el enemigo, y cuando a las doce se considera restablecida por haber salido fuerzas de Alcántara a despejar la carretera y salen algunos camiones para verificar nueva evacuación en Drius, se ven obligados a retroceder a Batel por obstruir el enemigo el paso, no sólo con su fuego, sino barreando materialmente el tránsito. Los camiones que habían quedado en aquel punto cargan a última hora heridos, pero son asaltados en su viaje por el enemigo, que los avería y acuchilla y remata bárbaramente a sus ocupantes.

También manifiesta el teniente coronel de Ceriñola Ros -folio 1.371-, cuando pretendía dirigirse a Drius, el corte de la carretera en el Gan por el enemigo, hacia las once y diez, que hubo de determinar su regreso a Batel con otros camiones que hacían el mismo camino, avisando a su regreso al general Navarro la concentración de fuerzas enemigas en dicho barranco.

El alférez Reig, de Hamuda, herido en la retirada de Cheif y hospitalizado en Drius, dice al folio 1.811 que, evacuado en un camión el mismo

día 23, al llegar al que llamaban río Seco encontró una fuerte aglomeración de moros, incluso a caballo, por la derecha del camino, por lo que se vieron obligados a retroceder hacia Drius, volviéndose antes de llegar a esta posición por advertirles que ya salía la Caballería de Alcántara en su protección, como, en efecto, hizo, destacando flanqueos por derecha e izquierda de la carretera y otro grupo cerrando la marcha. A pesar de ello -sigue diciendo-, el enemigo atacó los camiones, que se adelantaron algo a la fuerza, asaltándolos. y aun acuchillando a algunos de los heridos; que el camión en que iba el testigo fué volcado en la cuneta, y, cogiendo una carabina, se parapetó en él, tirando con el brazo izquierdo, que era el sano, consiguiendo causar bajas al enemigo, que algo le contuvo, dando con ello lugar a la aproximación de la Caballería, que llegó al galope, despejando los flancos del camino. El testigo regresó a pie a Batel, donde fué recogido en un automóvil rápido, que supone fuera el del general Navarro, y último que pasó, pudiendo llegar a Tistutin, donde tiroteaba el enemigo, poco después de las cuatro de la tarde, siguiendo en el mismo a la plaza sin otra novedad.

Por su parte, el comandante de Intendencia Armijo dice -folio 1.807 vuelto- que con los dos camiones en que evacuaba la parte posible del depósito, ocupado el puente por el paso de las tropas, hubo de atravesar el Kert por el cauce para ganar la carretera, y cerca del paso del Gan, los moros apostados extremaban la resistencia al tránsito de los vehículos, que por orden superior se habían adelantado al paso de la columna, y especialmente por dos grupos de Caballería mora que a ambos lados del caminó trataban de cortar el paso a los carruajes, incluso obstruyendo la carretera con una barricada, venciendo todos los cuales obstáculos y el cruce difícil del Gan, el camión del testigo pudo llegar a Batel. Había durante el camino recogido algunos heridos y encontrado los camiones asaltados por los moros con anterioridad, y habiendo rematado a los enfermos y heridos que conducían, y durante todo el trayecto tuvieron que defenderse con su fuego, incluso el testigo, armado de un fusil.

 

Acción de la Caballería de Alcántara.

Dice el capitán Chicote, de Alcántara -folio 1.874 vuelto-, que luego de haber salido con su escuadrón, con apoyo de algún otro, varias veces a proteger el repliegue de las posiciones avanzadas de Drius, hubieron de salir más tarde los escuadrones a despejar el camino de Batel, pues, según noticias, el enemigo atacaba los camiones de evacuados; que el declarante marchaba en vanguardia con su escuadrón, con objeto de asegurar la posición de Uestía, lo que no llegó a efectuar por ocuparla fuerzas de infantería; que siguió avanzando en unión de los demás escuadrones, sosteniendo nutrido fuego con el enemigo, bastante numeroso, que aparecía por todas partes, combatiendo las fuerzas a pie y a caballo, cargando repetidas veces, y que, conseguido el objeto, ordenóse el regreso a Drius, y al llegar a dos kilómetros de dicha posición, el declarante, que por la inversión del movimiento marchaba a retaguardia, recibió orden de dar media vuelta en dirección a Batel y despejar el camino a todo trance; que al primer momento no se explicó la orden; pero a poco pudo ver que ardía Drius y que las fuerzas venían en retirada, en cual trayecto a Batel se presentó mucho enemigo por ambos flancos, batiéndolo los escuadrones, logrando rechazarlo y abrir paso a la columna.

El teniente Bravo, del expresado regimiento -folio 1.380 vuelto-, dice que al dejar la aguada de Drius, en que estaba de servicio, y seguir a la columna en marcha, hubo de prevenírsele se incorporase con su sección a la extrema vanguardia, donde iban los escuadrones duramente hostilizados, desde la salida de Uestía, por ambos flancos, los que hubieron de proteger y cubrir con su activa intervención; y el herrador de este Cuerpo Pavón, según testimonio unido al folio 2.053, refiere la salida rápida de los escuadrones hacia Batel; que al rebasar de Uestía tuvieron que hacer dos de ellos combate a pie, en unión del de ametralladoras, para impedir que el enemigo se corriese en el intento de envolver la columna por aquel lado, prosiguiendo en su función de flanqueo todo el regimiento en demanda del Gan, donde el enemigo cerraba el paso.

 

Marcha de la columna.

En ejecución de la retirada dispuesta, emprenden las fuerzas, sobre las trece, la marcha en dirección a Batel, quedando las compañías rehechas de San Fernando, cubriendo el parapeto para proteger la salida y marchar luego cerrando la retaguardia de la columna como fuerza de Infantería que acusaba mejor consistencia. Convienen las declaraciones en que el general Navarro salió de Drius con sus tropas reformadas, aparentemente en buen orden, si bien su moral, cohesión y temple no se pudiesen considerar muy firmes, como los incidentes de la marcha y su acción luego vienen a acreditar en el curso de la jornada. Recoge a su paso, como queda dicho, las pequeñas guarniciones de Haman y Uestía, sobre la derecha de la carretera, mas dejando sobre la izquierda la de Dar Azugaj, abandonada a sus propios medios, en la suposición de que cubriese aquel flanco. Ya a este tiempo había debido caer Ichtiuen, que con aquel objeto pretendiese también conservar.

Avanzaron sin obstáculo las tropas hasta poco más allá de Uestía, donde empezó el tiroteo, hacia la altura del boquete de Sidi Alf, desde los accidentes que bordean la carretera, teniendo poco después en el trayecto el penoso encuentro de los últimos camiones asaltados que predispuso el mal espíritu y continente de la fuerza, y acreciendo la oposición del enemigo a medida que se aproximaban al río Gan, hubo de alcanzar a su paso la mayor intensidad, haciendo preciso el empleo de la artillería, que se estableció sobre la misma carretera, obligando a adoptar otras disposiciones defensivas y a hacer intervenir la Caballería de Alcántara, merced a cuya decidida y esforzada acción pudo ser abierto paso a la columna y proseguir ésta la marcha a Batel, aunque perdiendo su formación y continente.

 

Desorganización de la columna en el paso del Gan.

Vino, con efecto, esta dura refriega a desbaratar la inconsistente organización de la columna; pues, en consecuencia del conjunto de las declaraciones –folios 834, 1.094, 1.515, 1.460, 1.249 vuelto y 1.674-, dedúcese que echándose las fuerzas sobre la derecha, fuera de la carretera, por la ocupación de ésta, y buscando el resguardo de ella contra el vivo fuego que se hacía por la izquierda; amontonándose, primero, sufriendo muchas bajas en tal disposición, y cruzando luego el cauce del río Gan precipitada y desordenadamente, a la carretera cuyo badén se expresa, formar recodos que aumentaban la dificultad del paso, quedaron descompuestas las unidades, prontas en su falta de firmeza a la desmoralización, que, perdiendo la compostura y orden de marcha, mezcláronse y confundiéronse los elementos en forma tal , que fué ya imposible de todo punto para en adelante, en el curso de la turbulenta retirada, reconstituir sus desconcertados elementos, llegando a Batel en completa confusión a la caída de la tarde este aglomerado de gente, no asistido ciertamente el Mando del concurso, no en mucha, sino de la mayor parte de la oficialidad. En este acosado paso del Gan se perdieron una pieza de la batería ligera y dos de montaña, aparte de ametralladoras, armamento y otros elementos de la deshecha columna.

 

Referencias sobre la marcha de la columna.

Dice el teniente de Artillería Gómez López -folio 834-, aunque sin acuerdo exacto en las horas, que a las tres de la tarde se emprendio la retirada de Drius: “salió primero toda la Caballería, y después los camiones con municiones y muchos heridos, enfermos y despeados; marchaban a continuación varias compañías de Infantería y la batería eventual, a las que seguía, a bastante distancia, el general Navarro con su Estado Mayor, a la cabeza del grueso de la columna; seguía a éstos el testigo, con su batería -primera de montaña- y a continuación el resto de la fuerza, cerrando la retaguardia el regimiento de San Fernando, consiguiendo que tras algún ligero obstáculo y transitoria desviación, las tropas fueran entrando en la carretera, marchando en buen orden , empezando a poco a ser tiroteados por el enemigo desde muy corta distancia, al que se contestaba sobre la marcha. Que después empezaron a encontrar los camiones de heridos asaltados, tal como queda referido; que los muertos y heridos que la columna iba encontrando y sufriendo en su marcha eran recogidos y cargados en los mulos y armones, a pesar de la resistencia pasiva de la tropa a recoger los muertos, que hizo imponerse al general Navarro advirtiendo que mientras quedara un cadáver no pasaría la columna, requiriendo para ello la cooperación de los oficiales, que tuvieron, pistola en mano, que obligar a la tropa a recogerlos; pero que llegó un momento en que los mulos no pudieron con más, por lo que los heridos los tiraban al suelo para montarse ellos, fingiéndose algunos heridos para montar y cortando otros las cinchas de las cargas para subirse ellos.

Todos estos hechos -manifiesta- desmoralizaron y desordenaron la columna. En esto se llegó a la proximidad del Gan e hizo alto la vanguardia, y la batería eventual, asentada en la carretera, abrió el fuego contra el enemigo que se mostraba por el flanco izquierdo, pero la aglomeración de gente que la rodeaba le dificultaba el tiro. Acentuó el enemigo el fuego al hacer alto la columna, por lo que dispuso el general Navarro que se formasen guerrillas para abrir paso. Dio la orden al capitán Sáinz, de Estado Mayor, saliendo bajo su mando algunos soldados a formarlas, aunque no sin protesta, pues decían “que fueran con ellos sus oficiales” quienes continuaron en la carretera protegiéndose entre los mulos contra el fuego enemigo. En esta forma pudo organizarse una guerrilla por la izquierda; el capitán de Artillería Blanco intentó sacar a los referidos oficiales, y, no consiguiéndolo, formó él solo otra guerrilla, que dirigió hacia la izquierda también. El referido capitán hasta entonces llevaba su batería completa y ordenada, pero al marchar con la guerrilla tiraron algunas cargas y se desorganizó un poco... El testigo afirma que tiene seguridad de que las compañías donde ocurrió esto que narra no eran de San Fernando, ni cree que de Africa, entendiendo eran de Ceriñola. Tiene entendido -agrega- que en la retaguardia, que cubría el regimiento de San Fernando, se formaron también guerrillas. La vanguardia extrema, que llevaba la Caballería de Alcántara, sostuvo verdaderos combates y logró abrir paso a la columna: ambos Cuerpos llevaban el mando de sus jefes propios -cosa natural-, que al advertirla el testigo, inclina a deducir consecuencias suspicaces respecto de los otros.

Al disminuir la hostilidad, estas heterogéneas guerrillas, constituidas por los más decididos, clases e individuos mezclados de diferentes Cuerpos, pudieron replegarse al grueso de la columna y continuarse la marcha. Al llegar el testigo a su batería encontró que mucha gente se acogía entre les mulos, aguardando la primera ocasión de montarse en ellos bajo pretexto de herida o enfermedad, haciéndose cargo de que se habían perdido dos cañones con todas sus cargas, pues para montar en aquéllos las habían tirado a tierra... Al pasar el río v aumentarse el fuego, se desplegaron en guerrilla dos compañías, mandada, una, por un alférez,

y otra, por un capitán.

El capitán del regimiento de Melilla, Almansa -folio r.o94 vuelto-, queda manifestado cómo tomó puesto en la columna de evacuación en el punto inicial de marcha, en el Puente del Kert. Esto mismo corrobora el teniente Méndez Vigo -folio '.515-, diciendo que a la salida del campamento estaba el capitán de Estado Mayor Sánchez Monje señalando orden para efectuarla, y aun cree recordar que también el capitán Sainz; pues aunque el teniente Bernárdez dice -folio 1.460- que viera salir del campamento, sin concierto alguno, unidades de diversas armas, siguiendo su movimiento y llegando al puente del Kert, punto en el cual aguardaron para entrar en la columna «sin que advirtiese que nadie diera prevenciones oportunas», queda desvirtuado el aserto por las anteriores manifestaciones, su misma espera y ser natural y consiguiente que no se descuidase principio tan elemental tratándose de un contingente de tropas de cierta cuenta, aunque alguna precipitación se imprimiera luego, como asevera el capitán Almansa -folio 1.095-, al proseguir su narración, que dice fué atravesada su fuerza por una unidad a lomo, no sabe de qué Cuerpo, y otra montada de Artillería, a las que tuvo que dejar paso. Manifiesta el referido capitán que al emprender el movimiento vio que ardía la posición de Drius; que a los dos o tres kilómetros de ella empezaron a ser tiroteados, y al llegar a la zauia del Hach Amar arreció el fuego, siendo contestado por la columna que iba flanqueada a distancia por la Caballería y por guerrillas de Infantería más de cerca; que al pasar por algunos parajes muy batidos, la columna se desviaba, saliendo de la carretera, y en estos movimientos «hechos al paso ligero», empezaron a mezclarse y desordenarse las unidades, aunque no por completo. Que en esta forma, y bajo el fuego enemigo, llegaron al río Gan, que estaba seco y es de un paso muy difícil, haciendo la carretera un zigzag, dificultad que fué aprovechaba por los moros para concentrar allí su esfuerzo, lo que contribuyó a desconcertar por completo la fuerza, mezclándose y confundiéndose las unidades. Agrega que ni en el paso del Gan, ni en momento alguno de la marcha, recibió órdenes del Mando para efectuarla, aserto que, de no contraerse a esta primera parte de la marcha, se contradeciría con lo que luego manifiesta al decir de las que recibiera en justificación de su inexplicable fuga, con la parte de sus fuerzas, cual se relatará a su tiempo.

 

Del río Gan a Batel, prosigue diciendo, decreció el fuego, llegando a este punto al caer el sol, pero reconociendo que el estado de confusión de la columna hacía de todo punto imposible cualquier intento de reorganización, y que él, como uno de tantos, iba arrastrado en el tropel. En parecidos términos reseña el teniente Bernárdez -4folio t.46o- el curso de la marcha, manifestando que al llegar al Gan, unas compañías, “al parecer en buen orden, trataban de contener al enemigo, rodilla en tierra, por haber alcanzado el fuego su mayor intensidad, mientras que las demás se desviaban a la derecha para resguardarse en el terraplén de la carretera y cruzar el río a la carrera”, lo que desorganizó por completo la columna, llegando a Batel, donde estuvieron detenidas algún tiempo, descansando los individuos como media hora, y tratóse de reorganizar las unidades.

En forma análoga se produce el teniente Méndez Vigo -folio 1.515-, relatando la marcha de la columna bajo el creciente fuego del enemigo, recogiendo al paso las guarniciones de 'llaman y Uestía, que la flanquearon por su lado derecho y alcanzando el fuego su mayor intensidad en el paso del Gan, donde hubieron de desviarse a la derecha para cubrirse de él; que cree el testigo obedeciera «a lo batido que estaba el puente, y buscando el resguardo del terraplén de la carretera, cruzándose el cauce con bastante aceleración, que introdujo el desorden en la columna, mezclándose las unidades», encontrando, al llegar a Batel, al recontar la gente de su compañía, que faltaban ocho o diez hombres y una ametralladora, que se perdio en el paso el río.

Análogamente se expresan el alférez de Ceriñola Guedea -folio 1.249 vuelto- y el sargento de San Fernando Martínez Salinas, cuyo regimiento cerraba la retaguardia; dice, al folio 1.674, que en buen orden llegaron hasta el Gan, encontrándose en el camino bastantes cargas de municiones de artillería abandonadas, carros, impedimenta y ambulancias llenas de muertos; que en el río habían sido atacadas las fuerzas que le precedían por fuego procedente de la izquierda, lo que determinó desviarse a la derecha, la cual desviación tomó también la retaguardia, echándose fuera de la carretera, y en el paso del río toda la fuerza se hizo una masa, en la que el enemigo causó abundantes bajas. El general, con el teniente coronel Pérez Ortiz, de su Cuerpo, como a medio kilómetro del río, trate de reorganizar estas tropas de retaguardia, pues los que precedían habían llegado ya a Batel. Del Cuerpo del testigo -dice- se pudieron reunir como fuerza de tres compañías, “aunque sin organización”, porque lo que faltaba correspondía a bastantes bajas y a otra gente «que, con apresuramiento, habían adelantado ya hasta Batel». Y en este punto,-dice- quedaron algunas fuerzas, viéndose a las demás seguir a Tistutin.

En similares términos se expresan infinidad de testigos, cuyos relatos sería prolijo resumir, mereciendo sólo mencionarse el del artillero del regimiento mixto Cesáreo García Milia -atestado 107-, que dice que de su batería -quinta- no llegó a Batel ningún cañón y sólo alguna carga, siguiendo el capitán -Blanco- con los restos de la batería, montados dos o tres en cada mulo, y otros a pie, llegando a Arruí a media noche.

 

Actos reprobables y de desmoralización de la retirada.

Corroboran el estado predisponente de las tropas a la desbandada, y su latente descomposición moral, algunos hechos que importa recoger. Bajo este aspecto, dice el teniente de Artillería Vidal Cuadras –folio 1.494-, que después de llegar a Drius e incorporar su escasa fuerza restante al Parque móvil, emprendio el regreso a la plaza en un camión, en unión de otros carruajes, y por más que recomendó al mecánico que no se adelantase, siguiendo en pos de éstos, dejó atrás a la columna, que salía de Drius ordenadamente, “aunque algunos soldados asaltaban los vehículos”; y entre otros accidentes que detalla, en cuanto al espectáculo de la carretera, cuenta el lastimoso estado en que encontrara al teniente don Ismael Ros, de la columna de Cheiif, que, evacuado, herido, sufrió en el asalto de las ambulancias por los moros hasta veintiocho heridas de arma blanca, dejándole por muerto, y al que hubo de acomodar en una camioneta de Ingenieros.

Dicho oficial relata sus sufrimientos y de las quejas que formulara por el impío abandono en que fuera dejado por algunos vehículos, a su paso por la carretera, desoyendo sus súplicas, es de advertir fué pasado el tanto correspondiente a la Comandancia general en 26 de agosto del año anterior, a los efectos de justicia que fueran procedentes, por haber sido este acuerdo anterior al mandato de la Real orden telegráfica de 6 de Septiembre siguiente.

El comandante de Ingenieros Fernández Mulero dice al " folio 1.454 vuelto de su declaración, que los camiones que habían quedado en Drius se cargaron a última hora con heridos y enfermos; pero a poco de salir, “como ya las fuerzas iban en retirada muy desordenada”, asaltaron los camiones, montándose hasta setenta hombres en algunos, por lo que volcaron, se le partieron los bastidores o se atascaron, siendo abandonados cuando en su marcha reciban el fuego de los moros, y por fin, prescindiendo de ellos cuando los vieron inútiles: hechos deplorables que conoce y relata el testigo por referencias del sargento Melón, conductor del coche del general Navarro, que con ellos salió a última hora ( O sea que Navarro iba en coche).

Cuenta Juana Martínez López, cantinera de Batel -folio 495 vuelto- que el día 23 de julio, después de mediodía, vio pasar numerosas tropas en desorden, que huían hacia la plaza, algunos hombres sin armamentos, y todos destrozados o desnudos; también iba Caballería de Alcántara, el quinto escuadrón y otros, mezclados, y mulos de Artillería. Pasaron en el Batel hasta que a la caída de la tarde aumentó la afluencia de fugitivos; por lo que todos emprendieron la huida hacia Monte Arrui, refiriendo los demás pormenores de la suya, hasta lograr acogerse a esta posición, con vivo relato.

El vecino de Arruí, Verdú -folio 1.718- dice que el expresado día 23 llegaban muchos askaris de la Policía con sus armas, a los que el capitán Carrasco, que la noche antes -consigna- había asumido el mando de la posición, dejaba marchar sin recogerles dichas armas, hecho que al declarante extrañó, atendido a la conducta que estas fuerzas habían observado, haciendo en su mayoría defección. Al mediodía -continua- pasó hacia la plaza un tren abarrotado de fuerzas, casi todas de Regulares, y algunos vagones de heridos... Desde la misma estación vieron venir la Caballería de dichas fuerzas, que venía con algún desorden. Después empezaron a pasar de todas procedencias tropas peninsulares en el estado más lastimoso, en completa desbandada, agotados y despeados en su mayoría las que no traían armas.

 

Dejan a Batel las fuerzas de tránsito.

Prosiguiendo el comandante de Ingenieros Fernández Mulero el relato de los sucesos, dice al folio 1.455 de su declaración que permanecía en Batel aguardando la aproximación de la columna, con los camiones llenos de heridos y enfermos y de la corta población civil de la localidad, recogida, y mientras tanto, como iba llegando gente suelta que se adelantaba al grueso de la retirada y esparcía la alarma con las noticias cada vez más terroríficas que daban, el pánico cundía, y los moros que ocupaban las jaimas próximas se marcharon y los de la Policía que guarnecían la torreta de Usaga y un grupo que subió a reforzarlos desertaban, viéndose ya al enemigo por las alturas haciendo fuego sobre la posición, aumentando el terror de aquella gente, determinó el testigo marchar con los camiones, como habían hecho todas las fuerzas de tránsito, quedando únicamente la pequeña guarnición.

 

Desaparición de Alcántara como unidad orgánica.

Siguiendo la marcha ulterior de los castigados escuadrones de Alcántara, dice el teniente Bravo -folio 1.380 vuelto- que llegado al río Seco y cesado el fuego, continuó a Batel como a las dos de la tarde, reuniéndose el escuadrón, al que el jefe de la posición mandó seguir a Tistutin, en donde, dijo, recibiría instrucciones del coronel de Africa, que allí debía hallarse; pero no encontrando a nadie al llegar a este, punto, y viendo que el enemigo, agolpándose por ambos flancos, hizo una descarga y se corría con ánimo de cortar el paso en unas casas del llano de El Garet, salieron desplegados y a buen paso en demanda de Arruí, donde el coronel de Africa, allí estante, mandó se uniese el escuadrón a una columna de tránsito para la plaza, de ganado de Artillería, carruajes y mulos y personal de Intendencia para acompañarlos en su marcha a Melilla, debiendo el escuadrón quedar en Zeluán, como efectuó, llegando a la Alcazaba al oscurecer: si bien sea de advertir que el precitado coronel, cual más adelante se consigna, manifiesta al folio 313 vuelto de su declaración que la expresada fuerza de Caballería se marchara a Zeluán contraviniendo su orden.

El soldado del quinto escuadrón Florentino Moreno, en atestado 138, dice que después de las cargas que dieran en el paso del Gan, «mientras resistió el ganado»», siguieron unos 25 caballos con el alférez Souza hasta Zeluán, adonde también llegaron al oscurecer. El soldado Rafael Chaves, del segundo escuadrón - folio 1 .913 vuelto y. atestado número 158- consigna que en las cargas que dieron en el camino para abrir paso a la columna, algunos hombres de su escuadrón, por pérdida del caballo, quedaron desmontados, por lo que hubieron de marchar incorporados a las tropas que se retiraban o solos, quedando rezagados, separándose del escuadrón, en tanto que éste, con la gente que aun restaba montada, pudo seguir prestando el servicio de protección y llegar sus residuos también a Zeluán al anochecer; incorporándose después los rezagados de a pie y quedando algunos en las posiciones del camino como Arrui.

El herrador Pavón, en testimonio obrante al folio 2 .053, dice que llegados a Batel, donde pudieron dar agua y reponer municiones, siguieron a Tistutin, donde quedó el testigo con ¡estos del quinto y segundo escuadrones, alojando en un almacén de esparto en unión de la batería ligera y haciendo, servicio ordinario de parapeto basta la salida para Arruí, cuya ejecución relata, entendiendo que del regimiento llegarían de So a 6º hombres solamente.

El coronel de este regimiento, D. Emilio Fernández Pérez -folio 499- después de reseñar las acciones del regimiento -con algún error de concepto, explicable por lo reciente de su mando en la época de la declaración, 2 de septiembre-, manifiesta que las cargas fueron continuas desde Drius a Batel, sitio a que llegaron los escuadrones diezmados, y los que quedaron, extenuados de cansancio; que permanecieron allí con los restos de la columna del general Navarro, hasta que éste dispuso el repliegue sobre Monte Arruí. Ya los escuadrones habían perdido su organización -agrega-, resultando un aglomerado de fuerzas más que una unidad definitiva, y en esta disposición, la mayoría de ella se retiró a Zeluán, constituyendo indudablemente el mayor núcleo de los restos del regimiento, con los residuos del escuadrón de ametralladoras, en tanto que aparecen en Arruí los tres jefes, el capitán del precitado escuadrón de ametralladoras y lo que restase de los otros; reputando la actuación total del regimiento como gloriosa, cumpliendo con el más alto deber de la Caballería de sacrificarse para salvar los otros institutos del Ejército y el honor de las Armas.

 

 

BATEL.-TISTUTIN

 

Incertidumbre de las truenes que diera el Mando.

No se colige qué disposiciones pudieran ser dictadas al llegar la desecha columna a Batel, faltando la información de los principales jefes; pero juzgando por la resultancia de los hechos, desde este punto todo queda envuelto en absoluta confusión y como sustraído a la acción del Mando y obedeciendo sólo las determinaciones a impulsos del momento, a iniciativas aisladas ajenas a todo concierto y unidad de dirección, como rotos los resortes de toda autoridad, que por completo aparece borrada. Puede aseverarse, por la manifestación del soldado del regimiento de Ceriñola Pérez Moriones -folio 1.09i vuelto-, que a la llegada a Batel de las fuerzas de Intendencia en retirada a la plaza, a eso de las 14:30, la pequeña fuerza que guarnecía el fortín de Usuga la abandonaba y se acogía a la posición, que ya era hostilizada, como consignado queda por la declaración del comandante de Ingenieros Fernández Mulero –folio 1.455-; que la Policía mandada para reforzar este puesto hacía defección, y el enemigo, desde las alturas, abría el fuego.

 

Disposiciones conocidas del general Navarro.

El teniente de Artillería Gómez López dice al folio 836 de su declaración que un kilómetro antes de llegar a Batel el general mandó hacer alto a la columna a fin de que fuese reconocida en el recelo de que pudiera estar ocupada por el enemigo; pero que esta orden fué desatendida por individuos montados, que corriendo se encaminaban a la posición y debieron ser reducidos

con extremo rigor por el testigo, la cual posición, sigue diciendo al folio 836 vuelto, era muy combatida por el enemigo desde las alturas que la dominaban y desde unas chumberas próximas, y la Policía enviada para desalojarlo de allí, haciendo causa común con él, volvió el fuego también contra las tropas. El general, al llegar a Batel, dice que reunió a toda la oficialidad con objeto de darle instrucciones; pero cuyo alcance ni objeto precisa, aunque asentando de hecho que «se dio la orden de que una parte de la columna quedara en Batel y la mayoría de ella siguiera hasta Tistutin, quizá por no caber en aquella posición».

 

 

Posición de Batel.

Con efecto, Batel, con arreglo a la descripción del teniente de Intendencia Nieto -folio 963 vuelto-, estaba circuida pon un parapeto que constituía toda su defensa, de unos cuatrocientos metros de perímetro, interrumpido en algunos trozos el contorno defensivo por construcciones que se habían ido adosando al mismo; componiendo su guarnición últimamente, como toda protección, cuarenta fusiles de la compañía provisional del regimiento de Africa al mando del capitán Bermudo, jefe de la posición, y una sección de 27 policías al del teniente Pinilla.

Radicaba en la posición la sección destacada de la compañía automóvil de Intendencia del mando del referido testigo, como etapa de transición de transportes. El agua de la posición era salobre, por lo que la potable era llevada de Melilla para los abastecimientos que reseña el testigo, como la de Tistutin. Según el estado de fuerza de la Comandancia general, se encontraban también en esta posición el teniente coronel de Africa D. José Piqueras y el capitán ayudante del mismo Cuerpo D. José de la Lama; pero ello era eventual, pues habían llegado en la misma mañana del 23, a tenor de la declaración del coronel Jiménez Arroyo, de dicho regimiento -folio 312.

 

Posición de Tistutin.

Y en cuanto a Tistutin, según declaración del mismo testigo teniente Nieto -folio 964-, consistía la posición en una cerca de piedra entre la carretera y el ferrocarril, de menores dimensiones que la de Batel. Por toda guarnición tenía una sección de zo hombres, al mando del teniente D. Francisco Moreno, según el repetido estado de la Comandancia, aun cuando era cabeza de ferrocarril y depósito de acumulación de Intendencia. Pero según manifestación del soldado de Africa Tortosa -atestado número 178-, de la precitada compañía provisional, el destacamento de Tistutin estaba a cargo de un sargento, así como dice que en el fortín de Usuga se encontraba el teniente Barceló.

A tenor de las declaraciones del teniente Bernárdez -folio 1.476-, y los soldados Alaejos -folio 1.431-, la posición de Tistutin la encontraron abandonada a su paso, como las cantinas situadas a la derecha de ellas. Inducción de los propósitos del Mando. Parece en resolución inducirse que las órdenes del general Navarro pudieran haberse dirigido a distribuir las fuerzas entre las dos próximas posiciones que se dejan expresadas aun reconocida la insuficiencia de su capacidad, pues que en adelante nadie da razón de las órdenes en virtud de las cuales se prosiguen los desordenados movimientos de la columna, que apartada de todo mando va quedando disgregada en los puntos del camino hasta la plaza. Ateniéndose, por consiguiente, a los hechos acreditados y siguiendo en su declaración al teniente Gómez López, resulta que fraccionándose las fuerzas de la columna sin guardar diferenciación de unidades, como repetidos atestados de individuos acreditan, continuó en el mayor número hacia Tistutin, sin cabida en su recinto, aparte sin ningún valor defensivo, para contener el golpe de gente que a la posición se dirigiera.

 

Disgregación de las fuerzas.

En consecuencia de ello, ocupadas las alturas sobre Tistutin por los policías desafectos y cabileños, que tiroteaban la posición, al llegar allí la masa de fuerza se introdujo nueva perturbación, determinando el fraccionamiento de ella, carente por completo de gobierno, el mayor grupo optó por seguir a Monte Arruí por propio impulso, pues como dice el teniente médico Peña explícitamente -folio 682 vuelto-, como el fuego enemigo continuaba con intensidad y no llegando órdenes de mando, “decidieron continuar la marchan a dicho punto; y agrega el teniente de Artillería Gómez López en su repetida declaración -folio 836 vuelto- que su capitán y él fueron a la posición en la idea de recabar órdenes; pero que no pudieron obtenerlas por reinar una gran confusión dentro de ella, ni encontraron ya en su sitio al salir a la batería que con la otra de montaña, siguiendo a la columna en marcha adelantaban hacia Arruí, diciéndoles que el general marchaba a la cabeza de la columna y que iba toda ella; pero la gente, presa del pánico, daba sus informes con grande incoherencia, y los oficiales buscaban inútilmente al general en medio de aquella baraúnda. Los testigos, en suma, no aciertan a explicar ni disciernen las órdenes que en este sentido pudieran haber mediado.

 

Acogida de fuerzas desorganizadas de Arrui.

Siguiendo, pues, a Monte Arruí, encontraron las fuerzas al llegar a dicha posición, en la misma luctuosa noche que la Policía, sublevada y adueñada del poblado, las recibía a tiros. Acogida empero a la posición buena parte de ellas por propio movimiento, dice el repetido testigo teniente Gómez López –folio 837 vuelto-, que sólo allí pudieron juntar su gente a eso de las once de la noche y recontarla -dice-, «reorganizarse», pero esto parece excesivo eufemismo, reuniendo casi todos los hombres y parte del ganado, «pero ninguna carga, sucediendo lo propio en todas las unidades montadas, y en vista de que en su batería quedaban más de roo hombres y 70 armas de fuego, de las que había ido recogiendo por el camino, decidieron formar una unidad de fusiles para contribuir a la defensa de la posición, haciendo lo propio las demás unidades, en cuanto pueda darse este nombre a las agrupaciones que aún conservaran cierta agregación, ya que no apariencia orgánica.

El teniente de Policía Miralles -folio 28i- dice que llegado a Batel a las seis de la tarde, en virtud de órdenes del comandante Villar y acompañado de otros oficiales y algunos sargentos, cabos y ordenanzas, se dirigieron a Tistutin a fin de “recoger” la Caballería indígena; que traducido en su recto sentido quiere decir que dicha Caballería se desmandó y huyó, no conociéndose a cuál fuerza determinada se refiera. Mas en la que fuese, manifiesta que les fué imposible pasar por la carretera a causa del fuego que a corta distancia les hicieron los moradores apostados en la vía férrea y lomas que aquélla dominan, impidiendo el paso; que marchando entonces por la falda de Usuga para aproximarse a Tistutin, por el otro lado, al llegar a la altura de este campamento, las tropas que allí había, tomándolos por enemigos, les hicieron también fuego, y como al mismo tiempo lo hacían desde las cumbres del Usuga los indígenas levantados, tuvieron que retirarse a galope en dirección a Monte Arruí; que al llegar a dicha posición, a eso de las nueve de la noche, encontró el poblado ocupado por el enemigo y el reducto mantenido por nuestras tropas, que mutuamente se tiroteaban, no pudiendo por este motivo entrar en la posición, y en resolución, que tras algunos incidentes, el testigo siguió a Zeluán, adonde llegó a la una de la madrugada, de entender que solo, por no hacer nueva referencia de la fuerza que buscaba ni acompañantes.

El teniente médico Peña -folio 682- manifiesta que después de alguna parada en Batel, en el cual campamento entró parte de la fuerza de vanguardia y el resto quedó fuera, «se ordenó continuar a Tistutin»; que al pasar por unas jaimas que hay en el camino sufrieron fuego intenso, que dijeron ser hecho por la misma Policía desertada, y al llegar a Tistutin encontró que el enemigo atacaba la posición, y esto dio lugar a que se dividieran las fuerzas de la columna que hasta allí habían adelantado, haciendo una parte de la que iba en vanguardia un rodeo hacía la derecha, tras un cercado, y encaminándose las demás por el otro lado de la vía; éstas -dice-fueron a parar al campamento, según cree, mientras que las anteriores llegaron a unos depósitos cerca del mismo y allí se detuvieron; como el fuego del enemigo continuara y no tuvieran otras indicaciones, continuaron la marcha a Monte Arruí, contestando a la agresión aislada y espontáneamente algunas fracciones, pues no cree el testigo lo hicieran obedeciendo órdenes de mando. Consigna que en el paso de los montes camino de Arruí, continuó el fuego enemigo, que fué decayendo hasta cesar; que fuerzas de San Fernando desplegaron guerrillas de flanqueo, y con un improvisado grupo de oficiales y soldados en mulos constituyóse la vanguardia, y para evitar quedaran rezagados se puso de extrema retaguardia a la gente que quedaba montada.

Esta marcha-entiende-la hacia la mitad próximamente de la columna, habiendo quedado el resto en Batel a inmediación del general y en Tistutin. Al llegar a Arruí manifiesta que fueron recibidos a tiros desde el poblado, hasta que por medio de cornetas lograron comunicar con la posición, subiendo entonces a ella.

 

Actos vituperables de la oficialidad.

No se hizo este desmoronamiento de las fuerzas y de la autoridad del Mando sin evidenciar con nuevos actos el grave quebranto de la moral y el decaído espíritu de la oficialidad, con escándalo de su conducta.

Dice el soldado del regimiento de Africa y destacamento de Batel Domingo Tortosa, ya antes citado en el atestado núm. 178, que el 23 por la tarde, llegó a la posición el general Navarro, muy desorganizada su fuerza, «oyendo» que éste reprendía severamente a varios oficiales y se, mostraba muy disgustado. Vió que el general llegó a pegar con el bastón que llevaba a un teniente -no sabe el Arma ni el Cuerpo a que pertenecía porque iba con otros muchos- sin estrellas ni emblemas, oyéndole gritar al mismo tiempo: «No quiero agua; soy viejo; que se marche el que quiera...», pudiendo dar esto alguna idea de la dispersión que se siguiera de estas tropas, poseídas de la desmoralización y el pánico, ante los que se debió considerar impotente el Mando para atajar su profunda descomposición.

Refiere también el teniente Gómez López -folio 837- que en esta retirada se registraron algunos actos muy censurables de oficiales y muchos de tropa. Cita un oficial que, alegando que estaba herido, le pidio le dejase montar a la grupa, de su caballo, proponiéndole, cuando lo efectuó, que pues aquél era bueno, podían escapar y hallárse en media hora en Melilla, «adonde tiene entendido se dirigieron muchos, en lugar de quedar en Monte Arrui, y es exacto ; que ante tal proposición, el testigo le echó al suelo; sin Poder citar nombres, por manifestar conocía pocos oficiales en la plaza, fuera de los de su Arma. Otros oficiales confirmase arrancaban las divisas, las gorras y hasta las polainas, para que no se conociera su condición.

 

ARRUI

Refuerzo de su guarnición.

La guarnición de Monte Arruí estaba reducida, en los momentos críticos de los sucesos que se examinan, a pesar de su importancia como punto de apoyo de la línea general de comunicación, a una sección de 30 fusiles de la segunda compañía provisional del regimiento de Ceriñola, al mando del teniente D. Antonio García Fernández, fuerza que relevara a la sexta del tercer batallón del Cuerpo, que antes cubriera su destacamento. Enviado el coronel del regimiento de Africa, Jiménez Arroyo, en la mañana del 23, a Batel -pues aun cuando le incumbía el mando de la circunscripción de Telatza había permanecido en la plaza-, para recibir instrucciones del general Navarro, esperándolo en Batel, según los términos de su propia declaración y aviso que recibiera -folios 312 y 403-, instrucciones que se limita a demandar y a recibir por teléfono, dicho sea de paso; quedó en aquella zona, aunque muy pasajeramente, organizando las evacuaciones de fracciones, como de dispersos, que venían del frente, y en vista de tan exigua y a todas luces insuficiente guarnición, aun cuando la idea del general dice -había sido que todo el ganado sobrante de Artillería y alguna Caballería quedase en Batel, habiendo hecho presente su cantidad, las condiciones en que venía la gente, si no desmoralizada muy extenuada, y sin que la posición ofreciese, por otra parte, el necesario resguardo, por las malas condiciones de seguridad como de escasa guarnición, determinóse continuara a Arruí, que se prestaba a mejor defensa.

Al constituirse el expresado jefe en Monte Arruí se encontró con que la fuerza de Caballería, en vez de cumplimentar la orden, había marchado a Zeluán, quedando sólo el ganado de Artillería y algunos soldados de distintas Armas y Cuerpos. Apeando a viva fuerza de los camiones en que venía a la gente que se había amparado de ellos, manifiesta que pudo a duras penas reunir unos aoo hombres de todas las Armas y Cuerpos, que agregar a la reducida guarnición.

 

 

Constitución de un destacamento de Artillería.

Por su parte, dice el capitán de Artillería Ruano -folio 1.230 vuelto- que llegado con el expresado grupo de ganado a Arruí a las cuatro de la tarde, mandó el coronel Jiménez Arroyo, de primera intención, que se quedasen todos con el ganado que llevaban; pero habiendo hecho observar el estorbo que constituía aquel número de cabezas y la atención de su alimentación, el corto número de armas y municiones que la gente traía y el consumo necesario de víveres que los inermes exigirían, de tener que formalizarse la defensa de la posición, decidiose al fin que quedasen solamente cien artilleros armados, con un capitán y dos subalternos, recogiéndoles todas las armas y municiones, y continuando el resto la marcha a la plaza con sólo 15 carabinas y unos cargadores para su defensa, de haber sido precisa; emprendieron, pues, la marcha a las siete, y aun cuando el coronel Jiménez Arroyo manifestó al testigo que pensaba quedarse en Monte Arruí, así como el capitán Cárrasco, sin que les conste el motivo del cambio de determinación tomado, antes de llegar a Zeluán les adelantó el automóvil del precitado jefe, en el que venía éste y el susodicho capitán Carrasco, el que les dijo que detrás venía su Policía, entendiendo fuera para proteger su marcha, en virtud de hacerla desarmados; por más que -dice el testigo- no vió sino cuatro hombres, que pasaron de largo. Al cabo, el expresado grupo hubo de llegar a la plaza (Melilla) a las cinco y media de la madrugada del día 24 .

De esta forma vino a ser reforzada la guarnición de Arrui y a asumir el mando de la posición el capitán de las expresadas fuerzas de Artillería, D. Manuel Bandín; fuerza que, sumada a la gente que a la noche se acogiera a ella, compondrían unos 1.500 hombres -folio 838.

 

Defección de la 6ª mía de Policía.

Debe hacerse notar que en Arruí tenía su cabecera la 6ª mía de la Policía del Garet, del mando del precitado capitán Carrasco; pero éste, a tenor de las declaraciones del teniente médico Peña -folio 683-, marchó con el coronel Arroyo a la plaza -si bien es lo cierto que quedó en Zeluán, jurisdicción de la 2ª mía, asumiendo el mando de la Alcazaba, donde halló muerte -antes de que se hubiese sublevado la mía; que, al ver su marcha, empezó a disparar contra el campamento; y en cuanto a la fuerza de su mando a que hiciera alusión, al emparejar con el capitán Ruano, y éste cita en su declaración en son de poder proteger la retirada de la gente desarmada de Artillería, es de entender fuera el resto de la sección montada de su mía, que se le había dispersado al teniente Rivera, de la 7ª, a quien el capitán Carrasco le encargó tomara el mando y la condujera a Zeluán, donde le esperase, puesto que él iría allí en automóvil, desentendiéndose de su mando –folio 1.223- ; siguiendo su camino el expresado oficial Rivera, consiguientemente, sólo con sus ordenanzas, que serían los que vió Ruano.

 

Estancia del general Navarro en Batel.

Había quedado, en consecuencia, en Batel el general Navarro con la parte de fuerzas que a su lado se mantuvo después de la primera segregación de las que se fraccionaran y marcharan a Tistutin y Arruí y hasta algunas evadiéndose a la plaza, y en dicha posición permaneció hasta el día 27 de julio.

 

Grado de disgregación de las fuerzas.

En Batel, dice el soldado de San Fernando Asensio -folio 1.512-, quedarían unos 700 hombres, mezclados y de todas procedencias; pues, como consigna el testigo en demostración de la disolución de las unidades, él continuó allí con el teniente coronel Pérez Ortiz y unos 15 ó 20 hombres de su compañía al mando del teniente Hoces, siguiendo su capitán con otros soldados de ella hacia Arrui; manifestando que allí estuvieron tres o cuatro días molestados por algún tiroteo, y por haberse inutilizado la bomba del pozo y carecer por consiguiente de agua, dispuso el general trasladarse a Tistutin, siendo muy hostilizados durante la marcha y sufriendo bajas. En Tistutin -agrega- encontraron unos 400 hombres; allí permanecieron tiroteados, aunque sin tener bajas, hasta que, agotado el depósito de agua, salieron en la noche del 28 para Arruí.

Dicho cálculo de las fuerzas atribuidas al general Navarro lo confirma también el soldado de Africa Manuel González -atestado número 133-, con lo demás que se sigue respecto a la marcha ulterior a Arruí.

El soldado de Ceriñola Palacios -atestado 177- dice que salió, de Drius con la compañía de ametralladoras del segundo batallón, mandada ésta por un sargento, y que no obstante el fuego del Gan, la unidad llegó a Batel con todo su material; que allí quedó él con la mitad de la compañía, y como de ella resultaba el más caracterizado un cabo, le asignaron para su mando a un oficial de su regimiento; habiendo seguido el sargento con el resto de la compañía hacia Monte Arrui; reproduciendo las mismas manifestaciones del anterior en cuanto a la marcha subsiguiente hasta dicho punto.

El soldado Lóriz, del resto de la compañía de Melilla que salió en vanguardia de Cheif, dice que se quedó en Batel con el sargento del tren de su regimiento y dos cabos, y el resto siguió su marcha.

El soldado cabo de San Fernando -folio 1.668- manifiesta que al llegar a Batel se trató de agrupar las fuerzas de Infantería, pero la sed que sufría la tropa y el comenzar en aquel punto a tirotearlos el enemigo, hizo que cundiera el desorden, y parte de la fuerza se disolvió mientras otros quedaban haciendo fuego... El declarante, con otra parte de ella marchó a Tistutin y después a Arruí, donde un toque de corneta de “alto el fuego y llamada” que oyeron con la contraseña de Africa les animó a entrar; pero el enemigo rompió el fuego, determinando un nuevo desorden y la marcha de parte de la fuerza de Zeluán, con la que se fue el testigo. Las cuales citas, pudieran continuarse en demostración del grado de descomposición de las fuerzas, perdido todo vestigio de organización, facilitando la inteligencia de los hechos que se siguen.

 

Situación de Batel.

Dice el intérprete de la 6ª mía de Policía, Alcaide, destacado en Batel -folio 1.282 vuelto-, que en la mañana del 23 pasaron grupos sueltos de Caballería de Alcántara, y por la tarde, muy avanzada ésta, llegó la columna del general Navarro en aparente orden -a juicio del testigo-, deteniéndose parte a pernoctar en la posición y continuando el resto a Tistutin. Que el 24 mantenía su hostilidad el enemigo no muy eficazmente; escaseaban los víveres, aun cuando de algunos artículos, como de harina, había existencias, faltando también el agua, que sólo podían extraer con dificultad de un mozo, si bien de calidad salobre.

En esta forma continuaron hasta el día 25 que se trató de dar agua al ganado en el pozo número 2 de Tistutin, como a un kilómetro y medio de distancia. No pudo, empero, efectuarse porque lo impidio el enemigo con su fuego, lo mismo desde el llano que desde los montes; y el testigo, que había sido encargado de llevar unos heridos a la inmediata estación del ferrocarril, comoquiera que la fuerza de Policía que había salido a hacer la aguada tuviese que replegarse a Batel, él, por su parte, tuvo que refugiarse en la referida posición de Tistutin.

Con este motivo proporciona algunos antecedentes de ella, manifestando, al folio 1.283, que las fuerzas allí recogidas se distribuyeron la defensa en la forma que someramente indica, y de sus imprecisos datos se desprende que bahía, entre otras, fuerzas de Ingenieros, mandadas por los capitanes Aguirre y Arenas, que tomaron parte muy activa en la defensa.

El coronel de Ingenieros, comandante principal, López Pozas, al folio 1.132, dice que el capitán Arenas, perteneciente a la compañía de Telégrafos de la red, por la causa incidental que relata quedó en Tistutin; después de haber organizado la defensa de esta posición, que fué sostenida varios días, al pasar por allí las fuerzas del general Navarro en retirada reunió los residuos de las unidades de Ingenieros, formando con ellas un núcleo, en unión de otros elementos agregados de Infantería, cuyo mando tomó para cubrir, a solicitud propia, la extrema retaguardia de la retirada, y en este cometido, un kilómetro antes de llegar a Monte Arruí, tuvo glorioso fin, siendo muerto por el enemigo ;y a los folios 863 y 1.140, repetida, se incluye la carta a que en su declaración se contrae dicho jefe, en la cual, el capitán Aguirre, que la escribe, prisionero en el campo de Alhucemas, hace referencia a la conducta heroica del referido Arenas, que es debido revelar en merecido elogio de su memoria. Detalle de dicha carta, que también debe ser tomada nota, es que, a costa de esfuerzos y peligros, fué posible encontrar la ansiada comunicación óptica con Monte Arruí.

 

Se repliega el general Navarro de Batel a Tistutin y ulteriormente a Arruit.

Sigue diciendo el intérprete Alcaide que el día 27, obligado a salir de Batel el general Navarro por avería del mecanismo de la bomba, privándoles del agua, se trasladó a Tistutin, adonde llegó hacia las dos de la tarde, muy hostilizado en su marcha, como en la nueva posición, y en ésta permaneció hasta la noche del 28, que, apurado por igual falta de agua, decidio continuar a Arruí, aun cuando el testigo entiende que de otros elementos había para resistir aún dos o tres días más, la cual falta de agua corrobora la carta antes citada «haciendo necesaria la retirada»; siendo de advertir, en cuanto a la apreciación de Alcaide respecto a la duración probable de ciertos elementos, que en Tistutin radicaba un depósito de acumulación de Intendencia, si bien con arreglo al oficio de la Comandancia general, del folio 416, no sea conocido el movimiento de víveres posterior al día 20 de julio, cuya existencia acredita el estado que la acompaña.

 

Sugiere el Alto Comisario la retirada a Arrui.

Atento, sin embargo, a lo que dice el teniente de Artillería Gómez López -folio 839- y el teniente médico Peña en su declaración del folio 683 vuelto, estando los testigos en Arruí se recibió un heliograma del Alto Comisario, sin citar día, para que el general procure replegarse a Arruí, el cual despacho le fue transmitido con mucha dificultad, y, al hacerlo, se le daba cuenta además de la situación de aquella posición y se le recomendaba que tratase de llegar al amanecer para que pudiera ser reconocido desde ella.

 

Duro trance de la retirada .

En orden a esto, o causa determinante que fuese, el general Navarro salió de Tistutin con sus fuerzas a las dos de la madrugada del 29 de julio. Relata el testigo, Alcaide, al folio 1.302, las disposiciones tomadas para la retirada y curso de la misma, ordenadamente emprendida, llevando sus heridos y las tres piezas restantes de la batería ligera y cerrando la retaguardia la unidad mixta de Ingenieros e Infantería de los capitanes Arenas y Aguirre.

Hostilizada la columna en su marcha, se fué acentuando el fuego del enemigo, apercibido en el camino a medida que clareaba el día y se daba cuenta de su disposición. Como a kilómetro y medio de Arruí se presentó un fuerte contingente indígena; la Policía que marchaba en cabeza de la columna se replegó a los costados en ademán de combatir, escapando, al cabo, en dirección al enemigo, que arremetía contra la retaguardia en la finca que llaman “Las Artes” teniendo que hacerse gran esfuerzo para entrar en la posición por el numeroso enemigo allí concentrado y el intenso fuego que hacía desde las casas del poblado, que había aspillerado, y desde los taludes de la vía férrea, ocasionando muchas bajas y el desconcierto de la columna.

 

Manifiesta la carta de que antes queda hecho mérito que la compañía mixta de Arenas estuvo hasta el último momento en Tistutin, y afirma su autor que salió casi mezclada con los moros, y que todo fué bien hasta el edificio de «La Colonizadora», haciendo fuego por descargas y conteniendo el empuje de la acometida; a partir de dicho punto, el enemigo aumentó mucho, acosando la retirada, y desertando la Policía, contribuyó a introducir la confusión; agotadas al propio tiempo las municiones, la misma confusión y el crecido número de bajas que se sufría no permitió que llegasen a tiempo las que se mandaron de refuerzo, batiéndose la retaguardia a la desesperada hasta sucumbir el capitán Arenas.

Pérdida de la batería ligera.

En la apretada refriega, y en el desorden y apresuramiento con que las fuerzas hubieran de buscar refugio en la posición, quedaron abandonadas y perdidas las tres piezas de la batería ligera, que prontamente el enemigo volvió y asestó contra la posición; siendo el hecho más sensible de este trance, según dice el teniente de Artillería Gómez López -folio 839-, que el teniente de la batería eventual, aleccionado con la experiencia de anteriores trayectos de la retirada, había recabado permiso para quitar los cierres a las piezas por si hubiese que abandonarlas, haciéndolo así; pero poco antes de llegar a Arruí recibió orden terminante de volver a colocarlos; y comoquiera que hacia este tiempo se produjo la deserción de la Policía, redoblándose la acometida contra la retaguardia, causándola crecido número de bajas, concluyeron por desorganizarse los elementos de la columna, entrando arrollados en la posición, dejándolo todo abandonado y quedando las piezas a medio kilómetro de ella. Al llegar a la misma y reorganizarse un poco las fuerzas de Artillería -continúa diciendo el testigo- varios oficiales del Arma pidieron permiso para salir a recoger las piezas, pues las tenían unos 30 ó 40 metros en aquellos instantes, y se ofrecía para ello mucha gente voluntaria para inutilizarlas e impedir que disparasen contra la posición; pero no se estimó del caso concederlo, exponiéndose a nuevos riesgos. El soldado de San Fernando Asensio dice -folio I.512-, atento a la pérdida de las piezas, que los artilleros montaron en los caballos y las abandonaron sin inutilizarlas.

 

Dispersión de la columna de Cheif.

Así como la fracción principal de fuerzas del general Navarro queda repartida, aunque sin guardar distinción de unidades, y escalonada en las posiciones de Batel, Tistutin y Monte Arruí, un grupo diferenciado de ellas, se separa del conjunto, se sustrae al Mando, abandona el teatro de la acción y emprende la marcha hacia la plaza, y diseminando y abandonando sus elementos por el camino, llega en la mañana del 24 con sólo reliquias de su primitivo contingente. Las fuerzas del regimiento de Melilla sirven de núcleo a este agregado informe; pero en él se advierten vestigios de otras que proceden de Azib de Midar -teniente Calomarde, de San Fernando y de Izumar-, alférez Guedea, de Ceriñola, aparte otros residuos que pudieran integrarlos.

 

Marcha de Batel a Tistutin y Arrui.

Reanudando la relación desde el punto en que la mayor fracción de la columna del general Navarro se separa de él en Batel para repartirse entre las posiciones del camino, dice el capitán del regimiento de Melilla Almansa -folio 1.095 vuelto- que descansaron en dicho campamento una media hora, y desde el interior del mismo oyó que fuera de él arengaban a las fuerzas; y entonces se dio cuenta de que éstas empezaban a salir del campamento en el mismo revuelto tropel en que habían llegado, tomando hacia la derecha, fuera de la carretera, en dirección a Tistutin, porque el enemigo, al que se había sumado la Policía, les hostilizaba fuertemente. Este fuego era irregularmente contestado por pequeños grupos eventualmente reunidos por algún oficial, puesto que las unidades -dice- ya no existan. Así llegaron a Tistutin al anochecer; parte de la fuerza entró en el campamento y el resto quedó fuera de él, abrigándose tras las casas del poblado del fuego que desde el monte les hacían los moros. El testigo manifiesta que dentro del campamento entró en una tienda a descansar un poco, y seguidamente se dio cuenta de que todas las fuerzas reanudaban la marcha en dirección a Monte Arruí, haciendo la salida desde Tistutin bajo un intenso fuego del enemigo.

A un kilómetro de Tistutin cesó la hostilidad, y con ligero tiroteo llegaron a Monte Arruí próximamente a las nueve o nueve y media de la noche; la columna se detuvo en la carretera, y el testigo, atendiendo las órdenes que en nombre del general le diera un «individuo», para él incógnito, en el sentido de que siguiera la columna, «pues el campamento,

según expresión del desconocido, estaba ocupado por el enemigo, y aquello era una emboscada», continuaron la marcha, sin que el enemigo les hostilizara hasta llegar a Zeluán, a eso de las once de la noche...

El teniente Méndez Vigo, de esta primitiva agrupación de fuerzas, dice, al folio 1.515 vuelto, que después de detenerse en Batel quince o veinte minutos, emprendieron la marcha, yendo la fuerza del testigo en cabeza, a su modo de ver, “ignorando quién diera la orden de salida, aunque supone emanara del general, puesto que allí estaba”; que al llegar a Tistutin hicieron un nuevo alto, reanudando la marcha hacia Arrui, un poco después, sin que se sepa tampoco quién la ordenara; manifestando que al salir de Tistutin, y hasta unos dos kilómetros, sufrieron bastante fuego, y después disparos sueltos, y que al llegar a Arrui", de diez a once de la noche, por la anterior circunstancia de haber sufrido el insistente tiroteo, la oscuridad y el cansancio, se produjo aún mayor alargamiento y confusión en la fuerza. Refiere, asimismo, y en parecidos términos del anterior testigo, las inexplicables y extrañas órdenes de continuar la marcha, la cual prosíguese hasta Zeluán, donde hacen un alto.

El teniente Bernárdez, de la misma agrupación, dice, al folio 1.460 vuelto, que llegaron a Batel , donde el testigo ya no vio fuerzas peninsulares, y estuvieron detenidos algún tiempo, oyendo nutrido tiroteo, que no sabe de quién procedía, si de la vanguardia o de la Policía que estaba en el campamento.

Prosigue, al folio 1.475 vuelto, manifestando que las fuerzas se dividieron, entrando en el campamento una parte de ellas y quedando fuera el resto, que no cabía en él, descansando la gente algún tiempo. Los Cuerpos, dentro y fuera del campamento, se hallaban confundidos, y en esta disposición, y sin que sepa el testigo por qué orden o motivo, continuaron la marcha, siendo ya el anochecer, en dirección a Tistutin, en cuyo camino, y desde unas chumberas, los tiroteó el enemigo y los policías que se le habían unido, obligándolos a cierto rodeo para cubrirse del mismo, entrando por las cantinas, determinando esto nueva división de la fuerza. Detuvieronse como media hora, y al cabo de este tiempo, y sin que el testigo sepa por orden de quién, se pusieron nuevamente las fuerzas en marcha, estimando que de los Seo hombres que saldrían de Cheif, quedarían al salir de Batel unos 200 y nueve mulos de ametralladoras, de las que aún quedaban tres máquinas. En Arruí sufrieron alguna agresión, y, encajonados en la columna, siguieron el movimiento de ésta, que se puso en marcha obedeciendo órdenes imperativas de que “siga la columna” , sin que en la oscuridad de la noche pudiera discernir quién las diera , llegando a Zeluán con muy poco fuego.

El teniente de San Fernando Calomarde -folio 1.344 vuelto- se produce en términos análogos, manifestando que no se dio cuenta de que se dictaran órdenes; pero como viera reanudar la marcha a fuerzas de Infantería que iban delante, revueltas y confundidas las unidades e individuos de todas Armas, siguió el movimiento iniciado por aquel tropel, y con su escasa fuerza al lado, llegó a Monte Arruí a eso de las once de la noche, donde reinaba una espantosa confusión en el desconcierto de toques de corneta y órdenes incoherentes de mando; mas, viendo que algunas fuerzas que les precedían en la marcha emprendían ésta, siguió tras ellas, viendo luego en Nador que eran del regimiento de Melilla.

El alférez de Ceriñola Guedea manifiesta -folio 1.249 vuelto- que en Batel vió al general Navarro , «quien los mandaba continuar a Tistutin», como hicieron, continuando la marcha, « ignorando en virtud de qué órdenes -entendiendo, de no argüir contradicción que se refiera a las consecutivas de sus jefes-, pues, embebido en la columna, seguía la dirección de las demás fuerzas de su regimiento».

Siguieron la marcha hacia Arruí, también batidos en el trayecto por el fuego vivo de los moros que venían de ambos lados, causando bajas y dando lugar a que la confusión se aumentase, compenetrándose los elementos de la columna y cogiendo los mulos para los heridos, enfermos y despeados, que agotados por el cansancio se echaban al suelo diciendo que no podían continuar. A las nueve de la noche llegaron a Monte Arruí, a cuya proximidad, y para saber si estaba o no ocupado por nuestras fuerzas, se tocó la contraseña de Ceriñola y la de San Fernando, contestando, pero sin distinguir lo que fuera. Al entrar en el poblado se sintió un vivo fuego por descargas, especialmente hacia la aguada, donde sedienta acudía la gente para saciar su sed. Ya en este punto, el testigo no vio a su teniente coronel, Marina, y habiendo dado “un capitán” la orden de que continuara marchando la columna, el testigo, cón su gente, siguió encajonado en ella, si bien ya no eran todos los soldados que la componían en un principio, por haber sufrido bajas en el camino. Hasta llegar a Zeluán fueron menos hostilizados; y en este punto, el testigo, agotado por completo, manifiesta que cayó al suelo, siendo recogido por dos soldados de su sección, que le llevaron en un mulo hasta Nador.

 

Prosigue la marcha la fuerza desde Arrui a Zeluán.

Queda, pues, esta agrupación heterogénea, y puede decirse que sin mando, en marcha maquinal hacia Zeluán, sin otro norte que ganar la plaza y ajena a cuantos sucesos se desarrollaban en el campo de acción de su general. Prosiguiendo

tan extraña relación, dice el capitán Almansa, cabeza visible de este grupo -folio 1.096 vuelto-, que en virtud de la orden que entendiera en Arrui de continuar la columna , siguió la marcha, ya sin hostilidad, hasta llegar a Zeluán a eso de las once de la noche, y que al cruzar el río de este nombre bebieron hombres y ganado. El testigo, rodeado de sus oficiales y de tropa de su regimiento, pero sin ordenar y revuelta con la de otros Cuerpos, «resultó en vanguardia»; por lo que para no entorpecer el paso de las demás fuerzas que venían detrás -esto es, puntualizando de las que él supuso gratuitamente ser vanguardia y seguirle-, adelantó algo y dio descanso en la carretera en espera de que se incorporase el resto de las imaginarias fuerzas por entender se detendrían también a beber. Estuvo aguardando junto al poblado más de dos horas, y al ver que aquéllas no venían , destacó al teniente Méndez Vigo a informarse, y en virtud de las incongruentes referencias que le trajera, emprendio de nuevo la marcha, en la cual determinación le corrobora otro mandato inesperado, de parte también del general, de continuar a Nador, sin distinguir quién lo transmitiera, por ser la noche oscura -por más que el 19 fuera Luna llena -y en suma, prosiguió a Nador, «y como empezase a amanecer se dio cuenta de que el grueso de la columna no los seguía, viendo únicamente un grupo como de unos Soo hombres, bastante ganado, dos carros de municiones»; agregando Guedea que con doce o catorce oficiales de distintos Cuerpos, bajo la conducta del capitán Almansa, el más caracterizado -folio 1.250.

El teniente Méndez Vigo confirma en todas sus partes los términos de la anterior declaración -folio 1.516-, reconociendo, empero, que la noche no era oscura; como también lo corrobora el teniente Bernárdez al folio 1.477. Este grupo de fuerzas es visto por el sargento Martínez, de San Fernando -folio 1.675-, que en un carro regresaba a Melilla, al pasar por la aguada de Monte Arruí, diciendo que la parte de la columna que sin entrar en Monte Arruí seguía la marcha fué duramente hostilizada a su paso, sufriendo muchas bajas, especialmente en los que bajaban a beber; que esto lo conoce por las referencias de los que con él iban en el carro; pues él, por su parte, al recobrarse del accidente que sufrió, vio que este tropel, que se dirigía a la plaza, lo mandaba un capitán a caballo, que él supuso de Ceriñola, añadiendo que con la gente mezclada de diferentes Cuerpos, que dice, bajaban tres oficiales, uno de ellos recuerda de Ceriñola.

 

Ordenes que dice recibir la fuerza de Nador.

Al llegar a la estación de Nador (sigue diciendo el capitán Almansa ) -folio 1 .097 vuelto-, en la madrugada del 24, mandó dejar los enfermos y heridos para ser conducidos en el tren a la plaza y los demás siguieron hacia los cuarteles de la Brigada disciplinaria, encontrando en la carretera al teniente coronel jefe de ella, a quien se presentó, recibiendo de este jefe la orden de ponerse a su disposición con todas las fuerzas que traía para la defensa del poblado; mas, luego, dice, que recibió nueva orden de seguir escoltando un convoy de armamento y municiones de dicha unidad y de vecindario rezagado que se dirigía a Melilla, como efectuó, sin ser molestado en el camino.

El teniente coronel de la brigada, Comandante militar del cantón, examinando respecto a este particular, dice al folio 1.585 que sólo recuerda que en la expresada mañana se le presentó un oficial a caballo, seguido de un pequeño grupo de fuerza a pie, como de 40 hombres, los cuales le expuso venir agotados física y moralmente; que dispuso en consecuencia se situasen a inmediación de una de las dependencias de acuartelamiento; del Cuerpo y que se les diese algo con que reparar la extenuación y la fatiga de que daban señales, y que cuando ya fué de día no volvió a ver al oficial ni a su tropa, calculando que se habrían ido a Melilla, sin recordar el declarante si se le presentó a él en despedida; que como a todas las fuerzas que llegaban de tránsito y podía las hacía detener para contribuir a la defensa del cantón, no duda por ello que lo hicieran con, las de referencia, mandándolas detener en el sitio que indicó; pero que no puede precisar si, volviendo de este acuerdo, le diera órdenes de retirarse y continuar a la plaza escoltando el convoy, que el capitán Almansa dice, de paisanos fugitivos y armamento de la brigada, el cual, con efecto, se formó; «y cabe en lo posible que para darle escolta hubiera dispuesto el declarante que el capitán Almansa y sus fuerzas fuesen los encargados de este servicio, sin poderlo, como antes digo, afirmar ni negar, de manera categórica».

Tras del cual rodeo y reticencia cabe presumir -dice este juzgado, en demostración del ambiente de contemporización e indulgente disimulo reinante en el territorio- se encubra la idea de que el capitán Almansa se fuera con su corta y agotada gente sin tomar la venia del comandante militar, eludiendo el compromiso de la eventual defensa para que fuese requerido, dada la retorsión de las manifestaciones de dicho jefe.

En resolución: llegaren, al cabo, a Melilla los residuos de dicha confusa agrupación de gente en la referida mañana del 24, y por lo que se refiere a las procedentes del Cheif, conforme a la declaración del propio capitán Almansa -folio r.o98-, e información del regimiento -folio 1.026-, se incorporaron al Cuerpo de la primitiva columna de cinco compañías, con tren regimental, un capitán, dos tenientes, tres alféreces, tres cabos y 28 soldados, con una ametralladora, cuatro mosquetones, tres fusiles y cuatro mulos; desperdigado y perdido todo lo demás en la apretada marcha de 75 kilómetros efectuada, sin descanso, desde las diez de la mañana del 23, que próximamente salieron de Cheif, a las nueve del 24 entraron en su cuartel.

De esta inconcebible marcha se pasó por separado oportuno testimonia al General en jefe, en 23 de Noviembre último -folio 1.745 vuelto.

 

MONTE ARRUI.

El teniente Gómez López relata en su declaración -folio 838- las vicisitudes de Monte Arrui desde que las fuerzas separadas del general Navarro arribaron a la posición la noche del 23, exponiendo desde luego los apuros que se ofrecieron para hacer las aguadas; y así, dice que el día 25 se pudo hacer en alguna medida, aunque con dificultad y a costa de muchas bajas, abriendo una brecha en el parapeto para sacar los carros-cubas, de los que sólo pudieron llenar dos de agua casi impotable, de la que correspondio un vaso por individuo. El día 26, en vista de que no había pan, se ofrecieron dos sargentos con 30 6 4a individuos, todos voluntarios,  para registrar las casas del poblado en busca de víveres, la cual partida, desalojando a los policías que le ocupaban, si no pudieron traer cantidad de víveres, que ya los moros habían saqueado, traían diversos efectos aprovechables y en ocasión unos cuarenta cerdos, efectuando estas salidas a diario, trayendo los posibles artículos que encontraban, desalojando y hostigando a los moros apostados en las casas, matando a algunos y recogiendo sus armamentos, de forma que, cual dice el testigo, la aguada se regularizó, aunque con 14 o 15 bajas periódicas, y la tropa reaccionó algún tanto, contribuyendo a ello la esperanza del próximo auxilio y heliogramas de felicitación que la dirigía el Alto Comisario, la cual esperanza alentaba especialmente a los médicos, en espera de elementos de curación, de que se carecía en absoluto, habiéndose presentado la infección por consecuencia de la cual morían los heridos. A los hechos arrestados y dignos de señalarse de dicha contraguerrilla, por su rareza y salvo el voluntario ofrecimiento del suboficial García Bernal, en Annual -folio 1.577-, en el general estado de apocamiento de los ánimos, hace relación el soldado del regimiento de Africa Palomares, en atestado número 153, diciendo que durante, su estancia en Arruí vio que el sargento de su Cuerpo González Rastreco estaba siempre fuera del parapeto, y con los soldados que voluntariamente se ofrecían iba a las casas del poblado a recoger víveres y desalojar de ellas a los moros, y a la aguada, hasta que fué herido en la cabeza de una pedrada el día que llegó el general Navarro con su columna, agregando que los moros unas veces les tiraban y otras se -acercaban con la pretensión de venderles tabaco y pan de cebada, no permitiéndoles acercarse al parapeto, pero prohibían hacer fuego sobre ellos.

 

El enemigo asesta la artillería cogida contra la posición.

Prosiguiendo el teniente Gómez López su relato, dice que desde el momento que el enemigo se apoderó de las piezas, al entrar en la posición el general Navarro, comenzó el fuego de cañón contra ella, disparando 120 granadas, que les hicieron unos 30 muertos, entre ellos bajas significadas, y desde este día continuó el fuego, cambiando de asentamiento las piezas cada diez o doce disparos, causando numerosas bajas, deprimiendo los primeros días el ánimo de las tropas, hasta que reaccionó por el hábito del fuego.

 

Repartición de la defensa.

A tenor de lo que manifiestan los soldados de Ceriñola Palacios y Alvarez Villa -atestados números 177 y 173-, una vez reunidas las fuerzas de la columna de Arruí se repartió entre ellas los sectores para la defensa, quedando colocadas a partir de la derecha de la entrada en el orden de Melilla, Africa, Ingenieros, Ceriñola, San Fernando, Caballería y Artillería, que cerraba por la izquierda, si bien en las estimaciones de fuerza que en general consignan los testigos no se aproximan al número de víctimas que en el contorno de la posición han sido luego encontradas, superiores a su apreciación. Sin embargo, el soldado Ildefonso García, de Ceriñola -información del Cuerpo-, dice que se reunieron unos 3.000 hombres, cifra no muy lejos de la aproximación.

 

Penalidades de la defensa.

Sigue diciendo el teniente Gómez –folio 840-que el frente ocupado por la Caballería y la Artillería y la sección de Ceriñola de la posición, que tenía próximos, a unos veinte metros, los edificios de las abandonadas cantinas, que ocupaba el enemigo, era el preferente de sus ataques y arrojaba continuamente granadas de mano, dinamita y piedras, causando muchas bajas y haciendo que la tropa tuviese

que estar continuamente en el parapeto, en el que logaron abrir una brecha con el cañón y por la que intentaron varias veces el ataque, que fué rechazado al arma blanca. Las demás tropas de Infantería e ingenieros estaban encargadas de hacer la aguada, sufriendo en ella muchas bajas, que algún día llegaron hasta 70. El agua era escasa y poco potable; los alimentos, carne de mulo y caballo, sin nada para aderezarla, pues día hubo que se careció de agua para guisarla. El general y los oficiales hacían esfuerzos sobrehumanos animando a la tropa, no descansando un instante el primero, aun después de estar herido, como sucedía a todos, pues oficiales y soldados heridos no desamparaban el parapeto, rivalizando todos en el cumplimiento de su deber.

 

Vicisitudes del asedio.

También el teniente médico Peña habla en su atestado -folio 785- de las dificultades de la diaria aguada bajo la protección de fuerzas, enumerando las bajas de oficiales que ello produjo, así como de las excursiones de los voluntarios en el poblado, así para abastecer de víveres como para actuar eficazmente de contraguerrilla o contrapaco, como los denomina; refiriendo -folio 786- que era llevadera la situación de Arruí hasta la llegada del general Navarro con su columna, pues a partir de este día se acrecentó la hostilidad del enemigo, muy principalmente debido a la pérdida de la artillería, atribuyendo el intento de recuperarla a las fuerzas de San Fernando, y enalteciendo el comportamiento de estas fuerzas en la defensa, como las de Artillería e ingenieros, en contraste con el de los otros Cuerpos de Infantería, que califica de deficiente.

Agrega que el enemigo trató de acercarse a la posición enarbolando bandera blanca, y a su favor intentar un asalto, como denunciara el avance cauteloso de los primeros grupos, y en su vista la guarnición rompió el fuego contra ellos. Ampliando el testigo sus manifestaciones en declaración del folio 684, dice que al entrar el general Navarro en la posición llevaba un gran número de heridos, a los que el testigo se dedicó a atender; que al cabo de una hora el enemigo empezó a disparar con las piezas cogidas, causando destrozos al tercer cañonazo en la parte del parapeto que ocupaba San Fernando, lo cual fué estímulo poderoso para que se adoptaran nuevos medios de defensa contra este medio de ataque, reparando el parapeto con los escasos medios de que disponían; que el cañoneo aumentaba en intensidad, pero sin que las granadas llegasen a hacer explosión, por lo cual se colocaron oficiales con gemelos para que mediante un toque de corneta se avisasen los disparos y la gente pudiera resguardarse. Mas el enemigo fué perfeccionando la graduación de la espoleta y asentación de las piezas hasta situarla y dirigir el tiro a tres sectores de la posición, uno dominando la aguada, otro en el puente y otro al lado opuesto. Las aguadas -manifiesta- eran algunos días fáciles, aprovechando las negociaciones que se seguían con los jefes de las cabilas; pero otros, a costa de mucho fuego y muchas bajas, y a veces escasa, llegando en ocasiones a hacerse materialmente imposible. Algunos individuos, atormentados por la sed, saltaban el parapeto, sin que faltara la vigilancia, y lograban evadirse o caían bajo el fuego enemigo; los dos últimos días no hubo manera de hacer aguada. Reconoce que la moral de la tropa era buena, a pesar de las circunstancias, ratificándose en cuanto a su mayor elevación de parte de San Fernando, Artillería e Ingenieros, y hace mención de las más significadas bajas que el asedio de la posición produjo, aseverando que los destrozos de la artillería iban siendo cada vez mayores, particularizándose en la enfermería -que era enfilada por la puerta desde la aguada-, donde mataron a casi todos los sanitarios, complicando la situación de los cuatrocientos a quinientos heridos que en ella se hallaban, careciéndose de medios terapéuticos para cuidarlos, causa  de muerte de muchos.

 

Curso de los sucesos.

El intérprete Alcaide -folio 1.303-, conviniendo en las anteriores manifestaciones, dice que encerrados en la posición, el enemigo, a cubierto en las casas, los atacaba incesantemente; que las aguadas, fáciles al principio, costaban al final un combate diario, aun cuando no había que recorrer más que 300 o 400 metros para llegar a ella; apunta lo ya consignado respecto al fuego de artillería del enemigo, el número de disparos, que calcula en unos 400 hasta el día de la capitulación, como su creciente eficacia y destrozos y bajas que producían; resguardo a que acudían, echándose la gente al suelo al sonar el punto de corneta de aviso, o poniéndose a cubierto tras las edificaciones, pues carecían de herramientas para construir otras defensas, dado que los pocos útiles de que se disponía se empleaban en abrir zanjas para enterrar a los muertos, por dentro y arrimado al parapeto, donde el terreno lo permitía. Los caballos que morían de sed o alcanzados por los proyectiles eran arrastrados, aunque con peligro, fuera de la posición en la dirección más frecuente de los vientos... El general Navarro atendía todas las necesidades y era él el alma de la defensa dando confianza y ejemplo a los demás con la serenidad de su ánimo, y las fuerzas, aunque agotadas por el cansancio, la falta de alimentación y la de agua y diezmadas por el fuego enemigo, se condujeron con el mejor espíritu, no obstante que no se hallaban por completo convencidos de la llegada de los socorros que creían pudieran serles enviados al ver las señales del Atalayón y de los lejanos barcos, que por las distancias no sabían interpretar. Enumera las principales bajas sufridas, incluso su herida, que le llevó dos dedos de la mano derecha, y confirma que la enfermería era un lugar muy batido, muriendo tres de los cuatro sanitarios que en ella había y quedando destrozado el material, por lo que se hizo mayor la falta de elementos de asistencia que se sentía y que originó la muerte de muchos heridos, que de disponer de elementos se hubieran salvado. Había –dice- de continuo un centenar de heridos que se renovaba a diario con nuevas bajas, y muriendo por término medio unos 25 heridos cada día.

 

 

Dificultades y peligros de la aguada.

La aguada era operación verdaderamente peligrosa, a juzgar por las manifestaciones unánimes de los testigos, y aunque no muy claras en casos, como varias citas podrán demostrar, su resumen, aun a riesgo de extremar la prolijidad, dan idea de cómo se desenvolvían los días del asedio y la tesitura versátil en que se mantenían los moros, permitiendo inducir al verdadero rigor del cerco, que, a juzgar por los hechos, se particularizaba en estorbar la aguada. Ya dice de manera general el intérprete Alcaide, y queda consignado -atestado 36-, que las aguadas se hacían a viva fuerza con muchas bajas, retirándose los heridos con mucha dificultad. El soldado de Ceriñola Palacios -atestado 197- dice que para hacer la aguada salían diariamente dos compañías para proteger el servicio, y cuando ocupaban el sitio designado salían los hombres desarmados por agua, saliendo sucesivamente por regimientos, y a costa de muchas bajas pudieron hacer el servicio, excepto los dos o tres últimos días, que lo numeroso del enemigo concentrado lo impidio; que en los últimos días del asedio, que no pudieron salir a la aguada y que se estaba en tratos con el enemigo, se acercaban algunos moros a venderles agua y tabaco.

El soldado del mismo regimiento Agustín Sosa -información del Cuerpo- dice que para batir la aguada los moros construyeron una trinchera en que, parapetados, tiraban contra los que intentaban ir por agua, llevándose a los que caían heridos; que como la necesidad apretaba, dispuso el general -supone el deponente que esto fuera el 31 de julio -que saliesen una compañía de Ceriñola y otra de San Fernando a proteger la aguada, las cuales ocuparon las trincheras y las casas inmediatas y así pudieron hacer la aguada algunos días, al cabo de los cuales hicieron los moros otra trinchera en el mismo río y ya no pudieron ir por agua, pues

al que intentaba ir lo mataban.

El soldado de San Fernando Martínez -atestado i34- manifiesta que, durante el asedio, unos días sufrían de los moros intenso fuego, y otros se acercaban al parapeto a venderles los expresados artículos; que las compañías de su Cuerpo, mandadas por el teniente coronel Pérez Ortiz, prestaban servicio en el parapeto y en la protección de la aguada, que resultaban dificultosas, no pudiendo hacerlas los tres últimos días que permanecieron en la posición.

El soldado del mismo regimiento Beltrán -atestado 147- dice que durante la permanencia en Arruí soportó durante el día el fuego de cañón y por las noches el de fusilera, poco intenso; que todos los días salía al servicio de la aguada una guerrilla de unos cien hombres, pero algunos días no podían llegar a la aguada los encargados de ella, y a veces los moros se acercaban al parapeto y hablaban con los soldados, diciéndoles que si se entregaban los llevarían a Melilla, y en estos días recibían orden de no hacer fuego contra ellos.

El soldado de Ceriñola Alvarez -atestado número 173- dice que durante el asedio sufrieron intenso fuego, llegando los moros a las proximidades del parapeto; durante la noche se establecían en las casas próximas, desde las cuales imposibilitaban hacer la aguada, que sólo pudo hacerse el 29 de julio, si bien se acercaban moros algunas veces que cogían cantimploras y cubas que les daban desde el parapeto, y se las devolvían llenas de agua, sin remuneración; que recuerda que otro día salieron fuerzas de Africa, de San Fernando, para proteger la aguada; que se colocaron entre ésta y la posición, y cuando los hombres desarmados estaban cogiendo el agua , empezó la agresión, impidiéndoles volver, entrando en la posición unos veinte o treinta de los 180 que salieron, volviendo las compañías armadas con bastantes bajas.

Los soldados Pastor y Rodríguez, de Africa, y Mata, de Ceriñola –atestados 32 y 34 y folio 775-, dicen que el día 3 de Agosto salieron a la aguada unos 200 hombres desarmados, que, acometidos por numerosos moros -cortados es de inferir-, llevados hacia unos caseríos cabilas, como los llaman, y agredidos y perseguidos, perecieron en su mayoría, pudiendo escapar sólo unos pocos, quedando prisioneros y ganando alguno la zona francesa, siendo bastantes más los que deponen respecto de este día especialmente.

El soldado de Africa Tortosa -atestado 178- dice que el único día en que pudo hacerse la aguada con tranquilidad fué el día 4 de Agosto, pues los demás se hacia muy dificultosamente, a causa del fuego enemigo, escaseando por ello el agua, e incluso faltando en ocasiones. El artillero Expósito dice que este día 4, estando nombrado de servicio de aguada, salió al anochecer para efectuarlo, cayendo en poder del enemigo.

El soldado de Ingenieros Robles -atestado 114- dice que salió el 6 de Agosto a la aguada con unos xso hombres desarmados, protegidos desde la posición, siendo hechos prisioneros por un grupo de moros que estaban en la aguada y que hacía fuego contra los que intentaban volver a la posición; como también depone haber quedado prisioneros, el 5, el artillero Fraile -atestado lob-, y el 6, el de Alcántara Muñoz -atestado 23-, y Asensio, de San Fernando -atestado 113-, y el 7, los de San Fernando Fernández y Mor -atestados 25 Y 35

El 8, dice el soldado de Alcántara Gómez -atestado 79- que salió de la posición con 16 hombres, a las órdenes de un sargento de intendencia, sin armamento, para llenar un carro-cuba en la aguada; que se le quitaron los moros, quedando él prisionero en unión de un cabo, al cual asesinaron los moros por estar enfermo. Pudiendo multiplicarse las cifras de estos dispersos y prisioneros en las aguadas que se aduce con repetición, porque inclinan a pensar si, aprovechando el imperio ineludible de la necesidad, no fuese ocasión favorable y pretexto el servicio para que los individuos trataran de escapar, con designio de librarse de las fatigas y penalidades del asedio, o ello les fuera facilitado para caer, sin embargo, en el mayor peligro de perecer perseguidos y aniquilados aisladamente, como pregonan dolorosamente las víctimas sembradas en todo el territorio aledaño de la posición.

En información del sargento indígena de la 14ª mía -folio 736- Zaghaben- Mohamed-Aurag, dice haberse salido dos veces a la aguada, teniendo que desistir por el número de bajas que se les hacía, que se veían obligados a abandonar y que cierto día unos cuarenta soldados, dejando las armas, saltaron el parapeto y huyeron, a causa del hambre, «sin que sea por los oficiales...», dejando incompleto el sentido. De este desperdigamiento y exterminio dan testimonio los cadáveres encontrados en la reocupación de la comarca.

 

 

Abastecimiento a beneficio de los aeroplanos.

Ha podido considerarse que el intento de abastecer las asediadas posiciones a beneficio del socorro aéreo fuera eficaz; mas ni por la capacidad del servicio, ni por sus dificultades naturales y peligros parece haber sido de resultado en la práctica. En conferencia de 29 de Julio -folio 136-, el Alto Comisario, ante la imposibilidad en que se consideraba de acudir en socorro de las fuerzas bloqueadas en Monte Arruí y Zeluán, atenidas a la escasez de sus recursos, comunica que a la mañana siguiente se proponía auxiliar a dichas posiciones a favor del aparato Bristol que haba llegado aquel día, mandándolas «víveres y municiones»; confirma realizara; en la conferencia del día 30 -folios 139 Y 143-, y en la del 31 -folio 147- participa que en la mañana arrojaron en los puestos algunas provisiones; que al siguiente día, con los aparatos Havilland, que se esperaban de Tetuán, se proponía reforzar el abastecimiento; en la del 2 de Agosto -folio 157- comunica haber, los aeroplanos, arrojado víveres, municiones y material sanitario en Monte Arruí y Zeluán.

Mas lo restringido de tal medio de previsión no respondía verdaderamente sino en escasa medida al propósito que le inspirara de aliviar la penuria de las posiciones, ni, dicho se está, para prolongar su resistencia en términos tan precarios; pues atento a lo que manifiesta el soldado de San Fernando Lucía -atestado 18- hacia primeros de Agosto recibieron auxilios por el aire, que no considera de eficacia, dado que gran parte de lo que arrojaban caía en terreno batido; el soldado del mismo Cuerpo Martín -atestado 20-, asimismo manifiesta que hacia dicha fecha los aviones les arrojaban sacos de pan, otros con hielo y algunas cosas más, pero sin buen resultado, por caer muchos sacos en la zona batida y tener que dejarlos; y el soldado del mismo regimiento Martínez -atestado 139- expresa igualmente que los recursos que por dicho medio les llevaban caían generalmente fuera de la posición.

El soldado de Ceriñola Agustín Sosa -información del Cuerpo -dice que una vez que los moros construyeron la trinchera en el mismo río de la aguada, para interceptarla, pasaron varios días sin probar el agua, pues únicamente les daban un pellizco de hielo -textual- del que arrojaban los aeroplanos, para remojarse la boca, teniendo que salir por la noche a recogerlo, porque la mayor parte de las cosas que tiraban caían fuera del parapeto; agregando que los dos últimos días carecieron en absoluto de agua y escaseaban los víveres y municiones.

 

Esterilidad de la resistencia.

Recogido, en suma, el general Navarro con sus quebrantadas tropas en Monte Arrui, quedó reducido a estrecho asedio, cuyo aprieto favorecía la existencia del poblado contiguo y edificaciones de que descuidadamente se había ido dejando rodear la posición, y que, no previsto el caso de su defensa, no había podido ser preparada en el apremio angustioso de la retirada, mediante la ocupación o destrucción de tan peligrosos obstáculos, que ofrecían al enemigo eficaz abrigo para hostilizar aquélla más de cerca y apurar su situación. Atenido, por lo demás, al concurso de las heterogéneas e inconsistentes fuerzas que había recogido, relajada su moral, en los diferentes empeños de las etapas de la retirada, supo, empero, imprimirlas el Mando, con su ejemplo y estímulo, la necesaria constancia y firmeza para soportar el rigor del cerco, cuyo mérito encarece más la pérdida de la artillería y su posesión por el enemigo; haciéndose acreedores al reconocimiento, en la resistencia mantenida, por el honroso sacrificio que constituye, en aras del deber y del honor militar, en el limite del posible esfuerzo, si bien estéril, porque la adversidad de las circunstancias no permitió el socorro de esta abnegada guarnición.

 

 

Impresiones sucesivas del Alto Mando en orden a la defensa de la Posición.

De los antecedentes facilitados por el Ministerio resulta que en conferencia telegráfica celebrada con el Alto Comisario el 27 de julio a las 19:30, que figura al folio 116, dice éste que Monte Arrui sigue resistiendo con grandes penalidades, confiando en que se le auxilie, siendo la aguada dificilísima. En la de las 20:30 del mismo día -folio ttg- manifiesta que Monte Arrui se defiende heroicamente, sin que le sea posible prestarle ayuda por hallarse cortadas las comunicaciones y no contar aún con las fuerzas organizadas debidamente para realizar un avance que encontraría resistencia; que la aguada sigue siendo dificilísima, las municiones escasas y la tropa se halla extenuada. En conferencia de las 12:30 del día 29 -folio 132-manifiesta “haberse recibido, transmitido por Zeluán, parte del general Navarro desde Monte Arrui dando cuenta de su llegada -la fecha de ésta está equivocada-, diciendo haber hecho el repliegue con los restos de la columna, siendo muy hostilizado; que tuvo que abandonar toda la artillería, con la que el enemigo le hizo fuego en su repliegue, y se encontraba mal de municiones y con la tropa extenuada y desmoralizada, y que estaba convencido de la imposibilidad de replegarse más. Agregaba el Alto Comisario, por su parte, que estaba convencido de que marchar con las fuerzas de que disponía a auxiliar a Zeluán y Monte Arruí sería exponerlas a un fracaso y dejar descubierta la plaza, que estaba entonces amenazada por casi todo el frente. Indicaba que iba a dar orden al general Navarro de procurar llegar a Zeluán y resistir que estaba entonces amenazada por casi todo su frente. Indicaba que si el general Navarro no pudiera refugiarse en Zeluán y esperar allí unos días, considerando por su parte imposible ir en su socorro, le autorizarla para cesar las hostilidades, para dar por terminada su heroica resistencia, como indicaba el Ministro, una vez que reconocía que había quedado a salvo el honor militar; mas esperaba comunicar con él aquella noche para darse cuenta de su real situación y decidir la que debiera hacer.

En conferencia de las 20:30 del día 30 -al folio 145- transmite telegrama de Monte Arruí, en el que se dice que «enemigo sigue cañoneando con fuego poco eficaz, pero mucho, para acabar de desmoralizar esta fuerza», indicando al Alto Comisario que si continúa la comunicación heliográfica preguntaría si con el abastecimiento por aeroplano pudiera seguir sosteniéndose.

En conferencia de las 20:15 del 31 da cuenta de que el general Navarro decía a mediodía que el «enemigo hizo 48 disparos de cañón a 2.000 metros de distancia con gran eficacia, causando numerosas bajas y grandes destrozos en posición y ganado». Manifiesta el Alto Comisario que, en vista del anterior telegrama, había autorizado al general Navarro para seguir la conducta que le dictasen las circunstancias; que le era sensible, que no le cabía otro recurso que hacerlo as.

En la de 3 de Agosto, 20:35 -folio 164-, participa que en la madrugada el general Navarro le había acusado el «enterado» del telegrama en que le explicaba la situación de la plaza y le autorizaba para obrar en consecuencia, habiendo contestado que, aunque el enemigo había vuelto a cañonear, confiaba poder extremar la defensa, caso de que los refuerzos no tardasen en llegar; que después no había vuelto a tener comunicación; pero, con arreglo a las manifestaciones de los aviadores que habían salido por la tarde para el abastecimiento de la posición parecía ya el enemigo posesionado de ella, lo cual le hacia suponer había caído, como Zeluán, en su poder, ignorando si fueran ocupadas por asalto o por capitulación, aun cuando se inclinara a creer esto último porque el general Navarro estaba autorizado para ello y la Alcazaba era muy difícil de ocupar por la fuerza.

Por último, en la de las g-1o del 4 de Agosto -folio 167- expresa que el general Navarro continuaba en la mañana su heroica defensa, contando ya sólo con un puñado de valientes; que no había vuelto a tener noticias de él hasta mediodía, ignorando si habría llegado a tiempo de salvarle la gestión que realizaba cerca de Abd-el-krim, pues en telegrama de la noche anterior le avisaban de Alhucemas haber salido emisarios para suspender el fuego contra aquél y reintegrarle a la plaza; por más -agrega- que la dolorosa e incalificable traición de Zeluán le hacía desconfiar del resultado.

 

Como último eco de aquella posición, al folio 1.007, se inserta un telegrama

de las 14:25 del mismo día 4, en que el Atalayón comunicaba haber conseguido establecer comunicación heliográfica con el general Navarro, el cual preguntaba si se le iba a mandar columna de socorro.

De este punto, el juzgado carece ya de información oficial directa sobre el curso de las indicadas gestiones, ni consideró de su resorte inquirirlas con arreglo a la restricción que le imponen las Reales órdenes de 24 de Agosto y 1 de Septiembre pasado, por entrar los hechos bajo la acción del general en jefe; pero, en relación con la declaración del teniente médico Peña -folio 685-, resulta que, atendiendo el general Navarro a la situación , agotadas las tropas por la sostenida defensa, escasa de municiones, falta de víveres y de agua; diezmadas por el fuego y privaciones, sin elementos sanitarios para la asistencia de numerosos heridos y enfermos, cuyas bajas aumentaba el forzoso abandono, debido a la falta de medios, y decaídos por el cansancio y sin esperanza alguna ya de socorro, fueron todas circunstancias que. influyeron en el ánimo del general -folio 685- para decidirle a escuchar las proposiciones que reiteradamente hacía el enemigo; e influyó también en esta decisión el haberse recibido un despacho del Alto Comisario diciendo que enviaba

emisarios a Abd-el-Krim y que Ben Chel-lal y Si Dris Ben Said se habían ofrecido a mediar a fin de alcanzar las condiciones más aceptables de capitulación; como también consigna al folio 787 de su atestado la desconfianza con que entablaron estas gestiones preliminares, exigiendo garantías para probar la efectiva influencia de los jefes indígenas sobre los cabileños, recelando su traición.

 

A este respecto, dice el intérprete Alcaide, al folio 1.304, que los moros intentaron varias veces parlamentar; pero que el general no quiso admitirlos, por ser los que venían gente de poca representación; sin embargo, apremiado por las circunstancias, hubo de disponer que saliera el día ¿? el comandante Villar, precedido del testigo , con bandera blanca, para intentar el parlamento; pero fueron recibidos a tiros desde los puestos enemigos, continuando la hostilidad contra la posición, aunque fuera mantenida la bandera blanca en el parapeto. El 8, al salir con igual objeto el teniente de la Policía Suárez, fué muerto al poner el pie fuera de aquélla. Por medio de un emisario moro, que, enviado por el enemigo, llegó a la posición, fué notificado éste que el general entraría en negociaciones, pero con los jefes indígenas principales; por lo que, acudiendo Ben-Chel-lal, Burrahay y Abib-Lel-Lach, entre otros , conferenciaron el día 9 en la puerta con el general, no confiándose a entrar en la posición, pactándose la entrega de ésta y del armamento, con excepción de los oficiales, que conservarían sus armas, y los moros dejarían salir libre a la fuerza y debiendo serle dada escolta hasta Melilla, anticipándose la evacuación de los heridos graves que requirieran inmediatos auxilios. Duraron estas negociaciones dos días, en que cesó el fuego, pero sin permitir hacer la aguada.

 

 

Convienen todas estas manifestaciones, tanto el teniente Gómez López -folio 840 vuelto-como el teniente médico Peña -folio 685 vuelto-, y prosigue Alcaide, al folio 1.305, que mientras se corrían las órdenes para la salida de las tropas, el general, con algunos oficiales y el testigo, salieron de la posición, siendo la una de la tarde, buscando un lugar de sombra, acompañados de los jefes moros, quienes con diversos pretextos fueron alejándolos, no acierta el testigo si con objeto de sustraerlos a una lesión de los indígenas o insidiosamente para dejar a éstos el campo libre; que llegaron así hasta las proximidades de la estación del ferrocarril, adonde les hicieron entrar, habiendo podido observar el testigo que en estos momentos los moros irrumpieron en la posición y abrían el fuego contra las fuerzas que la evacuaban, sin que el testigo viera mayores detalles de esta agresión. El general -continúa- notó en la estación algo de estos movimientos, preguntando lo que ocurría, dándose todos cuenta de la traición de que habían sido objeto, que algunos moros que se encaminaban a la estación, animados sin duda de aviesas intenciones, fueron contenidos, fusil en mano, por los jefes para que no entrasen en

ella; y cuando sus alrededores quedaron despejados por haber acudido todos al botín, los jefes moros los sacaron, montando al general en un caballo y a los demás a la grupa de otros, y con una escolta que allí tenía prevenida, y esquivando el encuentro con los otros moros, con los que, al parecer, no estaban de acuerdo, los encaminaron a la casa de Ben-Chel-lal, donde permanecieron hasta el día 25 de Agosto, que trasladaron al general y a los nueve oficiales que con él estaban a la playa de Alhucemas, y al testigo lo dejaron marchar a Nador, poco después, por estar peor de sus heridas.

Por su parte, el teniente Gómez López dice, al folio Sqi, que salió el general de la posición, uniéndose a los jefes -a su entender- para ver desfilar las fuerzas, cuya rendición se había pactado; que éstas, dejando en el suelo las armas, municiones y correajes, empezaron a salir, llevando en improvisadas camillas a los heridos graves, caminando los demás por su pie, siendo su número elevadísimo; que cuando había salido todo el regimiento de San Fernando, y se hicieron cargo los moros de todo el armamento, acometieron en todas las direcciones contra la desarmada tropa, especialmente contra los heridos, produciendo esto la confusión y atropellamiento de cuantos quedaban dentro y querían salir, que eran sacrificados a medida que lo efectuaban.

El soldado de Ceriñola Garcia Gamonoso -información del Cuerpo- dice que, a la evacuación, la fuerza de su regimiento fue la primera que dejó el armamento, dirigiéndose a la enfermería para transportar a los heridos y enfermos; y cuando lo estaban efectuando con los medios que improvisaron, observó “que dentro de la posición se oían gritos y voces, corridas en distintas direcciones, y moros en grandes masas se echaban sobre nosotros, sembrando la muerte”; y agrega el soldado del mismo Cuerpo Agustín Sosa –información dicha- que a medida que salían formados, dejando los fusiles en tierra, yendo hacia el poblado a reunirse, “empezaron los moros a hacernos descargas, matando a muchos y rematando a los heridos”.

 

Faltó falazmente el enemigo a lo pactado, consumando la horrenda traición y aniquilando de este modo los últimos vestigios de las fuerzas que compusieran un día la guarnición de la Comandancia general de Melilla, pues ya en los momentos de esta rendición no existía ningún puesto en armas en todo el territorio sublevado. Como triste epílogo de esta alevosía puede citarse la declaración de Juana Martínez López -folio 455-, la cantinera de Batel y refugiada en Arrui, que refiere las vicisitudes del asedio con ingenua sencillez, como el reguero de cadáveres que pudo ver desde la casa de Ben-Chel-lal hasta las inmediaciones de N actor, donde fué dejada en libertad al alcance de nuestras líneas, y el atestado de Mara Gómez Gil -número 40-, cantinera de Arruí, herida también en la aguada, y a quien la barbarie rifeña llevó prisionera a la posición para que les indicara dónde se hubiesen enterrado los cadáveres, en la sospecha de que en sus fosas hubiese armamento escondido, y que igualmente refiere los muertos que encontró en el camino cuando libertada, fué conducida hasta las proximidades del Atalayón.

 

Pozo número 2 de Tistutin.

Dependiendo administrativamente de la circunscripción del zoco El Telatza, de la que resulta apartado, se enlaza su actuación más determinantemente con la evacuación de Batel y Tistutin, en cuya zona estaba situado a kilómetro y medio de esta posición, de que tomaba nombre. Constituido un pequeño fortín de planta baja y azotea aspilleradas, que protegía el motor y bomba de un pozo de agua salobre en que abrevaba el ganado de las posiciones inmediatas, estando guarnecido por un cabo y tres ingenieros encargados del manejo y cuidado de la referida maquinaria. El día 19 de julio, encontrándose en Batel el cabo de la compañía provisional del regimiento de Africa D. Jesús Arenzana Landa -folio 1.148 vuelto-, a la que se había unido voluntariamente, pues desempeñaba el destino de escribiente de Mayoría, fue destacado al indicado fuerte con dos individuos de la expresada para su retuerzo.

Refiere dicho cabo las vicisitudes del puesto, en atestado número ib y en información prestada ante el cónsul de la Nación en Uxda -folio 820-, confirmando lo esencial de sus manifestaciones el cabo de Ingenieros Rafael Lillo, encargado del motor -atestado número 17-. Relata el cabo Arenzana, al folio z.z4g, que no se dio cuenta de la llegada del general Navarro a Batel el 23 de julio; pero que el 24 comunicó por teléfono con esta posición, dando conocimiento de que había empezado a ser hostilizado el día anterior, y pidiendo instrucciones, siéndole prevenido, en la idea de no complicar su situación -folio 822-, que se siguiera dando agua del pozo y no atacasen sino en caso de agresión del enemigo al fuerte, en la idea de que economizara al propio tiempo las municiones para ocasión extrema; que el 24, por la noche, fueron también atacados; pero no hubo hostilidad los días 25 al 27. Esta día 27 vió salir al general Navarro con sus fuerzas para Tistutin, siendo poco hostilizado, a su decir, por el enemigo, merced a las disposiciones que adoptara, en cuya apreciación hay excusable error, debido a las distancias; pues ya los Regulares, que él cree ocupasen para cubrir la retirada las alturas de Usuga, habían salido de Uestía el 23 de mañana para Nador y Zeluán, e incluso habían desertado. Pudieran, pues, ser dichas fuerzas de Policía. Tampoco se dio cuenta de la salida del general de Tistutin para Arrui en la madrugada del 29. Refiere que, cortada la comunicación telefónica el día 26, aprovechando un despliegue de fuerzas hecho desde Tistutin con dirección al pozo, sin duda el intento de hacer aguada la fuerza montada de Policía a que se refiriera el intérprete Alcaide en su ya reseñada declaración, envió a uno de los soldados de Ingenieros, con tres más que se habían refugiado allí, en demanda de instrucciones, concertando una señal de aviso para el caso de que hubiera de retirarse. Como no se hiciese la señal convenida, expresa que se quedaron defendiendo el pozo, enarbolando una improvisada bandera con un pañuelo de percha.

 

Al evacuar el campamento las fuerzas en retirada, se habían quedado en una de las garitas varios centinelas, uno de los cuales, Joaquín Rodríguez Barreiro, pudo huir y ser salvado en el pozo, como refiere el propio interesado en atestado número 31, con las vicisitudes subsiguientes de la esforzada guarnición. Prosigue Arenzana manifestando que durante la noche del 29 al 30 fué rudamente atacado, desde las nueve a las once y media de la noche, por un enemigo cuyo número no pudo apreciar en la obscuridad; pero le hace suponer fueran más de 70 -que le atribuye el atestado-, porque al hacerse de día vieron 35 cadáveres de hombres y más de 20 caballos; siendo de nuevo atacados en la mañana del expresado día 30. En dichos días le propusieron los moros por tres veces la entrega del fortín y del armamento, a que se negó.

En la tarde del día 30 se presentaron tres moros y concertó con ellos que les daría agua a cambio de traerles alimento y prisioneros que estuviesen en su poder, y por este procedimiento pudieron subsistir y rescatar al alférez de San Fernando D. Ildefonso Ruiz Tapiador, de la abandonada guarnición de Dar-Azugaj, y al soldado de la Comandancia de Artillería Manuel Silverio, del destacamento de Haf.

En esta disposición continuaron hasta ele día 4 de Agosto, que se les concluyó la gasolina, y como no podían dar ya agua se les acabó el medio de abastecimiento, determinando esta falta al cabo Arenzana a ir disfrazado de moro al campamento de Tistutin, que los naturales iban saqueando poco a poco, a proveerse de algunos víveres del depósito de Intendencia, que había aún en cierta abundancia, recogiendo lo que pudo en dos bolsas de costado y restituyéndose al fortín sin tropiezo.

Decididos a evacuar éste por la dificultad de sostenerse, y sin decaer su espíritu, lo abandonaron a las ocho y media de la noche del día 5, dejando enterradas todas las herramientas y piezas importantes del motor, los fusiles cortados los punzones, pues ya no tenían municiones, y llevándose las bujías y el magneto del motor, marchando a través de Guerruao con dirección a la zona francesa, en número, de nueve individuos.

Por la mañana fueron sorprendidos por dos moros, uno de ellos armado de fusil de los que se deshicieron mañosamente en la forma que relata, dando muerte a los dos enemigos y prosiguiendo su camino sin novedad, hasta que al llegar al pie de la avanzadilla francesa de Montagne, dependiente de la posición de Hassi Uenzga, fueron cercados por un grupo de indígenas armados, que los despojaron de todo, incluso de la ropa, y después de amenazas y viva discusión los dejaron internarse, sin que de la posición francesa se hiciera nada por socorrerlos.

Confirman en todas sus partes las anteriores manifestaciones el alférez Ruiz Tapiador, al folio 409 de su declaración, como igualmente el artillero  Silverio, al folio 1.337.

Al folio 3tq se inserta una comunicación del Alto Comisario de 'o de Septiembre incluyendo el relato precitado de la defensa del pozo por si fueran acreedores a recompensa dichos servicios.

Llamado a declaración el teniente coronel Bernárdez Tamarit, como jefe del tercer batallón del regimiento de Africa, a cuya compañía de ametralladoras perteneciera antes el cabo Arenzana, hace cumplidos elogios de este individuo -folio 1.197- por su cultura, buen espíritu, amor a la profesión y constante celo en el servicio, así como expresa la opinión que ha formado por los informes que ha adquirido de lo relevante del hecho de que se trata, tanto más de encomiar por la modesta categoría del que con singular firmeza lo realizara, sosteniéndose durante trece días en el pequeño fortín, abandonado de toda protección. La confirmación por este juzgado del comportamiento del pequeño destacamento le indujo a elevar al General en jefe del Ejército de Africa, en 14 de Octubre último -folio 1.346-, testimonio pertinente, señalando a dicha autoridad los méritos a su juicio contraídos en relación con los medios de que disponía y el contraste con el estado moral y material de decaimiento del territorio en las críticas circunstancias de los sucesos, el aliento que el cabo Arenzana supo imprimir a su reducida tropa y los actos personales de serenidad y de valor que desplegara, así en la defensa como en la evasión a la zona francesa, depuestos con la naturalidad de la conciencia de un deber cumplido, consecuencia del levantado espíritu de que en toda ocasión ha dado muestra dicho cabo, acreedor al más justo elogio, como en su medida alcanza a los demás individuos de su fuerza que en la realización de los hechos le prestaran adhesión y asistencia.

 

 

 

XII  COLUMNA DE KEBDANI

 

Idea general del territorio de Beni-Said.

El abrupto territorio de Beni-Said lo cubren las derivaciones de la cadena de montes que desde el Yebel Azrú, en la derecha del río Sidi-Salah, corre paralelamente al litoral hasta el Mauro, en la izquierda del Kert, pronunciando sus ásperas caldas hasta la costa y degradándose más tendidamente hacia este río. En esta quebrada comarca aparecen esparcidas y sin apreciable conexión una serie de posiciones, algunas de arbitraria situación y condiciones defensivas, la razón de cuya existencia no se alcanza, de no, obedecer al fin particular de proteger algún interés local por razones políticas, pues militarmente considerado en su conjunto-juzgado el territorio por la impresión cartográfica no podía responder a la seguridad del mismo, de que antes bien pudiera decirse constituyan prenda precaria.

Desguarnecimiento de la línea del Kert.

Era cabecera de esta circunscripción Kandussi, sobre la izquierda del Kert, río en el cual hubiera tenido natural apoyo a su espalda la incierta comarca de haber estado asegurada su línea y guarnecida en adecuada medida a base del mantenimiento de las antiguas posiciones que bordean su curso y de que hiciera cabeza anteriormente Ishafen; pero reducidas sus guarniciones a límites incapaces de resistencia, no podía prestar ni suponer sostén alguno. Ishafen contaba por toda guarnición con dos secciones de la tercera compañía del primer batallón del regimiento de Melilla, unidad reforzada con destinos recogidos, de que la otra sección estaba en Sammar, puesto también importante a la derecha de la línea, en Beni-Bu-Gafar, sobre las avenidas del Mauro; guarneciendo Imarufen, al otro extremo de ella, otra sección de otra compañía del Cuerpo.

 

Columna móvil de Kandussi.

Asentaba la cabecera del territorio en Kandussi, cual se deja indicado, donde estacionaban la columna móvil del expresado regimiento de Melilla, compuesta de tres compañías de fusiles, quinta y sexta del primer batallón y sexta del tercero y la de ametralladoras de dicho tercer batallón, con tren regimental, y la sexta batería de montaña, del regimiento mixto de artillería y una sección de la primera compañía de montaña de la Comandancia de Intendencia, a la cual fuerza se incorporó el día 21 de julio la sexta compañía del segundo batallón; retirada de Ishafen y relevada en esta posición por la parte de la tercera del primero que antes queda indicada, en la cual situación y mediante intervención adecuada en momento preciso hubiera acaso remediado esta fuerza la posición critica en que después se viera el general Navarro aislado y sin apoyo alguno en Drius, con sus comunicaciones en el aire, pero los apuros del frente de Annual alteraron el curso natural de las cosas.

 

Situación de la línea del Kert.

En resolución, relegada descuidadamente a segundo término y desprevenida la línea del Kert, que en tiempo anterior había constituido el frente ofensivo, hasta que, extendida y adelantada la ocupación del territorio a la cabila de Beni-Said, fueron avanzadas dichas fuerzas de Ishafen, donde asentaban, a Kandussi, de hecho pudo reputarse aquella línea desapercibida y a merced de las circunstancias, que, por lo demás, no se previeron prudentemente por el Mando, pues todas las demás posiciones que con anterioridad la cubrían y apoyaban habían quedado abandonadas o reducidas a simples puestos de policía.

EXPEDIENTE PICASSO (parte 5)

X POSICIONES DEL CONJUNTO DE DRIUS

 

Razón del método de exposición.

Guardando el posible método en la exposición de los sucesos, corresponde resumir ahora la forma en que las posiciones del circuito de Drius, comprendidas en la orden del repliegue, realizaran su defensa particular y la concentración subsiguiente en Cheif, sobre cuya columna habían de replegarse con arreglo al propósito del Mando, las cuales posiciones constituían la línea de contacto con Tafersit y Beni-Tuzin y parte Norte de M'Talza.

 

 

 

 

 

 

POSICIONES DE PRIMERA LÍNEA

 

Buhafora.

Esta posición, cuya descripción y distinguido comportamiento es objeto de las informaciones y declaración del teniente de Artillería D. Roque Reig Valerino, comandante del destacamento de su Arma -folios 794 y t.z9t, atestado núm. to-, estaba constituída con arreglo al diseño que a ellas acompaña, por varios cuerpos de edificios morunos formando patios, y cuyo cerramiento completaban tapias, en una de las cuales estaban asentadas las cuatro piezas de 7,5 cm. Krupp de dotación.

A la derecha de la puerta de salida existía una pequeña construcción, que juega papel en la defensa, destinada a café moro. Guarnecía la posición una compañía del regimiento de San Fernando y el destacamento de artillería, y radicaba en ella la cabecera de la 12ª mía de Policía, de Tafersit, a cargo de su capitán y oficiales con los soldados de Ingenieros e intendencia afectos al servicio telegráfico y depósito de víveres, respectivamente.

Dice el expresado teniente Reig que tenían confidencias de los propósitos

del enemigo de atacar las posiciones de la línea avanzada, señalando incluso el orden en que lo dirigirían, y afirmaban rotundamente la caída de Annual, Sidi-Dris, Igueriben y Buhafora -pues aun cuando al folio 1 .196 rectifica Annual por Abarrán, dada la repentina y pasajera ocupación de esta última, no parece explicable tal presupuesto de parte del enemigo; denunciando todo el estado de agitación de las cábilas colindantes, así insumisas como sometidas; agitación que se traducía, si no en franca indisciplina de la Policía, por lo menos en una resistencia pasiva al mandato harto sospechosa.

Advirtieron el engrosamiento de la harka establecida en Tizi-Asa, dedicada sin recato a la instrucción regular en orden abierto, y la concentración

alarmante de indígenas los días 20 y 21, y a mediodía del 22 tuvieron conocimiento de la evacuación de Annual. El caíd Haddú de la cabila aconsejó la evacuación de la posición, y el capitán de la Policía reunió en ésta á 14 jefes de los poblados limítrofes para sondear sus intenciones, reteniéndolos como rehenes; pero, a su pesar, a las diez de la noche del expresado día empezó ser atacada la posición, sumándose a los agresores la pretendida harka amiga que estacionaba en el poblado próximo.

 

Respecto a esta harka, refiere el teniente de Artillería Vidal Cuadras, jefe de la posición de Cheif -folio 1.492-, que en la tarde del 22, Mohamed, hijo del jefe de la misma, que la tenía establecida de guardia más adelante de Buhafora, se presentó con la pretensión de que se trasmitiera un telefonema de aquél para el coronel de la Policía, que fue dirigido a Drius, en que se decía: «Si tienes confianza en mí, envía refuerzos y municiones a las posiciones de Buhafora y Midar; en caso contrario, me veré precisado a retirarme con mi gente a mi cabila,, la cual petición fue contestada por el general Navarro al testigo con la orden de hacer entrega de una caja de municiones de fusil, como hizo, al hijo del aludido jefe.

Siguiendo la relación del teniente Reig, a las cuatro y quince minutos de la madrugada del 23 recibióse la orden de abandonar la posición y replegarse a Cheif, orden la cual no fue terminada de trasmitir, con la prevención de inutilizar todo lo que no pudiera llevarse. Reunidos los oficiales en Consejo, acordaron, por de pronto, en vista de estar cercados y considerar estéril el intento de salir, permanecer en la posición, aun cuando sólo fuera alargar unos días la posible resistencia; más 'después, como el enemigo aumentaba y la Policía estaba cada vez más dudosa, decidiose que el capitán de ésta saliera con ella y se abriese paso a viva fuerza para establecerse en un morabo próximo y proteger desde allí la salida de la guarnición.

Entretanto, los jefes indígenas retenidos habíanse procurado armas, facilitadas por los moros del exterior a través de un boquete practicado en el muro del local, donde se hallaban detenidos, sorprendiendo a la guarnición y dando muerte al capitán de la compañía,  contribuyendo a la sorpresa algunos policías con su traición, en tanto los de fuera asaltaban la posición, viéndose la guarnición obligada a abandonarla a las cinco y quince de la tarde y tratando de abrirse paso a viva fuerza, perseguida por los moros, desertándose en totalidad la Policía y siendo hecho prisionero el testigo que relata, quedando solamente supervivientes zo hombres 'de la guarnición.

Los tenientes Bermúdez y Vidal Cuadras, de Cheif, en sus declaraciones -folios '.457 vuelto, 1.458 y '.493- dicen que se había mandado prevenir al campamento de una compañía para reforzar Buhafora, la cual no llegó a salir, y que en la noche del 22 la posición ésta, como la de Hamuda, que eran atacadas, oyéndose el fuerte tiroteo del asedio de la primera, pidieron auxilio a Cheif para que fuese trasmitida la petición a Drius, dándole la orden en la madrugada del 23 para la evacuación, y sabiendo por referencias que al intentar efectuarla fue exterminada su guarnición.

 

Hamuda.

Asentada a retaguardia y corta distancia de Buhafora; describe esta posición su jefe, el alférez Rey Arias, de San Fernando –folio i.8o8- y el soldado de dicho Cuerpo Gregorio Corbeta Burgo -atestado número 119-. La guarnecía una sección del regimiento de San Fernando, de la compañía de Cheif, y cuya tercera sección estaba destacada en Azib; los ingenieros telegrafistas de la estación y un destacamento de 20 policías al mando de un sargento.

Relata el expresado oficial que el 22, a las trece, vió arder a Ben Tieb, recibiendo después órdenes de Drius de extremar la vigilancia, haciéndose aquella tarde la aguada con normalidad, acercándose al anochecer moros del poblado próximo de Tafersit para advertirle que se veían descender rifeños por los montes, sonando algunos disparos hechos por la misma gente del poblado y adoptando, en su vista, las disposiciones del caso. Durante la noche se acentuó el ataque y la concentración del enemigo, a juzgar por la mayor densidad y repartimiento del fuego, y dando aviso a Drius, se le ofreció mandarle refuerzos a la mañana siguiente.

A las tres de la madrugada del 23 se recibió, de tránsito para Buhafora, la orden de evacuar dicha posición, y a las cinco, la de evacuar Hamuda -folio 2.814-y replegarse a Cheif. Al amanecer cesó el fuego, haciendo los preparativos consiguientes a la evacuación, sin haber hasta entonces tenido baja en las fuerzas, y repartiendo al efecto ésta en dos grupos bajo su mando y el del sargento, respectivamente. La Policía, dirigida en vanguardia, fue recibida con una descarga, huyendo; saliendo después el primer grupo de la sección con el oficial, y habiéndose generalizado el fuego, su gente se dispersó también, como la segunda fraccién del sargento, quedando el testigo, herido en un brazo, con solo cuatro soldados, con los que pudo Pegar a Cheif, encontrando en dicho punto a unos 30 soldados de los que se le habían dispersado antes; fuerza con la que se incorporó en el campamento a la sección de su Cuerpo evacuada de la contigua posición. Esto pudo dar la impresión que reflejan los tenientes Bernáldez y Vidal Cuadras-folios 1.458 vuelto y 1.493- de haber llegado ordenádamente y reunida la sección, aunque con bajas.

El teniente de Artillería Reig-folio 1.192 vuelto-confirma la trasmisión de las órdenes de evacuación y la salida de la fuerza de Hamuda haciendo fuego contra el enemigo que la atacaba, hasta que desapareció por un barranco. Una vez incorporado el resto de la sección a la columna de Cheif, sigue el curso de la retirada de ésta.

Azrú.

Esta posición se describe en declaración del sargento de la Brigada disciplinaria Juan López González -folio 1.651 vuelto-. Asentaba sobre un montículo roquizo que descollaba en el llano, constituida esencialmente por parapeto de piedra, de planta irregular, siguiendo el contorno de la cumbre, y prolongado hacia el Sudoeste por un alto muro con banqueta, de 40 metros de longitud, que a modo de camino cubierto enlazaba la posición con una avanzadilla situada en un espigón escarpado.

Constituía su guarnición la segunda compañía de la indicada brigada, con fuerza sólo de oo hombres; una sección del regimiento de San Fernando, de la compañía intermedia «A»; destacamento de Artillería, a cargo de un oficial, y los Ingenieros telegrafistas.

Según declaración del expresado sargento, empezó a ser hostilizada la posición en la noche del 22, apareciendo a la madrugada rodeada de moros en actitud expectante, recibiéndose a eso de las seis de la mañana la orden de evacuarla y de replegarse a Cheif, llevada por dos soldados de esta posición, por estar cortado el teléfono desde el día anterior.

Así determinaron efectuarlo, dando al incendio la posición; mas como quiera que antes de salir vieran arder la posición expresada de Cheif y conocieran por los soldados deportadores de la orden estar ocupado el camino de aquélla por los moros, que apostados en un barranco del tránsito los habían tiroteado a la ida, salieron desde luego con resolución de encaminarse directamente a Drius por Ain Kert. A poco de haber emprendido la marcha fueron acometidos y envueltos por gente de a pie y de a caballo, sucumbiendo mucha gente de la fuerza en este primer ataque y dispersándose los restos. Los que en pequeño grupo pudieron seguir por Ain Kert y Tamasusin, con ánimo de refugiarse en estas posiciones, las encontraron ya abandonadas por sus guarniciones y ocupadas por el enemigo, sufriendo nueva agresión de parte de éste, que concluyó por aniquilarlos, llegando el testigo solo a Drius por el Kert.

El teniente de San Fernando Calomarde, de la posición de Azib, dice -folio 1.343 vuelto- que al recibir la orden circular de evacuación no la comunicaron a Azrú por verla ya arder, como poco después a Cheif; y el teniente de Artillería Reig dice, al folio 1.188, de que Azrú sólo tuvo noticia -por los cabileños durante su cautiverio- de que la guarnición, luego de pegar fuego al repuesto y quitar los cierres a las piezas, que le manifestaron haberlos encontrado por el suelo, salió haciendo fuego, que causó a los moros numerosas bajas; pero aquéllos dieron finalmente muerte a todos los defensores.

 

Azib de Midar.

Según declaración del antecitado teniente del regimiento de San Fernando Calomarde, que la describe al folio 1 .342, la posición radicaba en la cabila de Beni-Tuzin, en el poblado de su nombre, asentado en una elevada loma en la estribación divisoria de las corrientes del Kert y sus afluentes el Beni-Melul, cortada a pico por uno de sus flancos, y constituida por simple parapeto de piedra de mala calidad, artillando cuatro piezas Saint-Chamond de 7,5 cm. A kilómetro y medio de distancia situaba la avanzadilla de Izen Lasen, puesto que, por ser el más adelantado en Beni-Tuzin, con arreglo a lo que depone el capitán Alonso, de la g.' mía de Policía, había sido objeto de frecuentes ataques de la harka de Azilaf, en Gueznaya -folio 224-, y aun en otras declaraciones se registran dichos ataques como cosa ordinaria y frecuente -folio 831 vuelto. Guarnecían la posición principal la sección del mando del declarante; de la compañía de Cheif, y el destacamento de Artillería a cargo de un oficial, con algunos soldados de Ingenieros telegrafistas, e Intendencia para el depósito, y como cabecera de la 14ª mía de Policía de Beni-Tuzin, concurrían a su guarnición go policías, con el capitán y un oficial.

A tenor de la declaración del precitado teniente Calomarde –folio 1.343-, en la tarde del día 22 reinaba aparente tranquilidad en los contornos, si bien no llegó el askari conductor del correo, viéndose en la lejanía un incendio, que atribuyó a alguna posición de Beni-Said, y oyéndose durante toda la noche cañoneo más cercano hacia Tafersit, y a la madrugada fuego de fusilería por la parte de Buhafora.

Al amanecer del día 23 fue ya atacada la avanzada de Izen Lasen, por lo que no se hizo la descubierta, y marchando a ella el teniente médico Perdomo, por orden del capitán jefe de la posición, a desempeñar los servicios profesionales para que había sido requerido, por haber tenido bajas. En la misma mañana pudo observarse concentración de moros en el montículo que dominaba la entrada del camino de Izen Lasen y agitación y movimiento de los moradores hacia la parte de Azrú. Al reclamar, por óptica, de Cheif el envío de una ambulancia para evacuar los heridos de Lasen, recibieron la orden de abandonar la posición, quemando todo lo que no pudieran transportar, la cual orden transmitieron, naturalmente, a Izen Lasen, por más que nada se dijera de aquélla. Formada la fuerza para efectuar la evacuación, salio la Policía para reconocer y despejar los alrededores, e inmediatamente detrás la fuerza del declarante, en tanto que el destacamento de Artillería quedaba inutilizando las piezas y destruyendo las municiones del repuesto. Atacados inopinadamente, el capitán y oficial de la Policía, seguido de un corto número de gente montada, y al decir del testigo, arrancaron al galope con dirección a Drius, y la de Infantería, en parte unida a los moradores del inmediato poblado, y otra, volviendo a la posición, rompieron el fuego contra la fuerza que salía; ante la cual agresión dispersáronse y diose a la fuga, quedando el oficial tan sólo con tres hombres; y logrando reunir algunos más, que alcanzó a recoger de los fugitivos, y reducidos ya a once hombres, como Cheif estuviese ardiendo, pudo, por Ain Kert y derecha de este río, llegar a Drius al mediodía con sólo siete de fuerza, dos de ellos heridos. Una vez en este punto, con su gente y la de Hamuda y de Cheif, de su misma compañía, consigna el testigo que pudo reunir hasta quince y diez y seis soldados, que agregó a otra compañía de su Cuerpo.

El artillero Juan Moreno Barbero, del destacamento de esta posición atestado número 21-, confirma los términos de la evacuación y agresión de que fueron objeto por grupos de la Policía indígena, así como el cabo del regimiento de San Fernando Gonzalo Fernández, de la fuerza de guarnición-atestado núm. 25-. El teniente de Artillería Reig -folio 1.193 vuelto- dice que solamente tiene noticias por los moros, en cuanto a esta posición, de que la Policía se marchó de ella con sus oficiales al frente; que la Infantería se dispersó a la salida, y que a los de Artillería los mataron dentro y al pie de ella, remitiéndose, para más: detalles, al teniente de Policía Rucova, prisionero en Alhucemas.

Este teniente Rucova, de la 14.4 mía, destacado en la avanzada de Izen Lasen, dice en atestado -folio 1.584 vuelto-, cuya primitiva relación en francés se inserta al folio 1.803, hablando de la evacuación de su puesto, que “tanto soldado muerto es debido, indudablemente, a no esperar las fuerzas de retaguardia a las posiciones de vanguardia, pues la mayoría no esperó la fuerza por haber escapado casi de Midar sin tirar un tiro”

Respecto a la orden de evacuación de la posición, el teniente de Artillería Vidal Cuadras, de Cheif, dice, al folio 1.493: Que el teniente Miralles, de Policía, «se había encargado voluntariamente, apenas recibida la orden, de llevarla en persona a Midar; circunstancia que pudiera explicar el hecho de omitir su transmisión de Cheif directamente por telecomunicación, y no recibirse hasta que, incidentalmente, se pidiera el auxilio para evacuar los heridos, a tenor de lo que depone el teniente Calomarde, como anteriormente se consigna; mas es de advertir que adonde verdaderamente fue el teniente Miralles a comunicar la orden de repliegue fue a Ain Kert, cual ya se ha comentado, y luego, en su epígrafe, se volverá sobre ello, debiendo recibir en otra causa la omisión o la tardanza de la transmisión de. la orden a Azib.

Hase pretendido, y consígnase en el informe de la Subinspección de tropas y Asuntos indígenas -folio ¡.818-, que análogamente a la guarnición de Buhafora, que pereció  defendiéndose hasta el último momento, lo mismo puede decirse de la 4ª mía, que tenía a su cabecera en Azib de Midar, suponiendo gratuitamente que también ha perecido de este modo, pues en orden a cuanto se deja manifestado, se advierte 18 infundado de tal aserto y la pronta evasión de los oficiales y fuerza montada, cuya ulterior conducta se desconoce, así como es también comprobada la defección de la que quedara en el lugar.

 

Izen Lasen.

Asentaba esta posición, avanzada en Azib, sobre un elevado monte, estando rodeada y dominada por otras alturas, especialmente por una situada hacia su izquierda, a distancia de unos 5oo metros. Daba acceso a ella un pendiente sendero, y, conformándola, un parapeto ordinario con alambrada, artillando dos piezas de montaña; todo conforme a la declaración del artillero de la Comandancia Juan Roca Pla -folio 1.535-, que la describe. Según declaración del teniente de Artillería Reig -folio 1.194-, la posición tenía muy malas condiciones defensivas, porque uno de sus lados caía sobre un escarpado de rocas, por el que, sin ser visto, podía subir el enemigo y arrojar explosivos, como lo había hecho varias veces.

 

La guarnición la constituía una sección del regimiento de San Fernando, otra de ametralladoras de la compañía de posición, el destacamento de Artillería, a cargo de un oficial, y otro de Policía, de &o hombres, al mando del teniente Rucova. Dice el expresado artillero Roca -folio 1.536 y atestado núm. 91-, que el 23 por la mañana, el centinela del frente de campaña denunció la presencia de grupos enemigos que se acercaban y rodeaban la posición, haciendo contra ella fuego, que fue contestado con fusilería y cañón, durando el ataque una hora próximamente; de cuyas resultas se originaron cuatro bajas, entre ellas, el teniente y sargento de Artillería, lo que dio ocasión al llamamiento y venida del médico de Azib, como anteriormente queda relatado, D. Wenceslao Perdomo Benítez, que solo, con un ordenanza indígena , acudio a la posición, “no obstante el fuego enemigo”, cual el testigo depone, cumpliendo honrosamente sus deberes profesionales. Siguiendo su relación, dice que se echó el enemigo sobre la posición, asaltándola y ganando la puerta; que la Policía flanqueó, escapando unos y uniéndose otros a los asaltantes, y oyéndose la voz de Sálvese el que pueda, huyó el declarante, dejando en la tienda al teniente herido, del que era asistente, con los otros tres oficiales; de forma que, de ser esto exacto, como sólo había en la posición el alférez comandante de la sección y el teniente de Policía, pues la sección de ametralladoras la mandaba un sargento, debe inferirse permanecería el médico, desvirtuando en esta parte las referencias del teniente Reig, en cuanto al regreso del médico a Azib, de que a continuación se hace mérito.

Dice el referido teniente, al folio 1.193 vuelto, que sabe, por conducto de los moros, el ataque y herida del teniente de su Arma Asez, que allí se encontraba destacado, como la muerte del oficial de la sección de guarnición, y de haber acudido a Azib el médico Perdomo, siendo a su vez herido y regresando a la posición, donde también murió, y que el resto de la guarnición sucumbió igualmente, ignorando en qué condiciones.

 

El teniente de la Policía Rucova -folio 1.5&4- dice que el «2'», a las nueve de la mañana, los atacaron, al tiempo que por la parte opuesta se retiraba el servicio de descubierta de Policía de su mando, ocupando entonces ésta las lomas inmediatas a la posición, haciendo huir al enemigo. El 23, a las cinco y media de la mañana, empezaron a hostilizar la posición numerosos grupos, pues las alturas próximas a la posición se coronaban de gente; que desde el primer momento se dieron cuenta de que los moradores del poblado estaban a la expectativa de atacarlos, de ir mal las cosas para los defensores, como así sucedio; que, no obstante lo numeroso de los atacantes, consiguieron tenerlos a distancia, sufriendo bastantes bajas, debido a que la posición estaba dominada por un puesto del poblado y altura cercana al frente de batería. A las nueve y media recibieron orden telefónica de Azib de abandonar la posición, y al salir, obedeciendo ésta, sin decir adónde habían de retirarse, entendiendo sería a la cabecera de la mía, vieron que la fuerza se había ya marchado, e igualmente la de Azrú. «Así es que salimos a la desesperada, a morir entre los dos fuegos, buscando el río Kert para ir a Midar-Karra Midar-, de cuya compañía era la sección destacada de San Fernando», completando lo incompleto del período del folio 1.584 por la versión francesa del 1.803.

El teniente del mismo Cuerpo Calomarde, de Azib, ya expone, con respecto a la avanzada, lo que manifestado queda en el resumen de la posición principal.

 

Ain Kert.

Asentada en la margen derecha 'del Kert, al pie de las derivaciones del Yebel Busfedauen, estaba constituida por un fuerte parapeto de adobes, de planta rectangular, que por la gola alcanzaba hasta cuatro metros. Describe la posición el soldado del regimiento de San Fernando Juan Asensio, en declaración del folio 1.5oq y atestado número 113. La guarnición la componía una compañía del regimiento de San Fernando con dos secciones, cuya tercera era la destacada en Haman. Según las manifestaciones del expresado soldado Asensio y del de igual clase Manuel Mor -atestado núm. 35-, reinaba tranquilidad en el campo, cuando a las ocho de la mañana del 23, como antes se ha dejado manifestado, recibieron por conducto del teniente Miralles -folio 280 de su declaración- la orden de abandonar la posición y de replegarse a Drius; atendido a lo cual, no pudo este oficial comunicar la expresada orden a Midar, que por antonomasia se entiende Azib de Midar, según queda comentado en el artículo respectivo. Hasta dicha hora no habían sido hostilizados, aun cuando se veían a distancia algunos grupos de moros; recogida la fuerza de la compañía de Melilla, que, hostigada y con bajas, pudo acogerse a la posición y prendido fuego a cuanto en ésta había, salieron desplegados, oyéndose en este momento un tiro, sin que en la marcha hasta Drius, rodeando por la margen izquierda del Kert, fueran inquietados. Si bien el teniente Miralles asevera al folio 28o vuelto que esta compañía, juntamente con la inmediata de Karra Midar, se retiraron ordenadamente por escalones alternados, recogiendo sus bajas, pues que iban siendo batidos por las cábilas que a su paso se levantaban; todo lo cual, dice, pudo observar en la última parte de la retirada.

El teniente médico Peña -folio 68o vuelto-contesta que las fuerzas de Ain Kert y Karra Midar verificaron su incorporación a Drius en perfecto orden. Pero el teniente Méndez Vigo -folio 1.513- y el teniente Bernárdez -folio 1.458 vuelto- hablan del ataque a esta posición con referencias a manifestaciones del propio teniente Miralles, que no pueden ser exactas, ni éste confirma por su parte, para justificar la salida de la compañía de la columna de Cheif, que, maltrecha, se refugiará en Ain Kert. El alférez de Artillería Lacaci, de Karra Midar, como se verá en la posición siguiente, habla, sin embargo, al folio 1 .328, de la retirada de su guarnición con hostilidad; pero en buen orden, aunque sin hablar de concierto alguno con la deAin Kert.

 

Karma Midar.

Asentada esta posición en una prominencia de la planada de la margen derecha del Kert, dominada a menos de un kilómetro por su frente e izquierda por las derivaciones de los montes de Busfedauen, constituída por parapeto de piedra muy elevado y aspillerado, con alambrada, con arreglo a la descripción que de ella hace el alférez de Artillería Lacaci -folio 1.326-, astillando cuatro piezas Krupp de nueve centímetros y formando su guarnición una compañía de San Fernando, con dos secciones, teniendo la tercera destacada en Izen Lasen y el destacamento de Artillería.

Manifiesta el testigo referido que en la tarde del 22 regresó apresuradamente de Drius la gente que había ido al acostumbrado convoy sin haberlo efectuado por completo, por habérsele ordenado la incorporación urgente al destacamento, dando noticias dichos individuos de la retirada desordenada de Annual; advirtiendo asimismo otras manifestaciones de la extraordinaria agitación del territorio y en la mañana del 23 la evacuación hostilizada de las posiciones del Midar. A las once recibieron por teléfono, de Ain Kert, la orden de evacuación; mas como los moros, apostados en las alturas dominantes de la posición, se mantenían en actitud expectante, sin haber dado muestras de agresión, el capitán mandó a un sargento montado a Drius para asegurarse de la exactitud de la orden, por más que ya habían visto pasar en columna y sin ser hostilizada, la fuerza de la contigua posición de Ain Kert». Confirmada la expresada orden, que dijeron haber circulado la noche anterior, inutilizaron las piezas, incendiaron el material y municiones que no pudieron cargar y efectuaron la salida, adoptando las disposiciones consiguientes a la marcha ; y en el momento de emprenderla, los moros, apostados en las alturas, rompieron el fuego, bajaron en persecución de la fuerza, que, haciendo pequeños altos contestaba a la agresión, conteniendo al enemigo, hasta llegar a las proximidades del río, donde al apoyo de una sección de Caballería que allí estaba, pudieron llegar ya más desahogadamente a Drius hacia el mediodía. El soldado de este destacamento Jesús Laserna Cano -atestado 125- confirma en todas sus partes la anterior declaración, la defensa que hicieron en retirada, conservando la organización, y cuya persecución cesara como a los dos kilómetros, pasando por cerca de Haman, aún ocupado por nuestras tropas, y encontrando antes del Kert las fuerzas de Alcántara, que les prestaron apoyo, expresando no haber tenido bajas durante la marcha.

 

Tamasusin.

Según declaración del soldado del regimiento de Africa Honorato Juan Sabater -folio 1.620 vuelto-, la posición asentaba en un montículo, y estaba constituida por un simple parapeto de piedra seca con alambrada. La guarnecía una sección de la compañía del expresado regimiento destacada de la posición de Haf. Manifiesta el testigo que sin haber sido hostilizada la posición, dispuso el oficial, a las ocho de la mañana del 23, salir para incorporarse a Drius; que cuando llevaban recorrido en su marcha un kilómetro, los moros les cerraron el paso, acometiéndoles con su fuego, por la cual agresión se refugiaron en una jaima rodeada de parapeto de piedra que hallaron en las proximidades-debiendo referirse presumiblemente al puesto de Policía de Ahesor, abandonado por ésta-, monde se hicieron fuertes, defendiéndose de los ataques del enemigo hasta la mañana del día 24, que asaltó éste la pasajera posición, aniquilando a los defensores.

 

Ahesor.

Era un puesto de Policía cuya acción se desconoce, fuera aparte de lo que incidentalmente dice el soldado anteriormente citado Sabater, sin que la Subinspección indígena haya podido determinar la forma en que fueran desalojados, lo mismo éste que los demás puestos de la demarcación de la ¡o.,, roa de la Abbada, a que pertenecían folio 1.815.

 

 

  XI POSICIONES FLANQUEANTES DEL CAMINO DE BATEL

 

Las posiciones anteriormente enumeradas del circuito de Drius se encontraban a vanguardia de este centro de sector, apoyando la línea de contacto; de la circunscripción quedan otras de retaguardia que cubrían la línea de comunicación; de ellas, las situadas al Sur y proximidad de la referida línea fueron recogidas por la columna del general Navarro, a su paso en retirada, la tarde del 23; en tanto que las más separadas, al Norte de ella, fueron mantenidas, en la idea de cubrir el flanco de la marcha de la parte de Beni-Said. Son dichas posiciones las que siguen:

 

Maman.

No hay información directa de esta posición; incidentalmente dice el soldado del regimiento de San Fernando Juan Asensio Domínguez, de la guarnición de Ain Kert, en atestado número 113, ya registrado, que estaba guarnecida aquella posición por una sección destacada de su compañía, y que esta sección se incorporó a ella al pasar por el camino la columna del general Navarro, en retirada sobre Batel, sin tener bajas, aun cuando fue hostilizada.

 

 

 

Uestfa.

El comandante de Regulares Llamas dice, al folio 1758 de su declaración, que al efectuar la retirada de Annual y llegar a Drius fue enviado por el jefe de esta posición a pernoctar con su gente a Uestía, acomodando, en tal sentido, la Infantería dentro de ella, y la Caballería y ametralladoras en unas casas a inmediación de la posición, edificaciones que iban a ser base para el establecimiento de un acantonamiento con destino a un tabor de Regulares.

El soldado del regimiento de San Fernando Antonio Caldera García, que  perteneció a su destacamento, al folio 1539 describe la posición, de cierto interés por cubrir el boquete de Sidi-Alí, pero constructivamente sin importancia, y dominada por las primeras elevaciones de los montes del mismo nombre.

El soldado del mismo Cuerpo Manuel Martínez -atestado número 134- da algunas detalles complementarias de su situación y estructura, y dice que la sección de su guarnición fue relevada el día 20 por fuerzas de la compañía provincial del regimiento, en número de 95 fusiles, siendo evacuada el día 23, al pasar, con dirección a Batel, la columna del general Navarro.

El cabo de Ceriñola julio Moya -información del regimiento- dice que su compañia, t.' del 3.°, fue enviada el 23 a Uestía para reforzar la sección de San Fernando, y que sobre mediodía tuvieron que proteger el paso de la indicada columna, pues el enemigo atacaba desde el río y desde las alturas que se levantan a la derecha del camino, y que una vez que hubo pasado la columna se incorporaron a ella, marchando en retaguardia, siguiendo sus vicisitudes.

El comandante Llamas consigna en su declaración –folio 1.758- que telefónicamente se le dio desde Drius, en la mañana del 23, entre otras prevenciones , la orden de avisar al jefe de las fuerzas peninsulares alojadas en Uestía, que estuviesen dispuestas para evacuar la posición cuando se le ordenase o cuando viese pasar la columna de Drius por la carretera.

 

Ichtiuen.

Con arreglo a la declaración del soldado del regimiento de San Fernando Ramón Vilariálo -folio 1.635-, la posición se asentaba sobre una loma de regular altura en la meseta de Arkab, flanqueada por barrancos de la parte de Drius y de Ben-Tieb, y dominada por las alturas en la dirección de Kandussi a distancia eficaz, describiendo sus demás circunstancias constitutivas. Guarnecía la posición una compañía del expresado regimiento con dos secciones, cuya tercera estaba destacada en Dar Azugaj, distante unos cinco kilómetros. Refiere el testigo que hubo tranquilidad en el territorio hasta el 23 de julio, que empezaron a verse grupos de moros que se coman por los barrancos con manifiesto propósito de rodear la posición, y el alférez Ruiz Tapiador, del destacamento de Azugaj, dice al folio 407 vuelto que el 22 por la noche le dijo su capitán, por teléfono desde Ichtiuen, que al día siguiente se retiraría la columna de Drius a Batel; pero sin que tuviese órdenes para las posiciones. A las dos de la madrugada del 23 quedó interrumpida la comunicación telefónica de Drius con Ichtiuen y Dar Azugaj, conservándose solamente entre estas dos últimas. En su vista, y por orden de su capitán, envió un soldado montado a Drius a pedir órdenes para ellas, recibiendo del teniente coronel de su Cuerpo Pérez Ortiz, jefe de las fuerzas del regimiento, la prevención escrita de “mantenerse, hasta que se les ordenaran, y que Itchiuen hiciese el convoy a Drius, como de ordinario” como asimismo asevera el soldado Quintián al folio 1.66.

Siguiendo su relación el soldado Vilariño, manifiesta, al folio 1.636, que a eso de las seis de la mañana del 23 «se recibió orden telefónica en contradicción con la interrupción de que antes se habla, y debe suponerse tenga por fundamento la medida, el aviso de la noche anterior de abandonar la posición, procediéndose a cargar las cuatro acémilas de dotación de la unidad; pero a las ocho, en conformidad con lo antes manifestado, recibieron contraorden de permanecer en el puesto, por haber desistido de evacuar Drius, en la prevención consiguiente a la ejecución del convoy.

Se dispuso el cumplimiento de su salida, aunque con mayor escolta, constituída por 23 hombres, al mando del teniente D. Pedro González Murga, y de la que formaba parte el testigo. Pasado el barranco que cortaba el camino, en el poblado inmediato les salió al paso el jefe de él, que les manifestó había enemigo apercibido, ofreciéndose a acompañar al convoy; rehusó el oficial que, desconfiando, le dijo que consideraba preferible se quedara para acudir al auxilio de la posición si fuera preciso. Salidos del poblado, los moradores se echaron tras ellos, y como no se detuvieran a sus voces, les agredieron a tiros. Herido el oficial de un balazo, que le llevó tres dedos de la mano izquierda, siguió, no obstante, animando a su gente con el ejemplo; refiriendo el testigo que habiendo cogido un moro por el correaje a un soldado herido, al verlo el teniente se apoderó del fusil de éste, y, a pesar de su herida, derribó de un tiro al moro; pero otro disparo poco después dio en el pecho al oficial, matándole.

Muerto el oficial, la fuerza que iba en vanguardia huyó y el testigo, el sargento y un cabo y dos soldados, uno herido, quedaron solos; más, haciendo fuego, pudieron retirarse hacia Drius, adonde llegaron bajo la protección de la fuerza que salió a recogerlos, a las nueve de la mañana.

Completando el relato el soldado Quintián, dice -folio 1.676 vuelto- que salió el convoy de Ichtiuen y que a poco de pasar el caserío referido vieron moros a caballo que se interpusieron entre la vanguardia y el convoy; que después oyeron descargas, y pudieron observar que los moros traían el caballo que montaba el teniente, y luego, tiroteo suelto, que denotaba la persecución de ice dispersos. Como una hora y media después el enemigo rodeó la posición, rompiendo el fuego contra ella, lo que determinó al capitán a salir, abandonándola, sin dar tiempo a destruir nada por el ímpetu de la acometida.

Efectuaron la salida con intención de dirigirse a Dar Azugaj ; muy acosados por el enemigo avanzaron, defendiéndose con sus fuegos; el capitán Fe fue herido antes de llegar al Kert, y a poco muerto por un segundo disparo, como fueron cayendo paulatinamente de igual modo los soldados, pudiendo llegar a Dar Azugaj unos cuantos, heridos en su mayoría, de los cincuenta y tantos que salieron de la posición.

Enlazando esta reseña con la declaración del alférez Ruiz Tapiador –folio 408-, dice que, resuelto el capitán a abandonar Ichtiuen, le dio orden de poner la fuerza en el parapeto para proteger la retirada, la que no pudo efectuar por el acoso del enemigo en el trayecto, confirmando murió en ella el capitán, y llegando solamente a Dar Azugaj cinco hombres sin armamento y catorce heridos, a los que sólo pudo atender imperfectamente por carecer de medios curativos.

 

Dar Azugaj.

Esta posición estaba situada a la derecha de la Alcazaba del Hach Amar, asentada sobre una altura cortada sobre el río Kert, teniendo tres avanzadillas, como a medio kilómetro, en puntos próximos dominantes. Había sido posición de mayor importancia, que en anterior tiempo estuvo ocupada juntamente con la Alcazaba, y había quedado limitada al reducto, formado por parapetos con banqueta, en buenas condiciones, pero con alambrada en mal estado. Tenía acceso a la carretera de Batel y camina al río Kert. Describe la constitución y elementos de la posición el teniente Ruiz Tapiador al -folio 407-, cumpliendo el puesto, a su parecer, el objeto de proteger el paso del río en invierno, y, en cierto modo, la carretera, distante dos kilómetros, aunque considerando a la posición débil por el defecto de la alambrada, la falta de medios de resistencia y lo reducido y disperso de las fuerzas; pues constituida su guarnición por unos 35 hombres, con arreglo a la manifestación del testigo -pues el estado de las fuerzas de la Comandancia general le asigna 57-, debía mantenerse, y se comprendía en aquel número un puesto de un cabo y cuatro soldados en cada una de las tres avanzadillas para la necesaria seguridad.

Refiere el testigo -al folio 408- que al comenzar el paso de las fuerzas en retirada de Drius a Batel se dirigió el ataque a la posición, que va había empezado a aparecer la falta de víveres y agua, por consecuencia de la interrupción del cotidiano convoy; que al llegar la cabeza de la columna a Uestia, a la vista de la posición del declarante, hizo señas por si podrían socorrerla o proteger su retirada, y como no fueran atendidas, mandó dos soldados con escrito suyo .pidiendo socorro, no habiéndosele tampoco atendido por la columna, aunque posteriormente se enteró de que le había sido aquél entregado al general Navarro. Siguió, pues, la posición asediada por el enemigo, falta de agua y víveres y sufriendo ataques durante los días 23 y 24, llegando los moros a la alambrada y rechazándolos con granadas de mano. En esta situación tan crítica, y decaída la moral de la tropa, por la tarde de dicho día se le hicieron proposiciones de capitulación en nombre del Hach Amar, que

el apuro de las circunstancias le obligaron a tomar en consideración.

Convínose en salir a la noche, entregando la posición, pero conservando el armamento, que sería llevado en caballerías, como los heridos, a Batel, Aguardaban confiadamente fuera de la posición la llegada de estos bagajes cuando fueron agredidos indefensos, desbandándose la gente, errando el testigo al azar, siendo al fin hecho prisionero, y yendo a recaer, tras varias vicisitudes, al puesto del pozo núm. 2 de Tistutin, cuya suerte ulterior siguió.

 

EXPEDIENTE PICASSO (parte 4)

Ben  Tieb.

Continúa la retirada a Drius desamparando a Ben Tieb.

No se detiene aún en Ben-Tieb la desordenada columna sino pasajeramente, para reponerse algún tanto. El jefe de esta posición (el capitán Lobo) trata en vano de retener algunas de estas tropas para reforzar su corta guarnición, recabando para ello el concurso de los jefes que pasan, les cuales desatienden la instancia a tenor de lo

que declara el teniente médico Peña, de aquel hospital de evacuación (folio 678 vuelto), que describe el desastre de la retirada bajo la obsesión del pánico, y más determinadamente se contrae el teniente coronel de Ceriñola Marina. También dice a este respecto el teniente de Intendencia Guerra -folio 1.527-, del depósito de aquella posición, que hicieron intentos de sujetar algunas de las fracciones para entrarlas en la posición a fin de organizar la resistencia; que con este, propósito salieron a la carretera, por la que pasaba la columna con la gente de diversos Cuerpos y Armas mezclada, los camiones abarrotados de soldados y todos en el mayor desorden, procurando detener a la gente y apear de los vehículos a los que no iban heridos. Ratifica que requería el jefe de la posición la asistencia de los referidos jefes y oficiales que pasaban con dicho objeto, pero sin alcanzarla; pues tanto éstos como los soldados, con el calor, el polvo, el cansancio y la depresión del espíritu, llegaban completamente agotados. Los soldados que se lograba hacer entrar en la posición se marchaban por otra puerta. El alférez de Ceriñola Guedea dice, en declaración del folio 1.249, refiriéndose a estas discusiones, que el teniente coronel Marina, de su regimiento, dijo qae seguiría con sus fuerzas a Drius, en tanto que el capitán Lobo, jefe de la posición, quería se detuvieran con ellos para contribuir a la defensa por contar sólo para este fin con dos secciones.

En resolución: todos seguían a Drius, ya sin hostilidad en este trayecto, al cual campamento (Drius) se recogen los restos desbaratados de estas tropas, tan faltas de gobierno como de moral.

 

 

 

 

 

 

Dice el capitán Cayuela, de Policía -folio 985-; que en Ben-Tieb se observaba una gran confusión de fuerzas de todas clases, sin mando ni dirección; que dirigiéndose a los oficiales de la posición preguntó por algún jefe de quien pudiera recibir instrucciones, contestándole aquéllos que allí sólo existía la perplejidad que observara, «sin órdenes de ninguna  clase», y que, en suma, la columna siguió el camino de Drius.

 

Resumen e impresión de los sucesos.

Al folio 62 se inserta una conferencia telegráfica celebrada entre el Ministro de la Guerra y el jefe de Estado Mayor de, la Comandancia general en que, con referencia a los informes fehacientes dados por el capitán de Ingenieros Valcárcel, en prácticas de Estado Mayor, se resumen las fases todas de los sucesos, así como al folio 59 se inserta otra de la una y diez del día 23 que traduce la impresión deprimente de los mismos y la situación de indefensión de la plaza de Melilla, expresándose en telegrama de las diez y siete cincuenta del 22 al Alto Comisario -folio 58-, por el coronel jefe de Estado Mayor, juzgar indispensable y urgentísima su presencia en la plaza por lo difícil de la situación, y con noticia de la presunta muerte del Comandante general, según los informes que recibe.

 

Descuido de toda medida para esta retirada. POSICIÓN DE IZUMAR

Por los fundamentos en su lugar establecidos se aprecia bien que el apoyo natural de la retirada eran las alturas de Izumar, y así dice el teniente médico D Harcourt (folio i.toó) que tenían pensado hacerse fuertes en dicha posición, que según hubo de manifestarle el capitán de Estado Mayor Sabaté era el proyecto primitivo (que ni por pienso fue puesto en ejecución en el momento decisivo), y donde creyeron encontrar algún sostén; pero que al entrar en la posición (de Izumar) vieron arder el depósito de municiones; que allí también encontraron al capitán de San Fernando, López Vicente; mas como en suma de fuerza que reunía en conjunto era de quince o veinte hombres, decidieron continuar la marcha.

Igual abandono hace notar el capitán Valcárcel en sus noticias referidas, así como de las sucesivas posiciones del camino; y dice el comandante Martínez Vivas, (folio 1.156 vuelto), al que la posición «C» evacuó, así como la «B», pudiendo comprobar esto último porque, al pasar al pie de ésta, vieron en ellas fuerzas de la Policía; que en la posición de Izumar, aun cuando estaba preparada para proteger el repliegue, teniendo sus fuerzas en el parapeto y las piezas de artillería cargadas, no llegó a hacer fuego porque no vio enemigo contra quien dirigirlo”, y cuando el capitán jefe de la posición creyó habían evacuado las fuerzas de Annual, dispuso, de acuerdo con los demás oficiales, destruir las municiones, inutilizar las piezas y salir con los elementos que pudieran llevar.

Si la posición de Izumar se hubiese, con efecto, sostenido y a su apoyo hecho firmes algunas fuerzas, presidiendo un mando, una dirección, hubiera sido posible contener y regularizar aquella desastrosa retirada, porque el enemigo no insistió en la persecución atraído más bien por el botín, como presintiera el Comandante general; pero abandonada dicha posición prematuramente -como todo hace suponer- las sucesivas, fiado todo al acaso y a la negligencia y no encontrando la retirada reparo alguno en su camino, cediendo todo al pánico, hubo de suceder lo que resultaba inevitable, degenerando en fuga descompuesta.

 

 

 

Beni-Asa.

Acuerdo postrer de posición en Beni-Asa.

Un grupo diferenciado de fuerzas, que una eventualidad llevó a las alturas de Yebel Uddia en la mañana del 22 de Julio, vino a sumarse al desconcierto de la retirada, acogiéndose también sus restos al campamento de Drius.

Refiere el capitán Fortea, (al folio 471 de su declaración), que hubo de exponer al Comandante general la necesidad de establecer una posición intermedia entre “B” y Uddia cuyo objeto era cubrir el portillo llamado de Beni Asa y que entre las mismas (“B” y Uddia) abre paso a los senderos que suben de Igueriben y descienden de Tizi-Assa, agregando más adelante (folio 482) que en presencia de los sucesos que se desarrollaban en contorno de Annual y grave estado de las cosas, cediendo también a la petición de los moros amigos, que le pedían para asegurar la tranquilidad de la calada, hubo de insistir el 21, al terminar el servicio, en la necesidad de establecer la referida posición, cuyo establecimiento inmediato así fue dispuesto.

 

Con arreglo al diario de operaciones de la Comandancia -folio 633- fue encomendada la operación para el día siguiente, 22, a una columna al mando del teniente coronel de Alcántara, (de ahí que el teniente coronel de Alcántara estuviera tan cerca y pudiera defender la retirada en Izumar) compuesta de este regimiento, tres compañías del de Ceriñola y una compañía de Ingenieros con el material correspondiente de fortificación para establecer la posición referida en el punto que designase el capitán de la 13ª mía de Policía; las compañías precitadas de Ceriñola, una procedente de la plaza, y las otras dos relevadas por las provisionales organizadas en los destacamentos de Nador, Zeluán, Zaio y Monte Arruí, eran los últimos refuerzos que llegan a Annual, y pernoctaban de tránsito en Ben-Tieb el 21, siendo la compañía de Ingenieros también del destacamento de esta posición.

 

Interrupción de los trabajos. Defección de la Policía y agresión que provoca.

Llegadas las fuerzas designadas a media mañana del 22 al lugar de asentamiento de la proyectada obra, se estaba en los primeros trabajos de su construcción -folio 482- cuando le fue comunicada al teniente coronel Primo de Rivera la orden urgente de acudir con los escuadrones en dirección a Izumar ,para proteger la evacuación de Annual, en consonancia con el aviso del folio t.ggó, a que con anterioridad queda hecha referencia, como en seguida puso esté jefe en ejecución; divisándose ya a este tiempo desde la altura la polvareda de la columna en retirada de Annual a Izumar. El enemigo se corría en tal momento por Tauarda, entre Uddia e intermedia “A” con ánimo sin duda de cortar el paso a la referida columna, que en tanto adelantaba desordenadamente

por la carretera, tiroteada por ambos flancos y retaguardia -folio 483-, siendo de entender de las manifestaciónes, un poco reticentes, del testigo que las fuerzas de su mía, establecidas en protección de los trabajos de referencia, desertaban de sus puestos y cruzaban sus fuegos con los flanqueos que desplegara Alcántara, conforme a las postreras órdenes del Comandante general; como el propio testigo fuera también objeto de la agresión, (que explica de parte de los moradores de los poblados que tuvo que atravesar para ganar la carretera), siendo de suponer que por desafección de su fuerza; agregando que al tratar de encaminarse a Dar Mizian para recoger la documentación no lo pudo conseguir a causa del fuego que de allá se hacía. (se entiende desde Dar Mizian)

 

 

Según el parte del capitán de Policía Jiménez Ortopeda (folio ¡.835), agregado a los servicios de la 13ª mía, al escapar de una guerrilla unos policías de ésta se les hizo fuego, rompiéndolo entonces el enemigo, que hasta entonces se había mantenido en observación, que próximamente a las catorce treinta arreció el fuego entre Uddia y Ben-Tieb, y por Tauarda trataban de atajar los grupos referidos enemigos, en dirección a la posición «A» y Tafersit; cubriendo entonces dicho frente hasta las dieciséis, que siguió para Dar Mizian, y al cruzar a Ben-Tieb pudo notar que, posesionados de la cabecera los rebeldes, hacían fuego contra dicha posición.

 

Síntesis de esta parcial retirada.

Según declaración del folio 1.339, del teniente Muñoz, de una de las compañías asistentes a los trabajos cuyo grupo de unidades, (dicho sea de paso, no se había sometido a mando de jefe alguno de regimiento, todo en el espíritu negligente dominante en el territorio), el enemigo había ido concentrándose en los barrancos que rodeaban el lugar de la posición en planta, al propio tiempo que las fuerzas de Policía establecidas en protección avanzada de los referidos trabajos, desde las alturas fronteras, abrían también fuego contra las tropas ocupadas en ellos; por lo que hubo de disponer el capitán que las mandaba cesar en el trabajo y aprestarse a la defensa. Acababa de desplegar la suya con este objeto cuando dio aquél la orden de retirada, aunque sin indicar dirección determinada, por lo que el testigo decidio adoptar con su compañía la de Ben-Tieb, y batidos de arriba, primero, y atacados después por los moradores del poblado que tenía que cruzar, se vio obligado a abrirse paso a viva fuerza, desbandándose en esta refriega su gente; pues, como asevera, en ella se encontró solo, por dispersión de la compañía. En las proximidades del poblado de referencia, manifiesta que alcanzó a ver que las otras fuerzas empleadas en la operación se retiraban también combatidas. El hecho es que, descendiendo de la altura y hostilizados por los moradores de los poblados de tránsito, quedaron también deshechos en el repliegue, acogiéndose los restos a Ben-Tieb, siguiendo el curso de la retirada general, como se incorpora también a ella la compaña de esta agrupación de Ceriñola que quedara en el Morabo, en la carretera, al cuidado de la impedimenta; haciendo observar el teniente del regimiento de Alcántara Bravo, (declaración del folio 1.379), que dichas fuerzas se retiraban con más precipitación de la que justificaba el fuego del enemigo, contrayéndose al conjunto de las unidades de referencia.

 

Dice el coronel de Ingenieros López Pozas, al folio 1.13i, que la tercera compañía de Zapadores de su Comandancia, encargada de los referidos trabajos, tuvo que aguantar el choque del núcleo de la harka que intentaba cortar por aquel sitio la retirada de las fuerzas de Anual hacia Ben-Tieb, y que cuando llegó a Drius tenía sesenta y tantas bajas de sus cien hombres del pie de fuerza.

 

Repliegue de Alcántara sobre Ben-Tieb y Drius.

Dice el referido teniente ¿coronel? Bravo en su precitada declaración-folio 1.379 vuelto-, que los escuadrones de Alcántara, pasando el tropel de la retirada, marcharon cubriendo la extrema retaguardia y recogiendo en el camino a los rezagados por el cansancio y extrema fatiga; que al llegar a Ben-Tieb aprestábase la guarnición para la defensa, porque los que pasaban en retirada no se detenían en ella. La Policía parecía ya sublevada, pues retirándose sobre su cabecera, no respondio al llamamiento. Se detuvieron los escuadrones hasta concentrarse, marchando después en dirección a Drius, excepto el quinto, que continuó en Ben-Tieb hasta que fue evacuada esta posición, cuya retirada, a, su vez, protegió hasta aquel campamento.

Y agrega el soldado Moreno Martín, de este escuadrón -atestado 138- que a poco de llegar a Ben-Tieb tuvieron que salir 40 caballos con el teniente Puga para contener una mía de Policía que se había sublevado, teniendo con ella bastante fuego, regresando y saliendo de nuevo para despejar los alrededores y proteger la salida de la guarnición, continuando después en protección de ésta hasta Drius.

 

Juicio de la retirada.

Juzgando la retirada el comandante de Estado Mayor Fernández, dice, al folio 814, que se explica las malas condiciones morales en que se realizó por los contratiempos experimentados en días anteriores y porque, a su juicio, no se efectuó con sujeción a las reglas del arte militar ; como lo demuestra el dato preciso de que la evacuación del campamento de Annual se verificó en un plazo de tiempo tan sumamente corto, que es imposible de comprender cómo durante él salieron tantos elementos de aquel punto, sino admitiendo que se imprimió al movimiento una precipitación inicial, que naturalmente había de reflejarse en todo su desarrollo.

El teniente coronel Fernández Tamarit -folio 1.202- dice también que la orden de retirada, abandonando todo lo que no fueran armas y municiones, causó una profunda decepción de las tropas, que aún esperaban auxilio; que en su iniciación se incubó ya el desastre; que no hubo quien restableciera el orden, brillando por su ausencia el Mando. Muertos unos, arrastrados otros por él torrente, nadie pudo ni supo contenerle, y atento a las condiciones de la única línea peligrosa de retirada, falta de puntos de apoyo y reservas que pudieran servir de dique, «la retirada -dice- terminó en un sálvese quien pueda desdichado, fatal consecuencia de errores que eran de todos, y de los que la oficialidad del Ejército, ni aun muriendo, pueden redimir a éste».

El coronel Riquelme reconoce asimismo, al folio 1.282 vuelto, la depresión moral provocada como consecuencia lógica de la evacuación de Annual por la columna más fuerte que se había concentrado, y ello después de la pérdida de las posiciones de Abarrán e Igueriben, esta última, a pesar del esfuerzo máximo realizado por el Comandante general para socorrerla; y si a esto se agrega la muerte del general; y de los jefes principales que con él estaban, se comprende el desconcierto de los inferiores y las consecuencia qué produjo, unido a no haber sostenido muchas posiciones la obligada defensa; y estima, por último el teniente coronel Dávila -folio tt296- que la desaparición del Comandante general, de prestigio notorio, deprimiría seguramente el, espíritu de las fuerzas, determinando el consiguiente desorden.

Es incuestionable, con todo eso, considerando el desarrollo de los sucesos desde su iniciación, que la caída inesperada de Abarrán hubo de ofuscar al Mando, sugiriéndole irreflexivas ideas de desquite, como en su lugar se ha visto, despertando al propio tiempo la inquietud de las tropas, como la posterior pérdida de Igueriben, en las condiciones de su lamentable abandono, influyó desastrosamente en el espíritu de ellas, debilitando el sentimiento de su propia confianza, como la autoridad del mismo Mando, que en sus postreras determinaciones, en presencia de la peligrosa situación provocada, parece desconcertado. La ausencia de disposiciones, encaminadas a encauzar en lo posible la situación con adopción de las medidas consiguientes al problema militar que se planteaba, indujeron por modo irremediable al desaliento y desorden promotores de la catástrofe.

Los términos del abandono de Annual, tal como la realidad los representa en el furtivo intento de escapar a la atención del enemigo, son indicios de sobrecogimiento del ánimo en esta  adversidad, de la renunciación de la voluntad y deberes inherentes al Mando, o del insuperable

ascendiente cobrado, en su impresión, por el dicho enemigo.

Habiendo faltado el Mando superior en tan supremos momentos, aislados y caídos los jefes, que, hubieran podido asumirle por natural sucesión, si el necesario concierto hubiera presidido en ello, sin guía ni dirección la fuerza, faltó asimismo, escalonadamente, su acción hasta las unidades inferiores, rota la cohesión y resortes de toda autoridad, surgiendo con el pánico la confusión declarada, que no encontró en la huida sostén alguno que la pudiera recoger y hacer reaccionar, sino los esfuerzos sueltos, meritorios, pero incapaces de contener la fuga, porque, en realidad de verdad, en esta humillante retirada de la tropa no opuso otra resistencia que su inercia, su abatimiento, el agotamiento físico, el aniquilamiento de su moral, como se deduce las múltiples declaraciones recogidas.

 

 

 

VIII POSICIONES PENDIENTES DE ANNUAL

 

En este lugar, y para seguir la metódica exposición de los hechos, se considera procedente resumir la suerte que corrieran las posiciones de la zona de Annual, no sólo de las que eran administrativamente dependientes de su demarcación territorial, sino también de todas aquellas que, constituyendo, de una parte, el frente avanzado, y sirviendo a la vez de protección a la línea de comunicaciones, son arrastradas sus guarniciones por la retirada general, como también de la parte opuesta, las de apoyo del sector, que, cubriendo a retaguardia el territorio aledaño al camino de Ben-Tieb a Annual, obedeciendo asimismo a la razón del repliegue, convierten sus destacamentos sobre la línea de retirada o sucumben en el intento de alcanzarla, recogiéndose los restos de todas ellas, sobre Ben Tieb y Drius, reseña en casos incompleta o reducida a simples menciones en cuanto han podido ser obtenidas estas noticias, pues de algunas posiciones no ha quedado ni rastro de sus aniquiladas guarniciones, conociéndose lo que de ellas fuera por meras referencias, remitiéndose en todas, y de manera general -como ya preliminarmente se hizo constar-, por lo que se refiere a la descripción de las posiciones, su asiento, estructura, organización defensiva, armamento, repuestos y aguadas, a las declaraciones de los testigos respectivos como base natural de apreciación de  su capacidad de resistencia y condiciones en que realizaron su particular defensa.

El artillamiento de estas posiciones se resume en el estado de destacamentos de la Comandancia de, Artillería -folio 1.101-, y de pérdidas sufridas por la misma de material, municiones y artificios con ocasión de los sucesos -folio 1.607.

 

Talilit.

Queda indicado en su lugar que entre las medidas adoptadas por el Comandante general, preliminarmente a la evacuación de Annual, figura el telegrama del día 22 -folio 1.995- al comandante del cañonero Laya dándole aviso de su resolución de retirarse sobre Ben-Tieb, y recomendándole, en consecuencia, que protegiera a Sidi Dris, sobre la cual posición se replegara a la de Talilit. En telegrama del mismo día –folio 1.999 y 2.000- da noticia de la fuerza incorporada y de las faltas en su contingente observadas.

Dice el sargento del regimiento de Ceriñola Marcial García –folios 1.252 y 1.258-, que la guarnición de la posición la constituía una compañía de dicho Cuerpo, cuyo capitán estaba con permiso en la plaza, manteniendo una sección destacada en la avanzadilla, que respondía al objeto de relacionar ópticamente la posición con la cabecera de Annual; una sección de ametralladoras de posición al mando del capitán D. Benigno Ferrer, jefe a la sazón de la posición, y un destacamento de Artillería a cargo de un oficial.

Que el 22 de julio, a las once, recibieron orden para evacuar sobre Sidi-Dris, efectuándolo inmediatamente el capitán Ferrer con la sección de Ceriñola del teniente Gare:a Moreno, sin tomar deposiciones para la marcha, y la restante fuerza salió después al mando del teniente Aguilar de Mera con lo que iba el declarante, sin adoptar tampoco medidas de seguridad; que a poca de salir empezaron a ser hostilizados por los moradores del territorio, y como el teniente de la sección se adelantara y los individuos de ella pretendieran dar a correr, el declarante los contuvo a mano armada, haciéndoles entender que era debido esperar a la fuerza de la avanzada; que en esta situación permaneció hasta que la vió replegarse sobre la posición principal; pero que como de ella no volvió a salir, continuó con su gente la marcha, perseguidos por el tiroteo hasta llegar al río de Sidi-Dris, donde fue protegida la retirada por las fuerzas de Policía de la posición que salieran en su apoyo.

De la fuerza de la avanzada dice que sólo llegó un soldado a Sidi-Dris, maltrecho y desarmado, y nadie del destacamento de Artillería, que había quedado inutilizando las piezas, y hubo de darse por desaparecido, y el soldado Garrido, de Ceriñola, dice, en atestado número 63, que de los Zoo individuos de que próximamente constara la guarnición de Talilit, sólo llegaron a Sidi Dris noventa y cuatro, por efecto de las bajas durante la retirada y combatido acogimiento a la última referida posición (182 asigna el estado general de fuerza del folio 329 a dicha guarnición).

Incorporadas las fuerzas remanentes a Sidi-Dris, y comprendidas en su guarnición , siguieron luego, la suerte de ella en el asedio y asalto de que fuera objeto; sin que por su aislamiento y situación pudiera ser socorrida por la Marina, a la que se encomendó el arduo intento de su salvamento.

 

Muy posteriormente presentados los soldados prisioneros García Manzanares, de Ceriñola, y Sánchez Gil, de Artillería, dicen, en atestado número 184, que desde el 17 presenciaron los ataques de las posiciones, sin que a ellos se les hostilizase, no sufriendo más consecuencias que la falta del convoy diario de Anual, teniendo que hacer el suministro en Sidi-Dris, por mediación del jefe moro del poblado de Beni-Margani, que, a petición del capitán, llevaban los víveres, confirmando, en lo demás, que el 22 abandonaron la posición, que fueron atacados por los moradores de los poblados, sufriendo muchas bajas, y reuniéndose en el río Kebir en un número de unos noventa, pudieron acogerse a Sidi-Dris.

Al folio 5.983 figura un telegrama del jefe de la posición del zoco de Atamar (avanzadilla de Talilit) transmitiendo confidencia de los moros sobre intento de asediarla.

 

Buimeyan.

Adelantada esta posición, en situación dominante, sobre la margen izquierda del Amekran, constituía su guarnición una compañía de fusiles y otra de ametralladoras del regimiento de Ceriñola, fuerzas de Policía en número de 60 hombres, como cabecera de la 15ª mía de Tensaman, y un destacamento de Artillería a cargo de un oficial.

Hostilizada esta posición insistentemente desde mediados de junio, queda con anterioridad relatado el proceso de sus vicisitudes, retrayéndose corro consecuencia de dichos ataques el servicio de seguridad que con anterioridad se extendiera hasta la Loma de los Árboles, dejando con ello al descubierto su aguada y, últimamente interceptada, así como estableciéndose el enemigo en los poblados en contorno de la posición, dificultó también el paso de los convoyes de Anual, llegando a hacer difícil su situación.

Dice el teniente médico Vázquez Bernabéu -folio 1.071 vuelto- que la noche del 21 de julio, con vista de la caída de Igueriben, se montó un servicio mixto de tropa peninsular y Policía, por la desconfianza que ésta inspiraba, pasando la fuerza la noche en el parapeto, oyendo a los moros enemigos invitar a los policías a la defección; que a las siete de la mañana del 22, en atención a la aparente tranquilidad circunstante, se montaron los servicios de seguridad, enviándose a Annual el convoy cotidiano, cuya tardanza en regresar los puso en alarma. Avanzada la mañana observaron, también con extrañeza, fuerzas marchando sobre el camino viejo de Anual en dirección a Izumar, y encontrándose faltos de agua y de víveres mandaron a un sargento de Policía en petición de instrucciones a Annual, el cual no regresó tampoco; advirtiendo que dicho campamento hacía fuego de artillería hacía retaguardia, dirección en la que nunca lo haba hecho. A las once y media recibióse desde Talilit la orden de evacuar la posición sin dar señales de destrucción, para no atraerse la atención del enemigo, y de replegarse sobre Annual, saliendo en ejecución de ella, y en vanguardia y flanqueo, la fuerza de Policía, a fin de proteger la salida de la guarnición de la posición; la cual fuerza indígena, desde el primer momento, hizo defección, echándose a los barrancos, sin que a la guarnición fuese dado llegar a Annual, porque el enemigo, en crecido número, acudio a cortarla el camino, ya en posesión del campamento, a cuyo saco habían entrado los cabileños. (o sea que a las once y media o media hora más los calibeños ya habían entrado en Anual).

 

El capitán González Longoria, de la Policía, apostado en las casas traseras de Annual, en dirección de Buimeyan, con objeto de asegurar el campamento por dicho frente, según se hizo constar en su lugar, manifiesta, al folio 494, que recibió la orden del 497, previniéndole que se iba a evacuar; que se daba orden a Buimeyan para el abandono de la posición, y que le enviaba el sargento indígena de la 6ª mía, Yamani, para que se le indicase el sitio desde el cual podría apoyar la retirada de su guarnición; mas al darse cuenta el testigo que Annual no hacía fuego, que el enemigo llegaba en grandes núcleos, sin encontrar resistencia, y que Buimeyan era abandonada por la Policía, que marchaba en dirección a Sidi Dris, y que ya habían evacuado todas las fuerzas de Annual, resolvió retirarse a su vez, con la escasa gente que le quedaba; con dirección a las casas, que ya estaban ocupadas por el enemigo, así como Buimeyan, y entraba también en Annual, sin cumplir, por tanto, el encargo de prestar apoyo a la retirada de aquella guarnición.

El teniente médico D'Hacourt, de la misma mía, dice, al folio 1.t04, que hallándose en el referido puesto avanzado llegó un sargento de ametralladoras

de Ceriñola con varios mulos e impedimenta -refiriéndose al convoy enviado-, que siguió hacia Annual, viendo también gente que se dirigía a Talilit, procediendo de la dirección de Buimeyan, reconociendo ser policías, y como se informasen de que las tropas abandonaban Annual y la fuerza indígena de protección de su aguada también se retiraba hacia Izumar, y al propio tiempo el enemigo arreciaba en su ataque y la fuerza propia debilitase la defensa, decidieron retirarse también hacia Annual.

El teniente Martínez Baños, de la repetida ti.- mía, confirma, al folio 1.234 vuelto, las órdenes recibidas con respecto a la protección que debían prestar a las fuerzas de Buimeyan; pero llegando, dice, unos cuantos soldados peninsulares , procedentes de dicha posición, manifestando que al efectuar la salida la guarnición habían sido casi todos copados, dispersándose el resto, por análogas consideraciones a las apuntadas, manifiesta que decidieron retirarse.

El capitán de Regulares Cebollino refiere, al folio 459, que, en retirada por Izumar, vió la fuerza de Buimeyan que marchaba hacia Annual, y que, al verse cortado el camino, retrocedio hacia su posición, sin que alcanzara a conocer su ulterior suerte. El capitán de Policía Jiménez Ortoneda, al folio 1.462, dice que vió arder la posición desde Yebel Uddia. Y el capitán de Ceriñola Catalán dice, por último, al folio 1.0t0 vuelto, que el de ametralladoras del tercer batallón, destacado en Buimeyan, escribió una carta, en la que decía que habían recibido la orden de replegarse a Annual a hora en que este campamento estaba ya ocupado por el enemigo.

En atestado 172, del cabo de Ceriñola Calixto Baramhones Cerezo y otro soldado, deponen que, al salir la guarnición de Buimeyan y desertar la Policía, que iba en vanguardia, las fuerzas peninsulares fueron muy tiroteadas desde el primer momento, marchando combatiendo hasta llegar a las proximidades de Annual, que estaba en poder del enemigo, y en donde fueron cercados y duramente atacados, muriendo la mayor parte de la fuerza y cayendo prisioneros el capitán de su compañía y unos veinticuatro hombres, de los noventa que, próximamente, la integraban, si bien haya noticia de algunos oficiales más, prisioneros , de este núcleo de fuerzas.

El soldado Antonio Escame, en atestado 152, confirma todos los anteriores particulares, pero agrega que se inutilizaron las piezas de artillería y se rociaron las municiones con petróleo, aunque no saben si llegaron o no a hacer explosión, porque se dio orden de marchar.

 

Intermedia «C».

Fue establecida esta posición el día 20, delante de Izumar, en la dirección de Annual, al extremo de una loma alargada, dominando el empalme de caminos que contorneaban por su pie la expresada posición Izumar, en el otro extremo de la cual loma estaba situada una avanzadilla de una sección. La posición estaba guarnecida por una compañía del regimiento de África, con dos ametralladoras, cuyo ganado había sido retirado a Annual. A tenor de la declaración del soldado Antonio López Expósito –folios 1.484 y 1.485-, el 21 por la tarde, cuando se replegaban las fuerzas de protección del fracasado convoy a Igueriben, empezó a ser atacada la posición; y aun cuando dice que la noche transcurrió con tranquilidad, está comprobado, por lo que se deja comentado a los folios 648 y 1.155, que en la noche, a las veinte, pidio auxilio la avanzadilla, que no le fue prestado ni por Annual ni por Izumar, viéndose obligado a replegarse a la posición principal.

Prosigue el expresado López que el 22, por la mañana, continuaba la tranquilidad, viendo pasar las tropas, en retirada, procedentes de Annual, por lo que el capitán mandó abandonar la posición, prendiéndola fuego, incorporándose la fuerza a la columna y siguiendo sus vicisitudes.

El soldado del regimiento de África José Alaejos, de ametralladoras del tercer batallón, a que correspondían las máquinas de la posición, y que se hallaba en Annual con el ganado, dice, al folio 1.422-28, que al pasar por “C” estaba ya abandonada, pero seguía en ella el cabo Morante, de su unidad, que esperaba que algún individuo de ella le ayudase a llevar los émbolos y aparatos de alimentación quitados a las máquinas, que no podía conducir por sí solo, el cual cabo le confirmó que la noche anterior habían atacado la avanzadilla, y que, consumidas las municiones y bombas de mano, hubo de recogerse a la posición. Y en cuanto a ésta, le dijo el expresado cabo que al ver venir desde ella las tropas de Annual, y que al principio creyeron se tratase de algún convoy, como advirtieran que la Policía se corría disparando a uno y otro lado del camino, y la loma en donde días anteriores hubiese tirado la sección de ametralladoras para proteger los convoyes de Igueriben iba cubriéndose de moros que, amparados en un barranco que en ella hay, tiraban también sobre la columna, el capitán Vallés, que mandaba las dichas ametralladoras, expresó que no le gustaba el aspecto que tomaban las cosas, y mandando inutilizar las máquinas, decidio unirse a las fuerzas en retirada.

 

Izumar.

El precitado soldado Alaejos dice que al pasar por su pie, en retirada, le hizo el efecto de estar ya abandonada esta importante posición. Asentaba en un elevado cerro (750 metros altitud) y constituían su guarnición una compañía del regimiento de San Fernando, una sección de Ceriñola, destacada de Yebel Uddia, y el destacamento de artillería correspondiente para el servicio de las cuatro piezas, de 7,5 Saint Chamond, que días anteriores de los sucesos fueron montadas. El 21 pernoctó además allí la una batería de montaña de Annual, replegada sobre la posición en consecuencia de las vicisitudes del combate del mismo día en apoyo del convoy a Igueriben. El 22 se habían montado los servicios de protección como de ordinario y sin novedad; pero al darse cuenta de la evacuación de Annual se decidio el abandono, y sin ser hostilizada la guarnición se incorporó a la columna de evacuación de aquel campamento.

El alférez Guedea, de la sección de Ceriñola -folio 1.248 vuelto-, dice que bajó descuidadamente al camino en la mañana del 22 para enterarse de lo que ocurría en Annual y razón del movimiento de fuerzas en retirada que observaba, e instruido del caso, cuando subió de regreso a la posición encontró a su sección formada, diciéndole el sargento que habían recibido orden de evacuar, como ya lo habían efectuado las demás fuerzas, por lo que, a su vez, los hizo con la suya, y que en el momento de abandonar la posición, o muy poco antes, el enemigo empezó a hacer fuego. En ella vió que era pasto de las llamas el depósito de municiones.

El comandante de Ingenieros Alzugaray, el de Artillería Ecija, el teniente médico D'Harcourt y el sargento Hernández -folios 1.121 vuelto, 1.145 vuelto, 1.106 y atestado numero 1-, dicen que cuando pasaban por el pie de la posición la encontraron abandonada.

El comandante Martínez Vivas, ya antes queda consignado, manifiesta-

folio 1.156 vuelto- que la guarnición de Izumar, cuando creyó que ya habían evacuado las fuerzas de Annual, tomó el acuerdo de abandonar la posición, como antes -al folio 1.156- expresa que el jefe de la posición pidio noticias por heliógrafo a Annual, que nada le contestaron y que a poco se presentó el cabo del servicio telegráfico comunicando que avisaron de Annual la salida de toda la columna hacia Ben Tieb y evacuación de las posiciones de primera línea hacia el mismo punto.

Es del caso hacer algunas aclaraciones sobre este particular. Indicaba el Comandante general en su telegrama del folio 55, al dar cuenta de su intención de replegarse sobre Ben-Tieb, que trataría de recoger antes las posiciones que le fuese posible; no hay datos concretos de sus órdenes, sino sobre Talilit y Buimeyan, según lo analizado; mas es natural inferir que al efectuar su retirada en la dirección obligada de Izumar contase con el apoyo al flanco de las posiciones desde “C” hasta Ben Tieb, y hace así suponer la manifestación del capitán de Ceriñola Catalán -folio 1.016 vuelto- de saber por referencias que al capitán de la intermedia «B» se le dio orden de sostenerse y apoyar el paso de las columnas, recomendación tanto más fundada tratándose de Izumar. El capitán de Policía Jiménez Ortoneda, que se encontraba en la mañana del 22 por aquellas alturas en servicio de protección, dice, al folio 1.462, que al ver arder Buimeyan y la retirada de la columna de Annual, así como más tarde arder también Izumar, acudio con la ansiedad y natural deseo de adquirir noticias a la inmediata posición “B”, diciéndole su capitán que carecía de ellas, como de órdenes de ninguna clase, y trasladándose luego a Uddia, le dijo asimismo su jefe que tampoco tenía noticias ni órdenes particulares.

No se ha podido, por tanto, comprobar el aserto del referido comandante Martínez Vivas, pues aun cuando la de Izumar ha sido la única estación telegráfica salvada su documentación sólo alcanza al día 21, y todo lo transmitido en la mañana del 22 desde las ocho, en que se restableció la comunicación por óptica, hasta las once y cuarto, son simples recados, sin registro, por ningún despacho -folio 2.067.

La impresión final que se recoge es la retirada prematura de la posición, como en opuesto sentido, la impresión de no haberle sido asignada la acción eficaz a que por su situación estaba llamada en el desconcierto de la evacuación.

 

Intermedia “B”.

No se ha presentado, ni ha podido ser recibida, por tanto, declaración a ningún individuo de esta posición. El soldado del regimiento infantería de Ceriñola Bacardit, que pernoctó en ella de paso para Annual, describe, al folio 1.688, la posición. Estaba guarnecida por una compañía del regimiento de Ceriñola, al mando del capitán don Miguel Pérez García, y un destacamento de 40 policías al mando de un oficial, según el capitán Jiménez Ortoneda, que recorrió en su servicio la posición en la mañana del 22, como ya se ha hecho constar, el capitán jefe de ella le manifestó que carecía de órdenes, “pero que -folio 1.462- sabría morir cumpliendo con su deber” Mas el teniente médico Peña

dice, al folio 679 vuelto, que la guarnición de esta posición se replegó a la de Yebel Uddía.

El comandante Martínez Vivas dice, al folio 1.156 vuelto, que a su paso en retirada por el pie de ella debía estar ya evacuada la posición, pues sólo vio en ella fuerzas de Policía, y el suboficial de Ceriñola García Bernal manifiesta -folio 1.582 vuelto- que la posición debía estar abandonada cuando pasó por su pie hacia la una de la tarde.

El sargento de Regulares Hernández -atestado número r-, que estuvo prisionero en Annual, refiere el asalto y aniquilamiento de esta posición en forma que no concuerda con las anteriores manifestaciones.

 

Yebel Uddia.

No se han presentado tampoco supervivientes de esta posición, asentada en el monte de su nombre, a 1.1.00 metros de altitud.

El soldado del regimiento de Ceriñola Pérez Morlanes -folio 1.690-describe la posición; pero salió de ella con anterioridad a los sucesos y desconoce su actuación.

También  la describe el alférez de Artillería Lacaci, que en ella estuvo en ella el día 4 de julio -folio 1.325-. La guarnición se componía de dos secciones de la 6ª compañía del segundo batallón del regimiento de Ceriñola y un destacamento de 30 policías al mando de un sargento.

El teniente Vidal Cuadras, de Artillería -folio 1.492-, dice que el 22 pudo observar desde su posición de Cheif el ataque, durante una hora. De la que vieron con los gemelos a última hora de la tarde que habían desaparecido las tiendas, como asimismo manifiesta que vio arder el teniente de Artillería Reig -folio 796- desde Buhafora.

El teniente de artillería Reig, antes citado, dice, que las fuerzas de Yebel Uddia habían evacuado sobre la posición “A”, corriendo la suerte en este caso de esta guarnición, en conformidad con la anterior manifestación abstracta del teniente médico Peña.

 

Intermedia «A».

En atestado i3c, el soldado del regimiento de San Fernando Francisco Gómez Iniester, que como cartero de la posición residía en Drius y el 22 de madrugada llevó el correo, regresando a su residencia hacia las ocho de la mañana sin advertir novedad, se describe someramente esta posición, pues tampoco se han presentado supervivientes de ella que poder examinar; constituían su guarnición dos secciones de la tercera compañía del tercer batallón de aquel regimiento, cuya tercera sección estaba destacada en Azrú, dos ametralladoras del primer batallón y el destacamento correspondiente de Artillería al mando de un oficial.

El comandante de Ingenieros Alzugaray -folio 1.121 vuelto- dice que cuando pasó por el pie de la posición, en retirada de Annual, pudo observar que se sostenía, aunque sin fuego, y el teniente de Intendencia Guerras -folio l.529- dice que el 23, a las seis e la mañana, llamaba por teléfono a Drius.

No se tienen noticias directas de la acción de esta posición; por referencias se conocen, con arreglo a la declaración del teniente de Artillería Vidal Cuadras -folio 1.492 vuelto-, de Cheif, que a las tres de la madrugada del da 25 se recibió un despacho por óptica de Drius ordenando que a las cuatro de la misma se abandonasen las posiciones de Tafersit y Midar, inutilizando cuanto pudiera ser de aprovechamiento al enemigo, se replegaran sus guarniciones sobre la columna del campamento, contiguo a la posición, que esta orden fue transmitida a todas las posiciones circundantes que con la suya comunicaban, no pudiendo efectuarlo a “A” uno recuerda por qué motivo, y el teniente de Artillería Gómez López, de Drius, comentando la retirada de las expresadas posiciones, consigna al folio 834, que a la posición «A» se olvidó el telegrafista de comunicar la orden, por lo que continuo resistiendo tres días más, según se cree, hasta que la tomó por asalto el enemigo.

El teniente médico Peña, en atestado del folio 283, dice que empezaron a atacar la posición “A” el mismo día 22; que se defendio durante dos días y enviaba heliogramas dando cuenta de que el enemigo la rodeaba y a los cuales no recibía contestación confirmando el teniente Vidal Cuadras (folio 1.495) que al llegar a Drius en retirada, “A” seguía haciendo fuego y funcionando el heliógrafo.

Según declaración del teniente de Artillería Reig, que fue prisionero de los moros en poblado próximo al lugar, como consecuencia del asalto a Buhafora, cuya batería mandaba, según noticias que le dieron los mismos moros, la posición se estuvo defendiendo hasta el 27 o 28 de julio, habiéndose refugiado en ella, según noticias del mismo origen que ya se han hecho constar antes, la guarnición de Yebel Udia; que, entablado parlamento, su jefe, el capitán de la compañía D. José Escribano Aguado, salió a conferenciar con varios principales moros ; pero que al ver que los indígenas, impacientados por la codicia del botín, se echaron sobre la posición, intentando forzar la entrada, mandó el capitán hacer fuego desde fuera a la guarnición apostada en el parapeto, muriendo de sus resultas el propio capitán y muchos moros de los que le rodeaban; no obstante, tras el incidente, se reanudó poco después el parlamento, acordándose la entrega de la posición y armamento, saliendo libremente; pero que exasperados -y rencorosos los moros por la agresión de que antes habían sido objeto, como por encontrar que el armamento había sido inutilizado antes de abandonarlo, rompieron el fuego y acometieron al arma blanca a los inermes defensores, exterminándolos a todos, salvo a dos que, según parece, estaban prisioneros en Annual en la época en que se refiere el relato con arreglo a las referencias del testigo.

El citado oficial, aunque desde su cautiverio no veía la posición, sí oía el fuego y la fiesta de pólvora con que los moros celebraban su caída.

 

Tzay-Udait.

Guarnecida esta posición únicamente por fuerzas de Policía, dice el teniente de Artillería Reig que desde Buhafora, donde se encontraba destacado, vió hacia las doce de la noche del 22 que la posición encendía una hoguera, dando a entender con ello el abandono del puesto; y que los policías del destacamento no llegaron a defenderse pues, antes bien, se sumaron a los insurgentes. En el sucinto informe dado el 23 de Noviembre por la Subinspección de las tropas y asuntos indígenas -folio i.8i5- se limita a decir que no se tiene de esta posición más noticias que las facilitadas por el oficial de segunda Achmelal, que mandaba aquel destacamento, según el cual le abandonaron los policías así como posición; mas el teniente Reig, en atestado número 1o, manifiesta «que los policías de la posición le dijeron, después de prisionero, que el oficial moro que los mandaba se marchó al obscurecer del zv).

 

Mehayast.

Esta posición, asentada en un elevado monte de Beni Ulixech -Yebel Azrú; i.i5o metros. Cuyo acceso se hacía desde Ben-Tieb por un mal camino de herradura, en las faldas de la cual altura había varios poblados moros. Hace su descripción el cabo de la Brigada disciplinaria Francisco Rodríguez Fernández en declaración al folio 1.646 vuelto, consistiendo su guarnición en una compañía de dicho Cuerpo, pero sólo de 36 hombres y dos oficiales. A tenor de dicha declaración, desde su situación elevada se veían, cuando las nubes acumuladas en la altura lo permitían, Sidi-Dris, Izumar, Igueriben y otras posiciones del territorio.

Presenciaron en consecuencia el abandono de Annual y el incendio de algunas tiendas cuando la columna de evacuación había ya rebasado la altura de Izumar, posición que asimismo vieron arder hacia la una de la tarde. Poco más de esta hora, vióse rodear la posición grupos de indígenas armados, en actitud expectante y afluir enemigos de zurrar. Consultóse, dice, a la una y media a Ben-Tieb sobre el partido que debiera adoptarse, a lo que no cree se obtuvo contestación, y como empezaran a hostilizar y aumentar la concentración de enemigos, contestóse a su fuego como media hora; mas, no alcanzando la fuerza para cubrir el parapeto, y estimándose no poder sostenerse en aquel aislamiento, determinóse evacuar la posición, como intentaron hacer, saliendo a la desfilada y llevando las municiones que pudo sobre sí las fuerzas y cargadas en las acémilas, quemando el resto de las que había en el repuesto. Emprendiose la retirada hostilizados nuevamente, y como al kilómetro escaso hubieron de hacer alto para contestar y contener la agresión, apretados, no obstante y rodeados de moros, hubieron de separarse en grupos, que en su dispersión fueron deshechos, muertos o prisioneros, y algunos pudieron acogerse como el testigo y un oficial, errando a la lejana posición de Quebdani, extremo que confirma -folio 1.358 vuelto- el comandante Sanz García. Coinciden en los términos de la evacuación el soldado de la expresada Brigada Mario Echan¡ Bilbao (atestado 150) y otros soldados, al 203, y el sargento Antonio Guirao Carmona, atestado 155, conforme en el fondo con las anteriores manifestaciones, precisa algunos detalles en cuanto al orden de salida, y dice que, si bien al salir era el propósito dirigirse a Ben Tieb, cerrado el paso por el mucho enemigo en esa dirección, decidieron marchar hacia Sidi Dril; pero, igualmente contenidos, fueron al fin, tras varios lances, reducidos y aprisionados.

Axdir Asus.

No se tienen noticias directas de esta posición, por no haberse presentado ningún superviviente. La guarnecía una sección de la compañia del regimiento de San Fernando, de Tuguntz. El capitán de Policía González Longoria -folio 503 vuelto- comunicó el 22 de julio al general segundo jefe en Drius, que esta posición había sido ocupada por el enemigo, sin otras referencias; como asimismo que continuaban atacando a la siguiente de Tuguntz.

 

Tuguntz.

Estaba guarnecida por la cuarta compañía del segundo batallón del regimiento de San Fernando. El capitán de Policía González Longoria, dice-folio 502- que al restituirse a la cabecera de su mía; en Yarf-el_Baaxmen, en la noche del 22, recibió un despacho del jefe de la expresada posición manifestando se acababa de presentar un moro manifestando «que el declarante ordenaba se le entregara la posición», a lo que hubo que responder que la Policía aprehendiera y diese muerte al referido moro; a lo que contestó Tuguntz que el moro era Cadur Namar, y que ya se había marchado; enterándose a poco de que la Policía había abandonado la avanzadilla y la posición era atacada por el enemigo, ataque que continuaba en la mañana siguiente del 23, siendo de advertir que en el estado general de situación no figura tal avanzadilla. Según declaración del capitán del regimiento de Melilla Araújo -folio 541 vuelto-, en la noche del 22 al 23 se recibieron en Quebdani, en donde se encontraba con la columna de su Cuerpo, varios telefonemas de servicio urgente circular, expedidos por la posición de Tuguntz, en los que se decía que era atacada, que no tenía víveres ni agua, escaseando las municiones y pidiendo órdenes, las que no se les pudieron dar por depender dicha posición de la circunscripción de Drius, donde el general segundo jefe se encontraba.

Que en las primeras horas de la mañana del 23, los aeroplanos lanzaron bombas en las inmediaciones de Tuguntz. Análoga manifestación hace el sargento del regimiento de Melilla Calzado, de la posición de Tizi Inoren (Beni-Said), al folio 1.544 vuelto, y que habiendo preguntado el telegrafista de esta posición al de Tuguntz, se enteraron de que un numeroso enemigo la atacaba.

Según atestado del soldado de San Fernando Bernardo Arranz, número 51 -salvando los errores de fecha en orden a lo que va expuesto-, el «21» empezaron a hostilizar la posición y el 24 la tomaron los moros por asalto, habiéndoseles terminado las municiones, el agua y los viveres, siendo agredidos al salir de la posición - sin decir en qué forma- dispersándose y quedando prisionero el deponente.

 

Yemaa de Nador y Halaud.

Situada esta posición en un, cerro de regular altura en las vertientes derechas del Uardana, estaba dominada por otra elevación a un kilómetro hacia el Noroeste que ocupaba la avanzada de Halaud. La constitución y vicisitudes de la misma se describen en la declaración del cabo del regimiento de San Fernando José Salgado Díaz –folio 1.723-; del soldado del mismo Cuerpo José Mediavilla -folio 1.638-; el artillero de su destacamento José Ruiz-folio 1.722. Guarnecía la posición la cuarta compañía del primer batallón del expresado regimiento de San Fernando, que mantenía en la avanzada un puesto de sargento y 20 hombres y el destacamento correspondiente de Artillería a cargo de un oficial.

Según las declaraciones de los expresados individuos, el 22 vieron, hacia la tarde, las fuerzas de Annual en retirada, y a poco correrse grupos de moros en torno de la posición, por lo que dispuso el capitán fuese reforzada la avanzada; dice el cabo que también advirtieron que salta la cabecera próxima de la 13ª mia de Dar Mizian, la Policía, y dirigirse a la posición, y que ellos supusieron vendría a cooperar a la defensa; y aun expone el artillero Ruiz que la harka auxiliar, que a distancia precedía a las fuerzas de Annual al retirarse, acudio también a ella con la pretensión de que se la dejara ocupar la posición. El hecho

es que el capitán mandó salir a las cinco una sección con propósito de despejar las avenidas del terreno en que se iba condensando el enemigo, mientras que las otras se aprestaban a la defensa en el parapeto; salió y desplegó la sección en ejecución del mandato; pero un grupo de Caballería, dice-se, de la Policía sublevada, le cortó el paso y le rodeó haciendo fuego, ni que contestaba con el suyo; pero acosada por el enemigo, en mayor número, la acometió y deshizo. Salieron las otras secciones detrás, combatiendo como hasta medio kilómetro, pero revolviéndose el enemigo contra ellas, las dispersó asimismo.

La gente de la avanzadilla, al ver que al cuarto de hora había cesado el fuego de la posición, observando que los moros corrían hacia ella, y al darse cuenta de la evacuación sin haber advertido la señal convenida para llegado que fuera este caso, resolvieron abandonar el puesto a su vez con intento de dirigirse a Drius. Combatida de igual modo esta fuerza, dispersa habiendo sufrido muchas bajas, sólo los restos de uno y otro grupo acudieron acogerse desperdigados a dicho campamento. El artillero Ruiz, por su parte, agrega algunos detalles que pueden dar lugar a creer que no presidiera la debida entereza en el desarrollo de los acontecimientos y sustentación de la defensa.

Aun cuando en declaraciones del capitán González Longoria –folio 49- del teniente de Intendencia Guerras -folio 1.529 vuelto-, teniente de Artillería Reig -folio 1.194-, al que le manifestaron los moros que la posición no hizo defensa, dispersándose la fuerza, y teniente médico Peña -folio 679 vuelto-, se hacen referencias incidentales sobre esta posición, pierden interés ante la deposición de los precitados testigos oculares.

 

Morabo de Sidi Mohamed.

Asentada esta posición a S5o metros de altitud (no existen supervivientes de su guarnición; era una sección del regimiento de San Fernando destacada de la compañía de Ben-Tieb, y según manifiesta el capitán de Policía Fortea -folio 483 vuelto- y el teniente médico Peña -folio 679- vuelto, la vieron arder la tarde del 22 de julio, dando de hecho sucumbiera aquélla.

 

 

 

 

Dar Mizzian.

Cabecera, de la 13ª mía de Policía, de Beni Ulixech, se limita el informe de la Subinspección de dichas tropas a manifestar que al efectuarse la retirada hacia Ben Tieb la expresada cabecera, como las casas inmediatas, estaban en poder del enemigo. Ya se ha consignado, en orden a la declaración del capitán de esta mía Fortea -folio 483-, que al dejar los puestos del servicio en las alturas de Uddia el día 22 y tratar de dirigirse a Dar Mizian, no lo pudo conseguir, a causa del fuego que desde allí se le hacia; como asimismo el capitán Jiménez Ortoneda, de la octava, agregaba, en parte del folio 1.835 confirma, que al descender a Ben-Tieb de dichos servicios, le dio orden el comandante Villar, en el sector, de seguir a Dar Drius, toda vez que durante la ausencia de las fuerzas los jefes de Beni-Ulixech habían ocupado Dar Mizian y desde ella habían roto fuego contra Ben-Tieb.

El teniente médico Peña, con menos ambages, dice -folio 679 vuelto- que en Dar Mizian «desertó la mía íntegramente», y el teniente de Intendencia Guerras -folio 1.527 vuelto- afirma que al mediar la retirada de Annual -debelan ser, según las referencias del testigo, sobre las 13:30 horas - recibieron por teléfono de Dar Mizian apremiantes peticiones de auxilio, y como llegara el capitán Chicote con su escuadrón, que ya halla sufrido bastantes bajas protegiendo aquélla, le mandó el capitán jefe de la posición marchar en socorro de los peninsulares que allí había y lo demandaban que salió el escuadrón, sin que el testigo sepa lo que después ocurriera; ni el capitán Chicote, en su declaración folio 1.866- hace comento de ello. El soldado Moreno Martín, de este escuadrón -atestado 152-, dicho queda, con arreglo a su manifestación, que poco después de llegar a Ben Tieb, en retirada de Annual, hubo de salir el teniente Puga con 40 jinetes para sostener una mía de Policía que se había sublevado, teniendo con ella bastante fuego, regresando al campamento y teniendo que volver a salir para despejar los alrededores y proteger la salida de la guarnición.

 

 

Ben Tieb.

Asentada esta posición en lugar despejado, sobre una eminencia a la margen del llano de Sepsa y contigüidad del camino de Annual, conteniendo un depósito de acumulación de Intendencia y repuesto de municiones para abastecimiento del sector.

Su construcción se describe al folio 1 .322, declaración del capitán de Estado Mayor Dolz del Castellar. Constituían su guarnición dos sectores de la primera compañía del segundo batallón del regimiento de San Fernando , una compañía de Ingenieros y el quinto escuadrón de voluntarios de Alcántara, encargado de escoltar los convoyes hasta Annual; un destacamento de Artillería para el servicio de las piezas de dotación. Estacionaban además en la posición dos compañías de Montaña de la Intendencia y el personal de este Cuerpo afecto del Depósito.

Refiere el testigo teniente de Intendencia Guerras (folio x.526) que después del paso de los fugitivos de Annual e ineficacia de las instancias que se dirigieron para allegar fuerzas de las que pasaban para contribuir a la defensa , en la idea de hacer salir de la posición todo el ganado innecesario, dispuso el jefe de ésta que las dos compañías de intendencia que allí acampaban de ordinario, a su regreso asimismo de Annual en retirada, continuaran a Drius; de forma que quedó reducida la guarnición a las dos secciones referidas de San Fernando, con unos 6o hombres; la compañía de Ingenieros que había regresado diezmada de “B” adonde se había replegado -folio 1 . 121 vuelto- después del defraudado intento de establecer la posición del paso de Beni -Asa, (Tizi Asa) y el escuadrón de Alcántara, también mermado por las bajas sufridas, con la gente de Artillería y Depósito de Intendencia.

Con la evacuación de Annual y todo su frente hasta «A», única que se mantenía, la posición de Ben-Tieb quedaba al descubierto, expuesta y amenazada a la directa agresión del enemigo. A su pesar -dice el testigo teniente Guerras- trataron de defenderse y concertaron los mejores medios para ello; pero las consideraciones inherentes a su insuficiencia y a lo precario de la defensa, en todo caso, decidieron al jefe de la posición a consultar por teléfono con Drius, dando después orden de abandonar ésta y destruir lo más que se pudiera de los Depósitos.

 

El capitán de Caballería Chicote dice en su declaración -folio 1.874 vuelto- que el jefe de la posición «comunicó con el general Navarro por teléfono, manifestándole que la situación era insostenible por más tiempo, ordenando dicho general que se evacuase la posición con todo orden, después de haber incendiado el depósito de municiones..., el cual aserto carece en absoluto de fundamento, por las razones siguientes :

en primer término, el Comandante general fijó como límite del repliegue, según ha podido conocerse por sus órdenes postreras, Ben Tieb, Beni-Said;

en segundo lugar, según el teniente Guerras -folio 1.528 vuelto-, la salida la efectuaron de tres a cuatro, llegando a Drius al caer la tarde, y siendo así que el general Navarro llegó a Drius a las 17:30, conforme a su telegrama -folio 5o- dando cuenta de su llegada, de encontrar los restos de las tropas de Annual y posiciones intermedias, y de que le comunican haber evacuado e incendiado Ben-Tieb, como muestra de extrañeza; luego no es admisible que de él partiera la orden.

Aclarando el extremo, el teniente médico Peña dice, al folio 699 vuelto de su declaración , que el capitán lobo, jefe de la posición, no logrando que de Drius le dieran órdenes concretas, aunque estaba con este punto en comunicación telefónica, decidio evacuar Ben-Tieb. No sabe el testigo de un modo cierto si la evacuación fue decidida por el mismo capitán u ordenada por el Mando, pues le dijeron que el capitán pidio repetidamente órdenes concretas a Drius, y en vista de que no se las daban dijo que, en caso de no recibir órdenes en cinco minutos, como su situación era tan comprometida, tomaría el silencio por orden de evacuar ; de lo que resulta que el partido, de la evacuación se lo tomó el jefe de la posición por su propia cuenta, independientemente de las razones que en su ánimo pudieran asistirle para ello.

De su parte afirma el capitán de Estado Mayor DoIz -folio 1.324- que el 22 por la tarde, y durante la retirada, el capitán Lobo pidio instrucciones por teléfono respecto de lo que debía hacer, limitándose a ponerlo en comunicación con el jefe de la circunscripción, que era un teniente coronel de San Fernando , Alvarez del Corral. La evacuación, según él expresado testigo Peña -folio 69o-, se hizo ordenadamente; la Caballería desplegó a la izquierda para atraer la atención del enemigo, mientras la Infantería desplegaba al salir de la posición; que marcharon después los heridos, en número de 60 a 70, en carros y caballerías por no haber otros elementos, y en esta forma, sin ser hostilizados por el enemigo, llegaron a Drius, alcanzando en el camino a la cola de la columna de Annual, que ya marchaba más recobrada de ánimos, al decir del testigo, llegando a la seis de la tarde a Drius.

 

Sidi  Dris y Afrau.

Pertenecientes estas dos posiciones a la circunscripción de Annual, aunque distanciadas y separadas por un abrupto territorio, la primera situada en la cabila de Tensaman, y la segunda en la de Beni-Said, y aisladas regionalmente consideradas su dependencia administrativa como las operaciones concertadas con la Marina para su auxilio y salvamento, imponen resumir ambas posiciones reunidamente en este lugar.

La posición de Sidi-Dris se describe en la declaración -folio 1.648 vuelto-del comandante del regimiento de Ceriñola D. Alfredo González Larrea, que ejerció el mando de la posición en época anterior a los sucesos. Dice este jefe que no existía camino, propiamente dicho, de Annual a Sidi Dris, sino sendas; una de ellas por el zoco, entre medias Talilit y Sidi-Dris, con algún mayor rodeo, pero ambas igualmente malas, calificando de equivocaciones, tanto esta posición como la de Annual, por carecer de línea de retirada, por la dificultad de comunicaciones y la escabrosidad del territorio intermedio.

También reseña la posición el sargento del regimiento de Ceriñola Miguel Mariscal, refugiado en Talilit, al folio 1.254. Constituían la guarnición una compañía del regimiento de Ceriñola, una sección del de Melilla, una compañía de ametralladoras de este Cuerpo, destacamentos de Artillería, Ingenieros telegrafistas, Intendencia y Compañía del mar y Policía; en total, según estado de fuerza del 22 de julio, 274 hombres, que con la gente acogida de Talilit compondrían alrededor de los 300 a que se alude en los partes de la Marina. Destacado, en virtud de orden urgente del Comandante general, a las aguas de Sidi-Dris el cañonero “Laya”, adonde llega en la mañana del 20, observando normalidad, sobre las 10:30 del 22 –folio 907- recoge, como resultado de la conferencia mantenida por dicha autoridad con el Alto Comisario, el radiograma que le dirige el Comandante general comunicando la resolución de la retirada de las tropas de Annual sobre Ben-Tieb -folio 1.995-, de que en su lugar queda hecha mención, con el encargo directo a dicho buque de proteger a la guarnición de Sidi-Dris y a la de Talilit, que se replegaba sobre la primera; según el parte del comandante del expresado cañonero -folio 908-, a las 14:00 horas del 22 empezó a manifestarse agitación en los aledaños de Sidi-Dris, empezando el asedio con algún tiroteo, sin que el ataque en las primeras veinticuatro horas fuera muy enérgico. Mas, en suma, produjo el efecto de estorbar la aguada, apretando el enemigo el cerco y la hostilidad progresivamente en forma de apurar los recursos de la posición.

En telegrama de las 15:00 de dicho día -folio 2.000- el jefe de la posición de Sidi-Dris dice a la Comandancia general que llevaban dos horas de tiroteo con los harkeños, que se vean grandes núcleos de moros, y solicitaba autorización para, en caso necesario, romper el fuego de cañón- Así se le concede en telegrama de las 17:20 –folio 2.001-, previniéndole extreme la resistencia , que será apoyada por la escuadra, que arribará con urgencia.

En telegrama del mismo día -folio 2.005- se comunica también a la Comandancia general ser atacada Afrau, y en telegrama de las 10:40 del 23 se la manifiesta haberse dispuesto marche a sus aguas un cañonero, a fin de cooperar a la aguada de la posición; esperando se extremaría la resistencia y sólo agotados todos los medios se refugiara la guarnición en el buque. En telegrama de las 23:24 del expresado día 22 - folio 2.006-, el Alto Comisario previene al comandante del “Laya”, en Sidi-Dris, que se pusiese al habla con el “Princesa de Asterias” que debería llegar de un momento a otro, e indicase la conveniencia de proteger con el fuego de ambos buques la posición de Sidi-Dris, y en caso de no ser posible sostenerla, favorecer su evacuación, incendiando cuanto pudiese ser aprovechado por el enemigo, y debiendo los buques recoger la guarnición y elementos que de ella evacuasen.

En telegrama del folio 2.007, recibido el 23 a las 04:24, el jefe de la posición de Sidi-Dris da conocimiento de estar la posición rodeada por el enemigo, que en otro, recibido a las 19:45 diez y nueve y cuarenta y cinco del mismo día -folio 2.09C) -, participa haber sido tiroteada constantemente durante la noche y haber hecho causa común con el enemigo las cábilas circunvecinas. En otro posterior del mismo día -folio z.oie- dice continuar el tiroteo y no poder salir de la posición. En telegrama de las 15:10 del 23 -folio 2.or1- el comandante del ««Princesa de Asturias» transmite que Sidi-Dris le comunica carecer en absoluto de agua, así como expone por su parte la imposibilidad de enviársela; insistiendo el jefe de la posición en el de veintitrés y quince -folio 2.013- cerca de la Comandancia general en la imposibilidad en que a su vez él se vé de efectuar la aguada en el río y carecer de dicho liquido hacía doce horas, ni para los ranchos; al pasar el comandante del «Princesa» este telegrama por la estación de su buque, insiste en que, como prácticamente considera imposible el envío de agua a la playa, la posición, no contando con aguada asegurada en el río, tiene que ser evacuada, como dice que ya ha expuesto al Alto Comisario a su paso dicho día a bordo del “Bonifaz”, cuando se trasladaba a Melilla. Tanto el jefe de la posición de Sidi-Dris -folio 2.015- como el comandante del «Princesa» -folio 2.016-encarecen el envío urgente de fuerzas, si se quieren sostener las posiciones, la citada y Afrau; pues de lo contrario, dice el último, tendrían que ser evacuadas, operación la cual consideraban ofrecer graves riesgos, sobre todo para el personal de aquélla.

El Alto Comisario, en telegrama del 24, de las 14:15 -folio 1.017-, contesta que, dada la situación de las guarniciones de Sidi-Dris y Afrau, puede disponerse la evacuación con auxilio de los otros buques, si se juzgase factible, y en la forma que hubo de manifestar.

El comandante del «princesa», en telegrama del 25, 2:10, participa al Alto Comisario que ambas posiciones dicen que necesitan evacuar, por manifestar encontrarse en situación de mucha gravedad; pero que la operación de evacuar Sidi-Dris se juzgaba dificilísima; exponiendo que antes de proceder a la operación, que empezaría por Sidi-Dris, cumpla a su deber indicar a su Autoridad los graves peligros de emprenderla, y que quizá no tuviese éxito, perdiendo botes y gente; en resolución, consultaba si se debía intentar la operación, o se desistía de ella, en la idea de enviar refuerzos. Aun, cuando el jefe de Sidi-Dris, en telegrama del 25 -folio 2.01q hace protesta del espíritu de la guarnición en defensa del honor de las armas, decidida a arrostrar todas las penalidades que sufran la realidad implacable, imponiéndose, en nuevo despacho de las diez y seis del mismo día -folio 2.022-expresa considerar imposible la salida de no enviarse refuerzos, encareciendo hagan presente al Alto Comisario el apremio de su envío, con palabras reveladoras de la desesperación y angustia de la guarnición: “Estamos perdidos, y que contesten y le digan al Alto Comisario que mande fuerzas pronto, y que a ver si quieren salir en seguida de la plaza, que estamos muriendo, no podemos más ya”.

El comandante del “Princesa” al comunicar esta vehemente instancia, insiste en que, no pudiendo bajar la guarnición a la playa y tratar de ganar los botes a nado, pues éstos no podrían vararse, había que considerar perdida la posición y sus defensores si no llegaban tropas; avisando al propio tiempo que Afrau estaba sin agua ni municiones, y que a esta posición la consideraban, por iguales razones, también perdida. El Alto Comisario, en telegrama de las i8-io del- 25-folio 2.025-, que dirige al “Princesa” para que fuese transmitido a Sidi-Dris, expresa, con harto dolor, la imposibilidad en que se ve de enviarle refuerzos; que, convencido de que no podría continuar la guarnición su heroica defensa, la autorizaba para parlamentar con el enemigo, conmovido ante el valeroso comportamiento de todos, que habían llegado en el cumplimiento del deber a límites de admiración en su honroso sacrificio en aras de la Patria y del honor del Ejército. Encarece, finalmente, al comandante del «Princesa» que tan luego conociera haber sido entregada la posición, y ser, por tanto, inútil su presencia en aquellas aguas, se trasladara a Afrau, transmiendo a esta posición el anterior despacho.

Los acontecimientos, empero, se habían precipitado en Sidi-Dris. En telegrama de las veintidós del día 24 -folio z.o14 , el comandante del “Princessa de Asturias” había expresado al Alto Comisario que había recibido su radiograma sobre la evacuación de las posiciones pudiendo referirse al del folio 2.017-, manifestando que decidirá cuando los jefes de ella, a quienes había consultado, le dijesen serles imposible sostenerse, y le expresasen también su conformidad a evacuar y correr los gravísimos riesgos de bajar a la playa. En las comunicaciones del Comandante general de la Escuadra transmitiendo los partes del “Laya” –folio go5-y el del “Princesa de Asturias” -folio 1.111-, se consigna los términos en que había de realizarse la operación, si bien no hay conformidad en la hora convenida, pues en tanto el «Princesas dice que de once a doce de la mañana, después de un nutrido cañoneo, el «Laya» consigna que se efectuaría a la una de la tarde, después del bombardeo, que comenzaría a las doce.

En este estado, en telegrama de las 13:25 del 25 -folio 2.020, el comandante del “Princesa” dice al Alto Comisario que, apresurada la evacuación, antes de la señal convenida, eran las  09:45 -folio qo8 vuelto-, intentaron los buques el salvamento de la gente que de veía en la playa y nadando, enviando los botes con resultados desastrosos; recogiendo sólo unos doce o catorce de tropa peninsular y de Policía, con pérdida de dos bates , y bajas, y que había quedado gente en la posición, a la que sería imposible evacuar; confirmándolo desde Sidi-Dris, que avisaba que aún había quedado gente y vivía el jefe; que la situación era apuradísima, que pedían que se telegrafiase insistiendo en la petición de refuerzos y que se siguiese cañoneando; no creyendo fundadamente el comandante del «Princesa» que pudiesen ser salvados.

En nuevo despacho de las 17:25 del mismo día -folio 2.024- participa el comandante de este buque que Sidi-Dris sigue sin evacuar y pidiendo refuerzos, «y que no les dejen morir».

Que la posición de Afrau sigue sin evacuar, pidiendo también auxilio sin agua ni municiones. En despacho del 26, o-so -folio 2.en6- el repetido comandante manifiesta al Alto Comisario que el radiograma autorizando la capitulación de Sidi-Dris había llegado tarde: la posición, desde la evacuación parcial de la mañana, parecía dispuesta a no realizar nuevo intento, en vista del numeroso enemigo y de la imposibilidad de no alcanzar la playa, que sin haber recibido ningún aviso de la posición, se vio de pronto la entrada del enemigo en ella sin resistencia, al parecer, «habiendo capitulado», y rápidamente trató de ganar la playa parte de la guarnición, haciendo fuego los moros, llegaron pocos a la playa y no se pudo recoger más que a cuatro soldados por el «Lauria», dando algunas referencias por ellos con respecto a la suerte de la posición. Participa, por último, la salida del «Laya» para Afrau, por si llegaba a tiempo de comunicar al jefe de la posición la autorización para capitular, proponiéndose recalar allí de madrugada con los otros buques.

Siguiendo correlativamente el curso de la defensa interior, dice el sargento Mariscal, de Ceriñola, en declaración a el folio 1.252, en relación con el atestado del 1.258, que Sidi-Dris empezó a ser hostilizada desde la tarde del 22, sosteniendo vivo tiroteo toda ella y la noche; que con varia intensidad siguió el 23 y 24, en cuya noche arreció con más dureza, por crecer la concentración del enemigo atacando con bombas de mano, aunque sin lograr meter ninguna en la posición; que serían próximamente las veinticuatro cuando el jefe de la posición dio la orden de que se evacuara ésta a las cuatro de la mañana, si bien llegada la hora no se efectuase, pero adoptándose hacia las ocho algunas disposiciones para poner fuego a la posición, decidiéndose, al fin, la salida hacia las diez, como dice el cabo de Ceriñola Feliciano Moreno, en atestado número 186.

 

La ejecución continúa -el sargento Mariscal al folio 1.253 vuelto debía verificar en el orden siguiente: las fuerzas de Policía; una sección de Ceriñola, de Talilit, al mando del capitán Ferrer, por muerte del teniente Moreno; otra sección de la cuarta del primero del Cuerpo, allí destacada; los heridos y el destacamento de la Compañía de Mar; la sección de Melilla, las ametralladoras, las fuerzas de Artillería e Ingenieros, y, por último, la sección del declarante, con otra de su mismo Cuerpo. Que de estas fuerzas salieron hasta la sección de Melilla inclusive, efectuándolo de a dos; pero por el efecto del nutrido fuego del  enemigo, duda el testigo que pudiera haber llegado a la playa, y en armonía con lo que después dijo el jefe de la posición; pues él, desde el lugar opuesto del parapeto en que se encontraba, no podía ver la abrupta bajada a la costa por donde se efectuara la salida.

El soldado del regimiento de Melilla Crespo, en información practicada ante su Cuerpo -folio 1.038-, dice que el intento de evacuación se hizo saltando por una brecha hecha en el parapeto por los policías, que hasta aquel momento no habían dejado un momento de defender la posición - no obstante los temores denunciados par el jefe de ella en el telegrama del folio 2.015, y que continuaron de la misma forma hasta llegar a la playa y embarcar en el cañonero, que, estando algo distante de la costa , hubieron de alcanzar a nado; agregando que al salir de la posición se diseminaron, sabiendo que muchos quedaron en el interior de la posición; pues el fuego que al salir de ella se les hacía era grande, teniendo la seguridad de que muchos quedaron muertos y heridos al pie de la brecha y en el trayecto de la costa.

Los soldados de Ceriñola Garrido y otro -atestado número 163- dicen que el jefe de la posición ordenó fuera ésta evacuada, saliendo parte de la guarnición con dirección a la playa; pero de que en vista de que el enemigo se echaba encima, causando numerosas bajas a los que salieron, se mandó suspender la evacuación a los que aún permanecían dentro, entre ellos el comandante jefe y capitán Ferrer, de Talilit, y otros varios oficiales. El antes citado cabo Moreno -atestado 186- dice que hacia las diez de la mañana dispuso el comandante que saliera la guarnición hacia la playa, para refugiarse en la Escuadra; pero como desde el momento que salían de la posición reciban un nutrido fuego del numeroso enemigo que la rodeaba, saliendo próximamente la mitad, muriendo la mayor en el camino, logrando refugiarse unos treinta hombres con armamento en un poblado de hebreos próximo a la playa, donde se hicieron fuertes hasta la caída de la tarde; que una vez asaltada la posición, bajó un numeroso enemigo al poblado, teniendo que entregarse, quedando prisioneros.

En información de la Comandancia general -folio 1.03e-, con referencia a lo depuesto por un marinero salvado de la Compañía de Mar, -se confirman los pormenores de la crítica salida, lo rudo del ataque sufrido en ella y escaso número que pudieron ganar los barcos y comportamiento valeroso y fiel de la Policía. Interrumpida, cual queda expuesto, la evacuación, sigue diciendo el sargento Mariscal, al folio 1.259 de su atestado, que el nutrido fuego abierto por el lado de la playa continuó sin interrupción hasta la tarde, y que el jefe de la posición manifestó que los que habían salido anteriormente no habían podido llegar ninguno a la playa; que era debido morir por la Patria, y que él no entregaría la posición al enemigo; que a las cuatro arreció el fuego, intentando grupos enemigos asaltar la posición, no lográndolo, por de pronto, por la defensa que hicieron bajo el mando del comandante Velázquez, herido los ciento veinte hombres que habían quedado por la mañana en un brazo. Hora y media después vio el testigo que por detrás del frente que él ocupaba hacían fuego, y en estos momentos fue muerto el jefe de la posición, viéndose rodeados por el enemigo, y entablándose la lucha cuerpo a cuerpo dentro de ella, cayendo él, a su vez, herido, sin darse cuenta de lo ocurrido después, hasta que al volver en sí pudo ver que no había más que moros dentro de aquélla.

 

El soldado Garrido, en atestado antes citado , número r63, dice también a este respecto que suspendida la evacuación permanecieron, en vista de ello, en la posición; pero a eso de las seis o siete de la tarde un gran número de enemigos la atacó impetuosamente, y que, no obstante su resistencia, no se pudo impedir fuese asaltada por los moros, muriendo en el asalto todos los oficiales y gran número de individuos , quedando el resto prisioneros.

En el parte del “Layan” -folio g o- se consigna que, a pesar de las seguridades dadas por los salvados del abandono total de la posición, se abstuvieron, por suerte , de tirar sobre ella; pues a las cuatro de la tarde el «Princesa» recibió nueva petición de auxilio, suplicando los sitiados el envío inmediato de refuerzos, envío de botes y auxilios urgentes; que pensando en lo que podría hacerse, «asaltaron los moros la posición, dominando las alturas; mataron o cogieron nuestra gente, y a la playa no debieron llegar nadie o casi nadie», confirmándose en el del « Princesa» -folio 1 .113 vuelto- que viéronse bajar a la tarde, tiroteados por el enemigo, alguna gente de la posición, volviendo a ordenar los botes, prepararse para ir a recoger a los que pudieran, sin resultado, porque casi todos ellos cayeron heridos, muertos o prisioneros, alcanzando ya en noche cerrada cuatro o cinco náufragos los botes del «Lauria».

En conferencia telegráfica de las 17:30 del 25 -folio gs- se da cuenta del desastroso resultado de la evacuación, como de la resolución del Alto Comisario de que no se hiciesen más intentos de salvamento, en atención al parecer de la Marina, quedando allí los barcos para recoger algún evadido que consiguiese ganar la playa sin ser descubierto; y en otra conferencia del mismo día, de las veintitrés y cuarenta minutos -folio 102-, se manifiesta por el Alto Comisario el angustioso telegrama que recibiera del jefe de la posición de Sidi-Dris, y la revelación que haba hecho de continuar la defensa, en atención a serle materialmente imposible socorrerlo y haber llevado aquélla a honrosos límites, agregando : «Es una página más de gloria, de tantas como se han escrito en estos días, que atenúan las vergüenzas de la cobarde huída; homenaje póstumo al heroísmo de aquellos sacrificados defensores.

Perdida la posición de Sidi-Dris, trasladándose el «Laya» a Sidi-Mosain-Afrau, siguiendo luego a ella el «Princesa,, y el Laureen -f olio z.oap- a comunicar la autorización concedida por el Alto Comisario para parlamentar con el enemigo si no podía efectuar la evacuación -folio 9iovuelto-, advirtiendo el jefe de la posición de los términos en que ésta pudiera llevarse a cabo, sin obtener respuesta, por la falta de medios acordes que entre el buque y la posición existían, pasando el tiempo, dice el comandante, sin oir más que algún tiro suelto enemigo y ninguno de las nuestros. Supuso el comandante pudiese estar la posición abandonada o no tener municiones. En la noche recibió el “Laya”, estaciones de telegrafía óptica y personal de Ingenieros del Ejército para su manejo. A las diez y treinta s- cinco del a3 -folio 2.029- la Comandancia general había avisado a los buques de Sidi-Mosain comunicaba estar algo apurada por falta de agua, indicando la necesidad de acudir en su auxilio protegiendo la aguada, y aun recogiendo la guarnición si ésta no pudiera sostenerse.

Al amanecer del día 26 pudo apreciarse que la posición se mantenía. Transmitía por los nuevos medios de autorización de referencia. La posición contestó con el heliograma del folio 929, en que demandaban con apremio auxilio, cañonear los alrededores de la posición y despejar la playa de Poniente, mandando todos los botes para poder salir de un viaje, por ser crítica la situación.

En su vista, dispúsose el cañonero de la costa; pero los de la posición, sin dar tiempo a la preparación ni aguardar la señal convenida, se echaron fuera y bajaron a la playa que les había sido designada, y con auxilio de los botes pudieron ser recogidos 13o hombres de los 18o de la guarnición. La posición de Afrau estaba situada sobre el acantilado en el saliente de la costa de Beni-Said, constituida en la forma que se describe en la declaración del folio 1.080, componiendo su guarnición una compañía del regimiento de Ceriñola, media sección de ametralladoras de posición, destacamento de Artillería, a cargo de un oficial, y de Intendencia para el depósito de víveres; Ingenieros telegrafistas para la estación óptica, y -,o policías, al mando de un sargento indígena.

De la fuerza ésta de Policía desertaron al principio del ataque el sargento y catorce askaris, sin que el resto de la gente inspirase confianza. Ausente el capitán de la compañía, con licencia en España, ejercía el mando accidental de la posición el teniente del destacamento de Artillería Gracia, y por muerte de éste la asumió el de igual clase de ametralladoras D. Joaquín Vara de Rey y Sanz. Afrau, según antes queda dicho -folio 2.005-, comunicó en telegrama del 22 ser atacada, y dando de ello detalle en telegrama del día 23, sin hora, y participa la Comandancia general que en la tarde de dicho día aproximáronse a ella numerosas grupos de indígenas con bandera española, que al estar cerca, confiados por dicha falacia, rompieron el fuego, apoderándose de la fuerza de protección de la aguada, compuesta de siete peninsulares y diez policías, de la cual se presentaron en la posición seis de los primeros sin armamento.

En telegrama de las 14:00 del 23 -folio 2.030- comunica que en vista de la imposibilidad de enviar convoy a la avanzadilla, había dispuesto el teniente de Artillería Gracia la retirada del puesto, durante cuya protección fue muerto dicho oficial, encargándose entonces del mando el precitado teniente Vara de Rey. En telegrama del 24, a las siete y cinco -folio 2.034-, el jefe de la posición comunica que la posición continúa asediada y que el enemigo intentó en la noche anterior repetidos ataques, causando bajas, y que el agua se le terminaba dicho día. En telegrama del 25, a las cinco horas -folio 2.035- el Alto Comisario manifiesta al comandante del «Princesa» -dice “Cataluña”, mas debe ser terror material el envío a remolque de una o dos barcazas en la idea de facilitar la operación de embarque de la guarnición, pues aun comprendiendo su dificultad, encarecía la precisión de intentarla por no serle posible el envío de refuerzos en la cuantía exigida. En telegrama del día 26, 12:45 -folio 2.036-, el comandante del “Laya” comunica al Capitán general del Departamento de Marina el salvamento efectuado de Afrau , el cual confirma el jefe de las estaciones eventuales enviadas en el suyo de las 13:20  -folio 2 .037-, recogiéndose en los buques la casi totalidad de la guarnición. También lo participa el comandante del “Princesa” en telegrama de las catorce y treinta y cinco -folio 2.038. La posición había realizado una sostenida defensa hasta que, dando la guarnición por agotados los medios de resistencia, decidio la evacuación.

Relatando el teniente Vara de Rey el curso de los sucesos en la posición -folio x .o8t-, dice que el día 22, con ocasión del regreso de Annual de los contingentes de la cabila movilizados para formar la harka auxiliar, conociéronse en ella los acontecimientos del frente, y que fue advertido por telegrama de Sidi-Dris de adoptar precaución ante el riesgo de un ataque, observándose la aproximación de grupos de moros que con mujeres y niños llegaban con banderas españolas y que, no obstante las protestas de un jefe indígena que estaba dentro de la posición, inspiraron confianza; pues al cabo, cautelosamente fueron aquéllos corriéndose por la playa, envolviendo la posición, haciendo al cabo agresión contra ella y sorprendiendo el puesto de la aguada, formado de peninsulares y policías; estos últimos hicieron causa común con los agresores. Que a poco enviaron a los soldados aprehendidos de dicho puesto con carta para el jefe de la posición, pidiendo una entrevista, según tradujo el sargento de Policía, la que fue contestada afirmativamente; pero comisionado dicho sargento para llevar la contestación, poniendo en ello particular interés, con cuatro arkaris, ninguno de ellos volvió y continuó el fuego durante la tarde y noche.

El día 23, por la mañana, según queda ya apuntado, hubo necesidad de retirar la avanzadilla por no poderla abastecer, y habiéndose tenido que asentar una pieza al descubierto en el centro batido de la posición para proteger con su fuego esta retirada, fue muerto el teniente Gracia, que rectificaba la puntería para conseguir el objeto. Inutilizado el aparato Magin del heliógrafo, tropezóse con grandes dificultades para sostener comunicación con el cañonero “Laya” apostado, porque de noche no se podía contestar al Scott del buque más que con el enterado, y éste, recíprocamente, en igual forma, de día, el heliógrafo, y de aquí la falta de correspondencia observada luego por la Marina al transmitir con Scott los términos del desalojo de la posición. Continuó la defensa de la posición, arreciando el ataque durante la noche del 23, en que llegó el enemigo hasta las alambradas.

En la noche del 24 recibió incompleto -folio t .tro- el despacho del Alto Comisario en que se ordenaba evacuar la posición; pero no así el posterior, en que se le autorizaba para capitular, del que sólo pudo recoger algunas palabras.

El cañonero «Laya», que se había ausentado para acudir al salvamento de Sidi-Dris, regresó a Afrau en la tarde del 25, y en la madrugada del 26 se presentaron el “Princesa” y el “Lauria” para contribuir a la operación acordada. El día 26, al amanecer, viendo el testigo que se aproximaban los buques, se dispuso a evacuar la posición en la forma que explica, reservando una de las dos ametralladoras en previsión de la eventual necesidad de su uso.

Salieron en vanguardia un sargento y 15 hombres peninsulares y once policías, fuerza sobre la que se arrojó el enemigo; marchaba luego una sección distribuída a ambos lados de flanqueo, y detrás el centro, que era otra sección, y los heridos, cerrando la marcha el testigo con el resto de las fuerzas de todos los Cuerpos que había en la posición, y en ésta quedó el suboficial de la compañía con unos 15 hombres y otros tantos policías para sostener la retirada.

Al salir la columna los moros la rodearon; y viendo ocupadas por numeroso enemigo las dos playas que se extienden a uno y otro lado del saliente de la costa en que la posición asentaba, decidio marchar rectamente al mar, hacia las rocas del arrecife, donde, metidos en el agua, contuvieron con el fuego al enemigo, con la cooperación de los buques, que, echando sus botes al agua, en varios viajes, y siempre batidos por el enemigo, consiguieron recoger a bordo a los evacuados en número de 130 hombres de los 175 a 180 de que constaba la guarnición, de ellos más de 40 heridos. Hasta el momento de la salida, consigna el testigo al folio 1.083 vuelto, habían tenido cuatro muertos y 18 heridos, y en el momento de salir la vanguardia cayó herido el sargento que la mandaba, que siguió en su puesto, y muerto el médico que acudio a reconocerle; calculando en su totalidad las bajas -folio 1.084- durante la defensa y retirada en upas go.

Declara en conclusión el testigo que, de no haber realizado la evacuación en el momento en que la puso en práctica, hubiera sido más costosa, e imposible quizá, porque al darse cuenta el enemigo por la llegada de los barcos de los propósitos de efectuarla, hubiera acudido la harka que había expugnado a Sidi-Dris, aumentando poderosamente los medios de los asediadores.

 

 

 

IX DRIUS

Toma el mando de Drius el general Navarro.

En la tarde del 22 de Julio se presentó en Drius el general segundo jefe, recogiendo el mando en bien críticas circunstancias y estado de las fuerzas refugiadas de Annual y posiciones intermedias, dirigiendo en este sentido al Ministerio de la Guerra el telegrama de las diez y ocho y cuarenta y cinco minutos -folio 60--, en que así comunica, con manifestación como primera impresión que recibe de la falta de noticias concretas de lo ocurrido, como del paradero del Comandante general, participando al mismo tiempo el abandono e incendio de Ben-Tieb, ya antes comentado , y su intento de procurar la reorganización de los incoherentes elementos allí acumulados.

En conferencia, sin fecha, pero correlativa -folio 2 .002-, el general Navarro se opone a las órdenes del Alto Comisario, desde dicho campamento, dándole cuenta de su llegada y de recoger las referidas fuerzas, e insistiendo en anteriores peticiones, manifiesta su duda de poder conservar posición ninguna «más allá de las antiguas», desconociendo, por lo demás, otros detalles de la situación.

 

Crisis de la situación.

En telegrama posterior de las veintiuna y cuarenta y cinco del mismo día -folio 6i- hace conocer el temor de que las posiciones avanzadas en torno de Drius, de Tafersit y blidar, desde Buhafora, Aizen Laeen. Azib, Cheif, Ain Kert y Carra Midar, no pudieran resistir el empuje de la harka enemiga, que parecía denotar el intento de continuar su avance por Tizi-Asa ; y como la moral de las tropas la juzgaba tan deprimida que no se aventurase a operar, estimaba que sólo la llegada inmediata de refuerzos organizados y en número proporcionado podría salvar lo crítico de la situación, y eso reduciéndose, en retirada progresiva, a límites más estrechos del territorio, sin que, por lo demás, la situación política le inspirara tampoco confianza.

 

Posición y campamento de Drius.

E1 campamento de Drius, donde se hallaba recogido, asentaba y asienta en la llanura de Sepsa, sobre la margen izquierda del reo Kert, a 250 metros del puente de la carretera de Batel, distando medio kilómetro de la frontera posición de Dar Drius, que le daba nombre -plano folio 1.3iq--. Su constitución se describe en declaración del sargento del regimiento de San Fernando Manuel Martínez -folio 1.673-, con todas sus circunstancias.

 

Inseguridad de la línea de comunicación.

Era muy fundado y legítimo el temor que abrigara el general segundo jefe por sus comunicaciones, notoriamente débiles y faltas de seguridad, pues desde el momento que hubieran de declararse en defección las cábilas de retaguardia se haría imposible su situación y abastecimiento, amenazado además por su frente, al quedar éste abandonado ; y como la difusión conocida de los recursos de fuerzas de la Comandancia general había dejado desguarnecido el territorio de retaguardia, y la rápida propagación del preparado movimiento insurreccional, inmovilizando y anulando los dos principales núcleos de Beni-Said y Telatza, dejaba al descubierto los flancos, ni

Batel, Tistutin, Arrui y Zeluán podían servir de punto de sostén a la comprometida línea de comunicación, ni menos prestarle apoyo para una retirada emprendida en las desfavorables condiciones de descomposición y desaliento a que las tropas habían llegado y en que fuera obligado a emprenderla.

 

Imprevisiones agravantes de la situación de dicha línea.

Sea dado insistir sobre ello, glosando las palabras del teniente coronel Fernández Tamarit -folio 1.202 vuelto-, tanto por lo fundamental de las causas a

que obedeciera la situación provocada, como a la falta de previsión de rápida decisión, luego observadas en los momentos resolutivos del punto que se examina.

Dice el precitado jefe, después de referir los términos desastrosos de la retirada de Annual, que ya en dichas condiciones de desánimo era inevitable lo que ocurrió después, y las reconocidas dotes de serenidad y valor concurrentes en el general Navarro, y que personalmente había podido admirar el testigo, no bastaron para atajar el incendio; y como, por otra parte, «con nuestra típica y fatal confianza, nadie había pensado en posibilidad de un revés ni había organizado segunda línea; como todas las fuerzas estaban en el campo, una vez que las circunstancias obligaron al general Navarro a evacuar Dar Drius, y que el alzamiento de las cábilas cortó las comunicaciones, las posiciones del zoco de Telatza Dar Quebdani estaban perdidas. Imponíase naturalmente, en estas condiciones, el repliegue de sus fuerzas, en vista del ineluctable levantamiento del país.

 

 

Amenazas contra las comunicaciones y resolución de repliegue a Batel.

Siguiendo el hilo de la narración, el general segundo jefe, en nuevo telegrama de las cero y veinticinco del día 23 -folio 67-- confirma al Ministerio sus impresiones pesimistas en cuanto a la actitud suspecta de Beni Said cuyo levantamiento anunciaba como probable para este día el capitán de la ii.• mía territorial; y considerando que la línea de comunicación de su campamento con Batel se hallaba seriamente comprometida, por la amenaza que el enemigo pronunciaba por Axdir-Asús, que ya atacaba, eJchtiuen, y comoquiera que la situación general no le permita mover los descompuestos restos de fuerza que la habían quedado, apelaba a la resolución única que se le ofrecía de retirarse sobre Batel, dando orden a las posiciones antedichas de Tafersit y Midar de replegarse sobre el campamento de Cheif, para desde allí cortar al zoco el Telatza de Ulad Bubker, en espera de soluciones a la situación, y replegarse ulteriormente, en caso preciso, sobre Monte Arruit; sentido en el cual manifestaba comunicar las órdenes y proponiéndose llevar a cabo el' movimiento en la mañana.

 

 

Indicaciones del Mando dirigidas a mantener la línea del Kert.

El Alto Comisario, por su parte, en conferencia telegráfica con el Ministerio, de las 23:15 del 22-folio 64-, recogiendo las primeras lacónicas noticias de Drius, del general segundo jefe, manifestaba que a la hora aquélla ignoraba el alcance del repliegue de las tropas, como la situación y posiciones que se conservaran en Beni-Said; pero que, en principio, tendería a que se mantuviesen en lo posible en la línea de Dar Drius, Dar Azugaj, Kandussi, Quebdani, conservando los puestos de la costa, aunque sin conocer, como era natural, el margen de resistencia que le quedara y dónde podría sostenerse hasta la llegada de refuerzos. Atento a esto y sobre los que él preparaba, manifestaba que, como lo que había quedado más desorganizado eran los servicios, hacía designación de los que perentoriamente y de momento consideraba necesarios, indicando la urgencia de la llegada de fuerzas, Porque imaginaba que el mayor enemigo que allí había era la falta de la moral, participando, por último, su resolución de trasladarse inmediatamente a Melilla.

 

Desconocimiento de la situación preparada.

Al insinuar el Ministro, de su parte, la sorpresa de lo ocurrido, «cuando ningún indicio tenía de lo que, por lo visto, se venía fraguando desde hace algún tiempo, a juzgar por la intensidad del estallido», aun cuando confiado, en todo caso, para dominar la situación en las altas dotes que reconocía en el Alto Comisario, declaraba éste que no podía él «prever, y con ello no eludio lo más mínimo mi responsabilidad en lo ocurrido, y de cuya primera manifestación tuve conocimiento cuando V. E. me preguntaba qué había ocurrido en Melilla... De entonces acá se han precipitado los sucesos en forma tal, que aunque no desconocía la existencia de harkas en Tensaman, nunca podía imaginar que su actuación alcanzara los resultados que han conseguido...»

 

Prevenciones del Alto Comisario.

En telegrama de las 04:50 del 23 -folio 2.004-, y en consecuencia con los propósitos enunciados, trasmite el Alto Comisario las prevenciones consiguientes, en el sentido de que, aun cuando con desconocimiento de la situación del momento, encarecía al general segundo jefe la conveniencia de concentrar todo el esfuerzo de las tropas a mantener, a lo menos, la línea referida de Quebdani, Kandussi, Drius, Telatza, en la seguridad de que no había de esforzarse la resistencia, como tender, en lo posible, a conservar los puestos de la costa, indicándose al propio tiempo la salida de los primeros refuerzos de Ceuta y de la expresada superior autoridad, la cual comunica personalmente su llegada en conferencia de las 00:45 del día 24 de julio -folio 79.

 

Detención transitoria de la retirada.

En conferencia de las 16:20 horas, del día 23 -folio 74-, celebrada entre el Ministerio de la Guerra y el jefe del Estado Mayor de la Comandancia general, se da cuenta de la suspensión del movimiento de retirada sobre Batel, decidido por el general segundo jefe, atendiendo a las indicaciones del Alto Comisario, pero entendido -folio 75- que al continuar en Drius lo haría en espera de los refuerzos anunciados, por serles muy urgentes y precisos; pues que, de no recibirlos en muy breve plazo, se vería irremisiblemente obligado al repliegue, ya en peores condiciones.

 

Gravedad apreciada del momento.

El Alto Comisario, instruido por las noticias que recibe del general segundo jefe, de su forzado repliegue sobre Batel, amenazado de flanco por el enemigo, y de su desconfianza creciente de la situación política, e inminente defección de Beni-Said, así como la situación moral y material de los restos de las guarniciones recogidas del frente, se considera en el deber de hacer presente al Gobierno, en telegrama de las once del 23 -folio 69-, la insuficiencia de los medios por de pronto aprestados para restablecer la situación, aun reduciendo las pretensiones a conservar la antigua línea del Kert, representando lo peligroso del momento, y dado agravar la situación el botín de artillería, armamento y municiones caído en poder del enemigo.

 

Relato autorizado de la situación.

En conferencia de la 01:40 del mismo día 24 -folio So-, luego de haberse hecho cargo rápidamente de la situación y de confirmar su llegada a las 23:00 de aquella noche, manifiesta que trató a seguida de buscar comunicación con el general Navarro, y sin conseguirlo; que dicho general, que pernoctó el az en Dar Drius con los restos de la columna de Annual, se retiraba el 23 sobre Batel, duramente hostilizado, pareciendo que desde este punto iniciaba un segundo repliegue hacia Monte Arruit, adonde en el momento de conferenciar llegaban ya restos desperdigados de la columna, sin que se pudieran distinguir las unidades. Recoge también la noticia de que otras posiciones, débilmente guarnecidas, entre Batel y Beni-Said, es decir, inmediatas a vanguardia del Kert, habían empezado a ser hostilizadas. En estas condiciones y al tratar de organizar la defensa, se encontraba con que no había nada aprovechable: todos los servicios desorganizados y el material casi en su totalidad en poder del enemigo, y las fuerzas dispersas y sin mando; y con ser desastrosa la situación que pintaba de recursos materiales , lo era “mucho mayor la moral, que se había perdido en casi todos los resortes del Ejército; en una palabra: que la Comandancia general de Melilla se había fundido en unos días de combate, en forma que de ella poco queda aprovechable”, en la cual tesitura sigue describiendo la situación que ha encontrado, fundamentando sus propósitos restringidos de reconstitución en la medida que permitieran los elementos que se le enviasen.

 

Evacuación de impedimenta.

El general Navarro, desde el punto que asume el mando en Drius en las complicadas circunstancias de su sucesión y atenido de momento a sus solos medios, dedica su esfuerzo a reorganizar las disgregadas unidades y fracciones recogidas en el campamento y a desembarazarse de cuanto constituyera innecesaria impedimenta para disponer de mayor libertad de movimientos, como verifica, en primer término, con el ganado sobrante de Artillería -folio 301 vuelto-. De orden del Comandante general se había hecho abandono en Annual del material de la segunda batería ligera del regimiento mixto, en evitación de obstáculos en la retirada, atento a las dificultades naturales del camino, habiéndose traído tan sólo el ganado de ella, como también se encontraba aún en Drius el de la primera ligera, perdida en Igueriben. Por otra parte, de las cuatro baterías de montaña venidas de Annual, sólo pudo reconstituirse una, (posit: luego las baterías de montaña si se retiraron con la columna en huida) sobre la base de la quinta, que las circunstancias ya conocidas del combate del 21 llevaron a pernoctar en Izumar y estaba por esto más completa, no habiendo participado del desbaratamiento que se originara en, la subida a dicha posición, y en lo restante, sólo quedaban elementos sueltos sin adaptación; el cual material sobrante quedó recogido para ser evacuado al día siguiente en camiones a la plaza -folio antes citado, 1.146 vuelto, 1.03E-, dando idea este detalle de la desorganización cundida en la retirada y de los asaltos de que habían sido objeto los mulos, tal como refieren las declaraciones en el pavor de la huída; como otro tanto puede decirse del demás material al lomo de las unidades todas. En virtud de dicha medida, todo el ganado que quedo sin empleo, en el Parque móvil, en la parte innecesaria, fue dirigido a pernoctar en Batel, en la misma tarde del 22, para continuar después a la plaza, y permitiendo esto que la extenuada gente de estas unidades pudiera continuar la marcha montada. Debía servir a esta fuerza de protección en su camino un escuadrón de Alcántara formado por 25 hombres y caballos más agotados y un oficial por escuadrón  del regimiento -folio 1.866 y atestado número 105. Estas fuerzas salieron al oscurecer de Drius, llegando a Batel a las 23:00 (once de la noche) -folio 1.179 vuelto-, donde pernoctaron, continuando al día siguiente la marcha en dirección a la plaza y quedando el escuadrón provisional en Zeluán.

 

Artillería, por de pronto, conservada.

En resumen: pudo reunir el general segundo jefe de toda la artillería de dotación, dos baterías de montaña -la quinta dicha reformada- y la primera reorganizada después de Abarrán, donde se perdiera, y estante en Drius desde el 21 de julio, y la ligera eventual, allí también destacada; batería ésta formada con material entregado por el Parque y ganado y elementos de los segundos escalones de las otras dos ligeras de plantilla -folio 284 vuelto-; toda la cual artillería también se pierde íntegramente en la segunda parte de la retirada, cual se verá a su tiempo.

 

Separación y deserción de las fuerzas indígenas.

De igual modo, todos los elementos indígenas fueron separados de la columna, dirigiéndose la Policía a casa Drius y los Regulares a pernoctar a Uestia. Estas últimas fuerzas, en la mañana siguiente, adelantan la salida por orden terminante del general, en su desconfianza del elemento indígena, marchando la Infantería en el primer tren a Nador, donde recogido el armamento y dado descanso para sus casas a la gente, cual era práctica, ningún individuo comparece a la lista para que se los citase a fin de dar instrucciones para el servicio del día siguiente, y la Caballería destacada a Zeluán, donde el 24 se subleva y deserta el tercer escuadrón con los tres oficiales moros y armas y caballos, y el resto de esta tropa, enviado a la plaza el mismo día, por considerarse un peligro para la defensa de la Alcazaba, se dispersa en el camino, desertando asimismo -folios 1.958 y 1.9c8 y atestado número 2.

 

En cuanto a la Policía, dice el comandante de Artillería Martínez Vivas -folio 1.157 vuelto- que al llegar a Drius el general Navarro reunió a la oficialidad, dándole la orden de salir inmediatamente con sus mías a las cabeceras de las mismas y “desarmarlas”. Pero el capitán Jiménez Ortopeda -folio 1.463 vuelto- se concreta a decir que el general los reunió, con efecto, mandándole regresar inmediatamente a sus cabeceras para informarle de la situación de cada cabila de una manera clara y bajo su más estricta responsabilidad, siendo muy opuestas las opiniones allí expuestas por algunos oficiales respecto de la lealtad de los jefes de aquéllas. Y eso confirma el teniente Miralles -folio aSe-, consignando la orden que recibiera de incorporarse en el acto, y como hiciera observar la hora y la distancia a su cabecera -A.zib de Midar- y que sólo le quedaban nueve policías, le fue ordenado marchar y llegar

hasta donde pudiera, quedando por este motivo en Cheif.

Pero ya era partido éste que habían tomado por sí los capitanes con la escasa gente que había permanecido adicta, sin el imperativo de la consigna, pues dice el capitán de la r1.' mía, González Longoria –folio 495-, que al descender de Izúmar siguió al zoco de Nador de Beni-Ulirech, donde esperó tres cuartos de hora la llegada de sus policías, que venían diseminados -ya que lógicamente pensando se deduce se hubiera adelantado-, logrando tan sólo recoger siete u ocho, y reuniéndose al teniente Martínez Baños, que también recayó por allí, se dirigieron ambos a la cabecera de la mía, pasando por Quebdani y llegando a Yarf el Beax a las 21:30.

El capitán Cayueia, de la mía, también dice -folio 985- que al retirarse del servicio de protección de aguada y flanqueo de la columna de Annual y llegar a Ben-Tieb, como no le dieron razón de su jefe ni, recibiese otras instrucciones, tras breve alto, con la fuerza montada se dirigió a su cabecera de Tauriat Hamed, por la meseta de Arkab y del Kert, pasando por Kandussi, y a la cual llegó a la una de la madrugada del 23. De modo que, en resolución, pudieron recibir las órdenes de incorporación los que siguieron la retirada general hasta llegar al encuentro del general Navarro en Drius.

 

Compañías de Intendencia.

Las compañías de Intendencia son también encaminadas a la plaza al siguiente día, a las 10:30. Al pasar la retaguardia por el río Seco recibió algún fuego, que fue más sostenido con moros a caballo en el paso de Iggsar Gan, donde las acechara el enemigo; teniendo que atender a su seguridad por sus propios medios y efectuando la retirada con todos sus elementos y aun el ganado menor que conducían -folios 1.402, 1.804 y 956-, siendo debido decir que fueron de las unidades que más completa y ordenadamente se reintegraron a la plaza, adonde llegaron a las diez de la noche del 23, en estado que permitió fuesen empleadas al siguiente día en la defensa de un sector de aquélla en la penuria de elementos sentida en tan críticos momentos.

 

Espíritu y moral de las tropas remanentes.

Las demás fuerzas fueron también reformadas, quedando reunidas en aquel campamento, y aun cuando manifiesta el teniente médico Peña -folio 630 vuelto- que al llegar a la tarde a Drius, ya la gente parecía más repuesta, alimentada y con sus mandos propios, por lo que se refiere especialmente a la Caballería, San Fernando y Artillería, y ello pudiera darle, en general, aquella apariencia, es prueba palmaria del estado moral de las tropas y de la descomposición interna que las relajaba el hecho insólito, a la par que desconsolador, de que hubiese necesidad de ordenar que nadie saliera del campamento, oficial ni individuo de tropa, sin autorización expresa de los jefes respectivos, como lo acredita el permiso exhibido por el capitán ayudante del regimiento de Ceriñola en el acto de su declaración, al haber sido comisionado por su teniente coronel para un servicio perentorio del Cuerpo en la plaza -folio 1.077 vuelto-, el cual permiso-folio 1.018 -dice textualmente: “Marcha a la plaza para asuntos urgentes servicio el capitán ayudante D. Luis Catalán. Drius, 23 Julio de 1921”.

El teniente coronel, Marina.,, De igual modo, son instructivas las manifestaciones del teniente médico D'Harcout -4folio 1.107 vuelto- con respecto a las exhortaciones que el teniente coronel del regimiento de San Fernando, Pérez Ortiz, se considerase en deber de dirigir a la oficialidad, «a excitación de algunos oficiales» estimulándolos a que cumplieran con su deber y asegurándoles que con un buen espíritu y en terreno llano nada podría ocurrir cumpliendo- cada cual con su deber, «pues sabía se habían cometido actos censurables de falta de espíritu en la primera etapa de la retirada, y aunque algunos se habían querido escapar del campamento de Drius, alegando supuestas lesiones, por lo que ordenó que en cada puerta se pusiera un oficial decidido a que nadie se fuese sin la autorización competente». Agrega luego que la medida de evacuar el ganado sobrante de Artillería y el más agotado de Alcántara, «produjo» alguna alarma en la posición, por creer que se quedaba con ello más desguarnecida, pues la salida del ganado serviría de pretexto para que la gente se fuera».

 

Muestras decadentes de la moral.

El, comandante de Intendencia Armijo, jefe del depósito de Drius, que al folio 1.805 de su declaración manifiesta incidentalmente la honda preocupación que advirtiera en el comandante general al hablar con él en la mañana del 21, cuando se dirigía al frente, describe el desolador espectáculo de la retirada sobre el mediodía del 22, en tropel informe de las fuerzas , pues aun cuando algo recobradas, en Ben-Tieb muy escasas unidades, expresa -venían reunidas y en la mano de sus oficiales, entre las cuales puede citar la Caballería, Ingenieras e Intendencia , porque la Artillería, aunque llegó con el ganado, el material lo había perdido en su inmensa mayoría, y los soldados venían montados y ya queda discernido ante lo que pudiera venir de vacío por sobrante, y el que hubiese dejado el material por el camino, exponiendo que trató de detener y encauzar aquel desorden, encaminando aquella turba al contiguo campamento general por lo reducido de la posición de casa Drius, donde tenía sus depósitos y asientos; y comentando que llegando en un rápida varias personas, entre ellas el capitán Carrasco -cuya 6ª mía de Policía debía haber asistido al apoyo de la aguada de Annual y franqueo ulterior de la retirada (posit: luego cumplió con lo encomendado en la medida que podría y pudo ver a los vecinos de Annual ensañarse con los heridos en la retirada) -dicho capitán, y con falta de discreción y reparo, refería lo sucedido en el frente a los heridos de la tropa, por lo que el declarante hubo de advertirle la conveniencia de reportarse para no deprimir aún más la moral de aquélla; así como tuvo también que sostener alguna discusión con el jefe de la circunscripción, -debiendo de referirse al teniente coronel de San Fernando Alvarez del Corral- por su deprimida actitud en presencia de aquellos lamentables sucesos y a pesar de su inferior graduación.

El soldado de Ceriñola Angel Palacios, en atestado número 177, dice que con la compañía de Ametralladoras a que pertenecía, llegó a Drius a las cuatro de la tarde, perdiendo allí de vista a su capitán, y en la mañana del 23, al teniente, por lo que al mediodía hubo de continuar la retirada con su unidad al mando de un sargento; y aun cuando al folio 1.013 explica el capitán ayudante Catalán la ausencia del primero por causa de enfermedad con autorización de su jefe sin constarle nada respecto del teniente, es muy de señalar la significativa frecuencia con que se invocan motivos o pretextos de enfermedad, como denuncia el cuerpo del expediente para excusar en momentos tan supremos y sin una razón justificadísima, el cumplimiento de ineludibles deberes particulares, que han sido objeto de mención en los testimonios de abstenciones personales por Cuerpos, remitidos al General en jefe para la depuración consiguiente, y figuran consignados en los oficios de remisión en los lugares respectivos de este actuado.

El comandante de Ingenieros Fernández Mulero -folio 1.453 vuelto- dice

que, una vez llegado a Drfus el general Navarro, con su venia, salieron los coches rápidos para la plaza, menos uno, que quedó a su servicio, en los cuales coches iban oficiales, unos heridos, otros enfermos, otros que supone estarían autorizados por el general para regresar a la plaza.

 

El soldado del regimiento de San Fernando Garrido de la sección de explosivos, estante en Dar Drius, describen también, al folio 1.659 vuelto, el desaliento de la retirada, consignando, que algún oficial venía sin estrellas; entre los que llegaban cita al capitán López Vicente, de su Cuerpo, que venía en el peor estado, y al dirigirse al testigo para que le diera agua, vio acercársele el alférez Balseiro, también sin estrellas y destrozado, al que increpó aquél duramente, diciéndole que se quitase de su vista. Y atento al hecho de despojarse, de insignias, también el soldado de África Alaejos menciona, al folio 1.428, que un oficial, al salir de Zeluán, por desprenderse del dinero que llevaba entregó al testigo 200 pesetas, que, providencialmente por cierto, le sirvieron para rescatarse luego, según refiere, y otras 200 a otro soldado, como para ocultar su condición, agrega, se había desprendido en la alcazaba de todo distintivo de oficial, y hasta de las polainas y guerrera.

El paisano Verdú, de Arruit, dice -al folio 1.718 vuelto- que pasaban muchos rápidos con oficiales, y a eso de las catorce del 23, vieron llegar a dos que dijeron ser oficiales y que iban con alpargatas y guerreras de soldados, que fueron los primeros que llegaron a pie, pues los anteriores pasaban en rápidos. Todos estos hechos, que incidentalmente relatan los testigos, constituyen en conjunto elocuente testimonio del grado de desmoralización a que hubieron de llegar las fuerzas en el quebranto de su honor y disciplina, como darán muestra aún más desplorable, si cabe, en el curso de esta desastrosa retirada; estado de descomposición que recoge y resume el coronel jefe de Estado Mayor en su conferencia de las 15:45 del 23 de Julio -folio 76- con afirmación de ser tal el estado moral de las tropas, que se precipitaban desordenadamente hacia la retaguardia, habiendo llegado en su carrera algunos heridos hasta las proximidades de la plaza, causando la consiguiente alarma y aumentando la dificultad de la situación en sus relatos y presencia.

 

Creencia extendida de que se permanecería en Drius.

Dice el capitán Catalán al folio 1.017 de su declaración que transcurrió en Drius con tranquilidad la tarde del 22, lo mismo que la noche y mañana del 23, prosiguiendo al 1.017 vuelto que se presentó la dificultad de carecer en aquel campamento de todo menaje para confeccionar las comidas, puesto que de orden del Comandante general se había dejado todo en Annual, y la fuerza había consumido los ranchos en frío durante los combates librados en ocasión de los convoyes a Igueriben; razón por la cual el teniente coronel de sus fuerzas envió al declarante a la plaza con encargo de que se previniese y enviase lo necesario para dicha atención. Se estaba, a lo que puede inferirse, en la idea de que se permanecería en Drius, y así lo confirma el teniente médico D'Harcourt -folio 1.108-, diciendo que la noticia pasó sin novedad, y a la mañana siguiente, 23, le sorprendio la orden de que se preparase la evacuación del hospital porque se iba a abandonar la posición, lo cual no se podía esperar; así como agrega que, al darse cuenta de esto, mucha gente se subía a las ambulancias, habiendo que apearla a viva fuerza, en tanto, sigue diciendo, los elementos sobrantes de artillería se cargaban en camiones, ensillada la caballería y todos se disponían a marchar.

 

Ordenes de repliegue sobre Cheif.

En consonancia con las determinaciones que el general segundo jefe notificara al Ministerio en el telegrama antes citado de las 00:25 del 23 -folio 67-, relativamente al repliegue de las posiciones de Tafersit y Midar, hubo de comunicar sus órdenes a Cheif, a fin de que a las cuatro de la madrugada se abandonasen las posiciones destruyendo cuanto no pudiese ser llevado y fuese de aprovechamiento al enemigo, incorporándose las fuerzas sobre la Columna asentada en aquel campamento, con el designio ulteriór de correrse reunidamente al Zoco el Telatza, según ya queda dicho.

 

Juicios sobre el movimiento dispuesto.

Este movimiento lateral sobre el Zoco por el pie de los montes Bufedauem y el Tizi Lao era excéntrico, peligroso, corriendo el camino en sus 21 kilómetros a lo largo del mismo frente, y aun puede decirse irrealizable en los momentos en que se ponía en ejecución, una vez que el 22 por la tarde ya era atacada la posición Haf, como el 23 Arreyen Lao -folios 1.3091 y 1.242 vuelto-, que el enemigo cortaba el paso referido del Lao, aparte de otras circunstancias que en aquellos momentos no debieron ser bien consideradas; pues habiendo cundido el movimiento insurreccional al Guerruao, interceptaban los indígenas, y la Policía en causa común con ellos, las comunicaciones de retirada el mismo día 22 en Sidi Yaguh -folio 2c6-, y el teniente de la Policía Cascante, de este puesto, era atacado el día 23 -folio 206 vuelto--, obligando a recoger las avanzadillas dependientes del Teniat el llamara, según el parte del folio 869; y de cualquier modo eran muy largos y penosos los caminos cuando sólo se atendiese a las meras dificultades naturales del terreno para el repliegue ulterior que se previera, ya fuese sobre Batel, a través del expresado paso, ya más a retaguardia sobre Monte Arruit, por Ergada, a través del Guerruao, la consideración de las cuales dificultades indujeron a la columna misma del Zoco a evacuar en la madrugada del 25 a la zona francesa, con abandono de todo su frente.

Por diversas circunstancias, tal movimiento transversal no fue ni intentado, temo podrá verse en el curso del relato. Sobrevenidos los graves sucesos del sector de Annual, y sin que hasta entonces hubiesen tenido repercusión ostensible en la comarca, recibidas que fueron en Cheif las expresadas órdenes de repliegue sobre el campamento inmediato, cumpliendo el mandato de trasmitirlas en igual sentido a todas las posiciones que con ella tuviesen enlace, comunicaronse a las de Buafora, Hamuda, Azrtí, Azio Demidar, Ain Kert, Karra Midar y Tamazusin, del contorno de Drius, a tenor de los que explica el teniente Reig al folio t.rg2 vuelto, no habiéndose hecho a la intermedia “A” también dependiente de esta circunscripción, por los motivos ya en su lugar examinados; dilatándose esta trasmisión a causa de haberse hecho de día y no pudiendo emplear el aparato Mangin, hubo que aguardar

a que saliera el Sol para usar el heliógrafo -folio r.4Se vuelto.

 

Posición de Cheif y columna adscrita.

 La posición de Cheif, asentada en la avenida de la cabila de Beni Tuzin, en el llamado boquete de Midar, sobre la margen izquierda y a unos tres kilómetros del río Kert, constituída esencialmente, por unas casas moras puestas en somero estado de defensa, careciendo de alambrada y otros reparos, y cuya descripción se hace al folio 1.491 Componía su guarnición particular una sección de la compañía del regimiento de San Fernando, que allí tenía su cabecera el destacamento de artillería para el servicio de las dos piezas Schneider que artillaba, y otro de Policía, al mando también de un oficial. A unos reo metros a la inmediación de la posición asentaba -el campamento del mismo nombre, en la situación y condiciones de defensa que descríbese en la declaración del folio 1.091, y en donde radicaba la columna móvil del regimiento de Melilla, formada por las cuatro primeras compañías del segundo batallón y la de ametralladoras del primero, con parte del tren regimental, al mando del teniente coronel D. José Romero Orrego, sin comandante; dicha agrupación, siguiendo las acostumbradas prácticas del territorio, característica común de los puestos militares de mismo-, posición y campamento carecían de agua, conduciéndola la Intendencia de Drius, distante siete kilómetros, y el ganado iba a abrevar al Kert, salobre, a unos tres kilómetros, como se ha dicho, y aun agrega el teniente de Artillería Vidal Cuadras, jefe accidental de la posición, que para beber y confeccionar las comidas se iba a buscar el agua a Buhafora con los medios propios de las unidades -folio 1.491-, siendo por lo demás dignas de atención las manifestaciones del capitán Almansa, de estas fuerzas de Melilla -folio 1.093-, en cuanto a las mermas que en los efectivos producían el paludismo y, sobre todo, las enfermedades de la piel, debidas a la suciedad pues salir a Cheif desde Kandussi, y esto fue el Ir de junio -diario de operaciones, folio 695-, donde anteriormente se hallaban destacadas, hubieron de dejar la impedimenta, y con ella el jabón, del que después carecían por completo, infiriéndose de esto que ni hubo oportunidad, medio, celo, interés ni gobierno para enviarlo, como uno de los múltiples aspectos del abandono reinante en el territorio. En ejecución de las referidas órdenes, hízose en la posición cuanto se mandaba, manifestando el precitado teniente Vidal Cuadras que ya se trasladó al contiguo campamento, arrostrando algún tiroteo –folio 1.493.

 

Decide la columna evacuar el campamento.

Aguardó la columna la incorporación de los destacamentos; y como tan sólo lo hubiera hecho a las siete de la mañana la fuerza de Mamuda, se advirtiese el vivo tiroteo que sostenía, Buhafora y sucesivamente viéranse arder otras posiciones del radio, y el enemigo hubiese ya abierto el fuego contra el campamento desde la mañana, hacia las diez, en vista de no llegar ninguna fuerza más, decidiose la columna a evacuar la posición.

 

Modificación del itinerario señalado.

Falta el jefe principal de la fuerza y no es fácil discernir lo ocurrido en las diversas fases de su retirada; mas se adquiere la persuasión de que se efectuó ya la salida con designio determinado de tomar la dirección más corta de Drius, como se trata de explicar de diversos modos por los testigos en sus declaraciones, algunos pretextos aducidos poco persuasibles. El teniente Vidal Cuadras cree -folio 1 .493 vuelto- que salió una compañía primeramente para proteger el flanco derecho del camino de Drius, que en parte había que recorrer para tomar el de Telatza, y en espera de recibir otras ordenes que pudieran modificar la primera. El capitán de Infantería Almansa, que posterior y accidentalmente asumió el mando de las fuerzas, nada dice a este respecto. El teniente Méndez Vigo –folio 1.513 vuelto- acredita que el teniente coronel les manifestó la orden recibida de replegarse al Zoco el Telatza; pero como no conociera ninguno el camino del mismo, entiende el testigo que adoptaron la dirección de Drius en la idea de encontrar quien les diera referencias de él u obtenerlas en dicha posición. Más explícito el teniente Bernáldez, al folio 1.458 vuelto consigna, en primer lugar, que no efectuaron el movimiento en la dirección prevenida por haber pasado la hora señalada para su ejecución, agregando luego al 1 .459 que el teniente coronel trato de ponerse en comunicación con Drius, sin conseguirlo, por lo que decidio retirarse hacia este punto , atendido a la distancia que se encontrara el Telatza, haberse desprendido ya de una compañía y verse arder las posiciones de

Ain Kert y Karra Midar, por las cuales habían de pasar; partido que confirma el alférez Reig, del regimiento de San Fernando, replegado de Hamuda -folio 1 .8i0 vuelto-, manifestando que al incorporarse al campamento se enteró de que ya se había tomado la determinación de marchar lentamente a Drius, sin que conozca la razón de ello. Y es de advertir que este examen de la intención nada prejuzga en cuanto a la posibilidad de la ejecución del movimiento en sí, a tenor de lo dicho en los momentos en que era decidido.

 

Orden de salida.

Dice el capitán Almansa -folio 1 .0g2 vuelto- que el teniente coronel no se había decidido a abandonar la posición; que oyéndose fuego en las de vanguardia, entendía no debía -hacerlo 'hasta que evacuaran éstas; y a las nueve y media, habiendo llegado un oficial y un sargento de una de las posiciones de primera línea, y habiendo cesado el fuego en todas ellas, lo que denotaba su evacuación, decidio el jefe hacer lo propio.

Salió anticipadamente del campamento, según se ha apuntado, una compañía, acerca de cuya misión tampoco están acordes los testigos. Cree el teniente de Artillería Vidal Cuadras que fue enviada, como se ha indicado, en exploración del camino de Drius, y entiéndese por el capitán Almansa y teniente Méndez Vigo -folios 1.c92 vuelto y 1.513- que esta compañía fue enviada en auxilio de la posición de Ain Kert, porque el teniente de la Policía Miralles, que se ofreció a llevar la orden de evacuación -folio 1.458 vuelto-, manifestó era atacada por el enemigo y no se podría retirar; la cual aserción se desvirtúa por la propia declaración de este teniente -folio 28c-, de que, con efecto, fue trasmitida a la posición la orden de retirada, comunicándola al capitán de San Fernando, jefe de ella, Sánchez de la Orden, quien, juntamente con el del mismo Cuerpo, Hernando de la inmediata de Karra Midar-, la cumplimentaron, retirándose ordenadamente por escalones alternados, recogiendo sus heridos, pues que iban siendo batidos por los naturales, que se levantaban a su paso; que todo ello lo pudo observar el testigo en la última parte de dicha retirada. Asevera también el soldado de de San Fernando Juan Asensio Ramírez, de la precitada posición -folio 1.511-, que a las ocho de la mañana del 23 se presentó un teniente de la Policía con cuatro askaris, que les dio la orden de que se evacuara la posición, sin que hasta esa hora hubiera sido hostilizada, aun cuando se veían lejos grupos de moros; que cuando estaban formados para salir, cumpliendo las órdenes recibidas, vieron venir, perseguidos por los moros, los restos de una compañía del regimiento de Melilla, procedente de Cheif, que había sufrido mucho fuego durante la marcha, entrando en la posición unos treinta hombres al mando de un oficial, algunos, heridos, y que al dejar la posición, después de haberla dado al fuego, salieron desplegados «oyendo un tiro», sin que en la marcha hasta Drius fueran hostilizados; marcha que verificaron dando un rodeo por la margen izquierda del Kert.

Por su parte, dice el soldado Lóriz en atestado núm. 1o1, que dicha compañía «salió de Cheif en vanguardia», sin haber sido hostilizado el campamento; pero que cuando llevaban recorrido como medio kilómetro, empezaron a ser agredidos por numeroso enemigo oculto en las inmediaciones

del camino, pasándose a él catorce o diez y seis policías montados, que formaban en la punta de la vanguardia, y el resto de la columna quedó en el campamento, que empezó a ser atacado; que sufrieron muchas bajas, y al pasar por la posición de Ain Kert se les unió la guarnición de esta posición, y juntos continuaron a Drius, sin ser hostilizados desde poco antes de llegar a este punto, llegando el resto de la columna unas dos y media o tres horas después, con muchas bajas y muy desorganizada.

Puede presumiblemente- inferirse de todo ello que la compañía saliera formando vanguardia y con propósito de explorar la marcha, y que al verla tan combatida se reiciera el grueso de la columna de hacerlo hasta mejor oportunidad, dejándola sola, como todo da la impresión.

El hecho es que la compañía, tan luego como salió y traspuso de la vista del campamento tras una loma, debió ser muy combatida, a juzgar por el fuego que desde éste se oía; era perseguida, Y que, según noticias adquiridas después en Drius, sólo pudieron acogerse, con escala, a Ain Kert, un oficial en escaso número de hombres, malogrando la función que le hubiera sido verdaderamente encomendada -folio 1.458 vuelto.

 

Forma de la marcha sobre Drius del grueso.

La columna salió luego del campamento, a eso de las diez, muy combatida desde los primeros momentos por el fuego que de cerca se le hacía desde los caseríos y vallados que envolvían el campamento de todos lados y flanqueaban el camino, determinando ello confusión y desorden; que al poco recorrido debió morir o caer herido el teniente coronel, sin que nadie se diera cuenta de su desaparición hasta llegar a Drius y notar su falta, lo cual da idea de que la retirada se hizo maquinalmente, instintivamente y sin dirección de mando, en el anhelo sólo de ganar Drius, existiendo absoluta disparidad de apreciación en cuanto a que se tomara o dejara de tomar medidas de seguridad para esta marcha. En el primer sentido informa el capitán Almansa y los oficiales Bernáldez y Méndez Vigo, en sus respectivas declaraciones, en tanto que el teniente de Artillería Vidal Cuadras dice, al folio 1.493 vuelto, que no recibió orden particular para la evacuación, previendo, por su parte, a su gente que siguiese a la sección de San Fernando, de la guarnición de la posición, con la que marchó a retaguardia. No reparó en el orden de colocación en que fuera la demás fuerza, ni sabe dónde pudiera ir el teniente coronel, con quien habló momentos antes de la salida; que apenas comenzaba ésta, el enemigo abrió un violento fuego contra las tropas desde las casas y cercados contiguos a la posición, persiguiendo con él y durante el fuego hasta las proximidades de Dar Drius, «sin que contrae él viese adoptar medida militar de ninguna clase, marchando la gente apresuradamente y en montón, lo que aumentó el número de bajas, pues la columna iba flanqueada por guerrillas de moros, que luego cenaron por retaguardia, encerrándola con sus fuegos, y el testigo, con su fuerza, tuvo que apresurar bastante el paso para no quedar distanciado de las que le precedían...

Ya, más adelantado el camino, reaccionó algo la gente, contestando al fuego sin interrumpir la marcha.»

El teniente Reig, de la sección de Hamuda, replegado al campamento, también da noticia, al folio i.8o8, de la retirada. Aflojada, al cabo, la persecución, la columna se pudo rehacer algo y llegar, con cierto orden, a Drius, bajo la protección, en la última parte del trayecto, de las fuerzas de Caballería que salieron de este punto, que bastó hicieran acto de presencia -folio 1.093 vuelto-, y aun llegó a establecerse la batería eventual a proximidad de casa Drius -folio 833 vuelto y 1.674.-, sin que tampoco conste entrara en fuego; habiendo sufrido la columna 25 bajas, abandonadas, en esta marcha de siete kilómetros, con pérdida consiguiente de ganado y material; y allí, hecho cargo de la desaparición del teniente coronel, asumió el mando, cual queda indicado, el capitán D. Félix Almansa Díaz.

 

Prevenciones del mando atinentes a la columna.

Dice el precitado capitán -folio r.094- que al llegar a Drius y tomar el mando como más antiguo, fue a dar el consiguiente parte al general Navarro, el cual le mandó que, pues su fuerza era la que más había sufrido aquel día, continuara la marcha a Batel, poniendo a su disposición dos camiones para conducir las bajas que ocurrieran y despeados; pues los heridos de la retirada habían pasado a la enfermería local para ser evacuados. En este ánimo, al ir a formar su tropa, oyó -dice- tocar «llamada» a todas las unidades del campamento, enterándose de que era con objeto de evacuarlo. Por su parte, sin atender a más, emprendio la marcha con su gente en virtud de la orden particular que dice se le había dado; pero poco antes de llegar al puente del Kert (entre Drius y Batel) fue detenido por el capitán de Estado Mayor que allí regulaba la salida, a fin de que aguardase a la organización de la columna, y cuando le correspondio entrar en ella la puso en marcha. Incorporada, por tanto, la fuerza a la retirada general sigue sus vicisitudes hasta Batel, como será a su tiempo analizado en conjunto, indicando sólo de pasada en este lugar que el repliegue de la columna de Cheif tiene una segunda parte en su actuación aún más lastimosa que la primera, que será objeto de particular examen más adelante, siguiendo el orden natural de los sucesos. Por de pronto, el general Navarro se encontró con una fuerza más, tan inútil para el concurso de su ulterior acción como lo hubiera sido desviada en el movimiento de flanco al Zoco, que pensara; pues su espíritu y empeño corría pareja con las demás reunidas a su inmediación.

 

EXPEDIENTE PICASSO (parte 3)

VI. IGUERIBEN

Posición de Annual. Su desarrollo y misión asignada.

A raíz del suceso de Abarrán, dice el teniente coronel de Estado Mayor Dávila, al -folio 1 .294- de su declaración, que la posición de Annual fue reforzada, ejecutándose obras de defensa para que a su amparo acampasen las fuerzas agrupadas en aquel sector; para las cuales obras, dice, dictó instrucciones personalmente el Comandante general al teniente coronel del regimiento de infantería de África, Fernández tamarit; entendiendo el testigo, por su parte, que reunían las necesarias condiciones para cumplir el cometido a que, responda su establecimiento; añadiendo el coronel Sánchez Monje -folio 269-que las obras fueron dirigidas por el precitado jefe y el comandante de Ingenieros D. Emilio Alzugaray, jefe que era en su ramo del sector del Kert.

En la Memoria anexa del regimiento de Ceriñola se detalla el proceso y desarrollo de la posición: que habiendo comenzado por un puesto de policía, fue progresivamente ampliándose hasta constituirse, en virtud de la orden de la Comandancia general de 1.° de Febrero del año anterior, en asiento de la columna del expresado Cuerpo, al asignarle la demarcación de que quedó formando cabecera con las posiciones dependientes y sucesivamente ocupadas de Afrau, Sidi-Dris, Talilit, Dar-Buimeyan, Izumar, Igueriben y posiciones “B”  y “C” intermedias, cobrando importancia como hace en idea de los futuros avances.

 

Camino de acceso.

De igual modo indica dicha Memoria las etapas de habilitación del camino a través del escabroso territorio, que estaba a punto de ser terminado en su último tramo de las revueltas descendencias de Izumar, (denominado característicamente el «Tobogán»), al sobrevenir el inesperado abandono del campamento de Annual, y cuya inseguridad y condiciones, bajo el aspecto militar, ya queda analizada.

 

Valor estratégico de Annual.

Desde el punto de vista estratégico, la posición de Annual se reconocía, y ya preliminarmente algo queda indicado en este sentido, carecer de condiciones para servir de base de las futuras operaciones, por su situación en el cerrado valle de asentamiento, circundado de montañas y falto de caminos para dirigir aquéllas, como para guardar enlace con el territorio de retaguardia; dificultad ésta que impusiera multiplicar las posiciones para la necesaria protección ante los insistentes propósitos del enemigo de cortarlo, según denunciaban las confidencias y denotaban sus intentos, bien penetrado de ser la única línea de comunicación del frente.

Dice el coronel, comandante principal de Ingenieros, López Pozasfolio t.131-, que militarmente considerada, la posición de Annual era de malas condiciones, por poderse llegar a las alambradas en espacio muerto; que algo se mejoró de consuno con el aumento de guarnición, y como situación, estaba retrasada con respecto al valle del Amekran, que no dominaba, siendo en este concepto más conveniente Buimeyan, tres kilómetros más avanzada, y que descubría dicho valle.

 

Mejora posible del frente ofensivo.

Agrega que el Comandante general apreció las dificultades de la posición, que calificaba de “callejón sin salida” faltándole la decisión, sin embargo, para rectificarla, tal vez confiando en que su energía superara las dificultades.

El comandante de Ingenieros Alzugaray -folio 1.n6- expresa su opinión de que el frente era débil y mal elegido; y en cuanto a la posición en sí, estaba dominada por todas partes y con espacios muertos tan grandes por cualquier frente, que no se podía descubrir al enemigo hasta estar en las alambradas. La aguada, a qoo metros, en el barranco a vanguardia, estaba batida desde el campo enemigo. A su parecer, hubiera sido línea más fuerte y conveniente la de Sidi-Dris – Talilit – Beni Margani – Buymeyan - Loma de los Árboles - Igueriben y Tizi Aza.

El comandante de Artillería Ecija -folio 1.142- abunda en la idea de que sí se hubiera quedado en mejores condiciones, y aun indica que así se pensó  hacerlo, porque oyó decir al Comandante general que se iba a ocupar; pero que quedó en poder del enemigo, según se ha visto, el 16 de junio.

El coronel Jiménez Arroyo, al folio 316, refiere que, después de lo de Abarrán, el Comandante general le manifestó que tenía en proyecto una operación con el fin de rectificar el frente y emprender algún avance, con el fin de abandonar la posición de Annual, que ofrecía muy malas condiciones. A lo que parece, se abrigaba el propósito de adelantar la posición a Buimeyan, asentando el campamento de los Regulares en la loma de la derecha del camino que conducía a ella, y que la dominaba, y la Policía a la izquierda, en la Loma de los Árboles. No se realizó esto, y como Buimeyan era algo grande para la guarnición que se conservó, hubo que reducir su perímetro.

El teniente coronel Núñez de Prado expresa también su parecer, al folio 399, de que la línea avanzada pudo haber sido constituida en las alturas de Izumar, intermedia «A», y Yebel Uddia, que eran posiciones dominantes y más fácil hacerse fuerte en ellas, y al mismo tiempo hubiese contenido a la cábila de Beni-Ulixech, la cual hubiera quedado dominada por estas posiciones, que mandaban mucho sobre su comarca; en último caso, desde aquellas eminencias se podía efectuar la retirada por la línea de alturas por escalones, apoyada en las posiciones que en ella existían, en lugar de hacerla por el camino, que estaba dominado; de no haberse hecho cuando las cábilas estaban en situación pacífica, el establecimiento de una línea muy fuerte de Sidi-Dris a Tizi-Aza, línea muy corta y con fácil comunicación al mar, que hubiese asegurado su abastecimiento.

Esto, completado con el desarme general de todos los territorios dejados a retaguardia, cree el declarante que hubiese evitado el desastre.

 

Defectos sensibles del frente operatorio.

Todas estas consideraciones, coincidentes en el fondo, vienen a demostrar la defectuosa situación del frente. Y es que, como dice el teniente coronel de Estado Mayor Dávila -folio 1.295-, la capacidad de resistencia atribuida a la línea de contacto, refuerzo que se la diera en relación con los medios disponibles, como la confianza en la situación del territorio y la actitud -hasta entonces- de la zona no ocupada, no podían provocar el temor de que llegara el caso de tener que evacuar aquélla, y aumentada la protección del camino de Ben Tieb con las posiciones que sucesivamente fueron establecidas, de llegar dicho imprevisto caso, se estimaba poder efectuar el repliegue al apoyo de la línea Yebel Uddia, Izumar y Montes, al norte de esta última sobre la margen izquierda del río Salah - Yebel Azrú - Mehayast, cubriendo la línea natural de retirada. Los hechos, empero, sobrevinieron y se desarrollaron en forma tal, que no dieron lugar a adoptar disposición alguna que obedeciera a principios de previsión.

Pero era claro que entrando en la idea y propósitos del Comandante general el avance decidido sobre la estribación de Kilates; la línea adoptada, aunque frágil, adelantaba sus miras sobre los pasos de aquellos montes con el designio siempre puesto en la bahía de Alhucemas, en cuyo concepto, dice el coronel de Artillería Argüelles -folio 288 vuelto- que bajo el expresado aspecto estratégico la posición de Annual pudiera ser punto de partida para ulteriores avances sobre el contrafuerte de Kilates.

 

Organización táctica de Annual.

La posición en sí estaba constituída fundamentalmente -plano folio '.'7o- con arreglo a la descripción que de ella hace el coronel Argüelles -folio 286 vuelto-, por tres colinas, en cuyo declive y área interior determinada asentaban los campamentos.

La posición principal y primitiva, rodeada de parapeto y alambrada de tres filas de piquetes, situada sobre una loma corta y estrecha, que en su parte más alta tenía un reducto donde asentaba la batería de Artillería; esta posición suele denominarse en las declaraciones “campamento general” y de ella hace relación, en su mejoramiento progresivo, la Memoria anexa del regimiento de Ceriñola.

Sobre otra loma situada a la derecha del camino que la posición atravesaba hasta aquélla, dominada por un pequeño reducto, se hallaban acampadas las fuerzas de Regulares, cuyo campamento carecía de parapeto y sólo tenía alambrada en alguna parte.

En otra loma gemela, a la izquierda de dicha comunicación, acampaban las del regimiento de África. Sobre ella existía un reducto para una compañía y batería; pero el campamento carecía también de parapeto, teniendo alambrada sólo parcialmente.

Unas lunetas enlazaban dichas posiciones elementales, en las cuales se establece servicio nocturno de compañías. En el espacio determinado por las referidas lomas, al pie de la ocupada por la de Regulares y hacia los barrancos que le surcaban, estacionaba el ganado en número de más de mil cabezas.

El campo así delimitado daba capacidad para contener cinco o seis mil hombres con todos sus elementos -folio 269.

 

 

 

 

 

Dominación del terreno circunstante.

Este recinto fortificado estaba dominado por unas lomas sobre el camino de Buimeyan, a corta distancia de la posición principal, y por otras a su espalda, que batían la bajada de la expresada posición principal.

Explica el capitán de Estado Mayor Sabaté, al folio 645, que la posición de Annual se venía reformando de tiempo con el propósito del Comandante general de hacer de la serie de eminencias que la constituían una suerte de campo fuerte que resguardase una columna que hubiera de concentrarse para ulteriores operaciones, y que desde el punto de vista táctico no la consideraba mala en general, porque las dominaciones se ejercían a distancia, salvo en el declive oriental de la posición principal, desde las contrapuestas lomas de que queda hecho mérito, habiendo sido subsanadas en gran parte las deficiencias del campamento con las obras que se habían hecho y se hacían.

Dedúcese de lo dicho que el más peligroso y directo batimiento se hacía en el declive de aquella posición, correspondiente precisamente a su rampa de bajada, circunstancia que había de ejercer la natural influencia en los momentos de la retirada y puntualiza la declaración del folio 1.742 vuelto.

Por su parte, el coronel Riquelme -folio 1.775-, luego de enumerar la limitación de atribuciones de los coroneles de circunscripción en cuanto a los servicios de su zona, y distribución y empleo de las fuerzas y organización de posiciones, manifiesta que al hacerse cargo del mando, así como recorrió las distintas posiciones avanzadas y estudio sus condiciones de defensa, hizo presente al Mando los peligros que entrañaba sostener una columna en Annual sin más defensa que unas obras de tierra y batida la posición desde varios puntos y a tiro eficaz de fusil, con la circunstancia de que coincidía, dice, en estas apreciaciones el comandante de Ingenieros, jefe de dichos servicios en aquel sector; a lo que hubo de contestársele que tales asuntos eran del resorte del Mando, y «continuábamos en Annual a merced de la voluntad de las cábilas.

Se reconocerían originariamente sus deficiencias en el expresado sentido,

cuando en el diario de operaciones de la Comandancia general -folio 637- figura, al día 7 de junio, la constancia de que se ordena al general segundo jefe de Annual que con las fuerzas dé Ingenieros y material de fortificación de que disponía procediera a poner en condiciones de defensa los campamentos de Regulares y del regimiento de África; defensas que reseñado queda a lo que se reducían.

 

Fuerzas concentradas en Annual.

Resulta de la declaración del coronel de Artillería Argüelles -folio 288 vuelto-, como del telegrama del Comandante general de 20 de Julio -folio 572-, que los días que precedieron al abandono de la posición se encontraban en Annual reconcentradas las fuerzas siguientes, que se resumen para fijar las ideas:

Cinco compañías de fusiles y una de ametralladoras del regimiento de Ceriñola,

Cinco compañías de fusiles y dos de ametralladoras del regimiento de África.

Tres baterías de montaña y una ligera del regimiento mixto de Artillería.

Sección de montaña del Parque móvil de la Comandancia de Artillería.

Dos compañías de Ingenieros.

Una compañía de Intendencia.

Tres secciones de montaña de Sanidad.

Dos tabores de Infantería y dos escuadrones de Caballería de Regulares;

En total aproximado, unos tres mil hombres.

A estas fuerzas se incorporaron el día 19:

Dos compañías de Ingenieros procedentes de Izumar, y más tarde, la columna de Drius del regimiento de San Fernando, compuesta de cinco compañías de fusiles, dejando una en Izumar, relevo de las de Ingenieros.

Una y media compañías de ametralladoras de dicho Cuerpo.

Una batería de montaña.

Una sección de ambulancia de Sanidad.

Dos compañías de montaña de Intendencia y una sección montada.

En conjunto, unos mil hombres.

Y el día 21:

Un tabor de Infantería de Regulares y el escuadrón restante de estas fuerzas.

Las escuadrones de Alcántara, que regresan a su acantonamiento de Drius.

Las mías de Policía quinta, sexta, décima y undécima y harkas auxiliares, en parte movilizadas, con un efectivo de 450 policías, más los 354 que ya tenía la décimoquinta de Tensaman, incrementada con fuerzas de otras.

A más de estas fuerzas, conforme a la declaración del teniente Civantos - folio 1.940-, las mías octava y décimotercera quedaron en el puente sobre el Morabo, en el camino de Ben-Tieb, parte en reserva y parte cubriendo el trecho del frente desde la posición intermedia «A» a Yebel Uddia, protegiendo el portillo de Beni Asa y el paso del Tauarda, el cual oficial fija en Zoo el número de harkeños auxiliares movilizados en Annual.

 

Recursos de la posición.

En cuanto a las condiciones de resistencia de la posición en víveres, municiones y aguada, el expresado coronel Argüelles opina -folio 289-que hubieran sido muy pocos los días que hubiera podido resistir por sí, que el coronel Sánchez Monge -folio 269-  calcula en cinco; así como gradúa las existencias de municiones de s4 repuesto en 200.000 cartuchos de fusil y óoo disparos de cañón al comenzar el día 22.

 

Columnas móviles accesorias.

Guarnecidas las posiciones del camino de Annual en la forma que detalla el estado general de situación, quedaba en el campamento de Drius, formando columna, conforme al expresado, telegrama del folio 572, dos compañías del regimiento de San Fernando, una compaña de Ingenieros, una batería de montaña y la ligera eventual y los escuadrones de Alcántara, el quinto de los cuales radicaba en Ben-Tieb; así como en el de Cheif, otra columna e cuatro compañías de fusiles y una de ametralladoras del regimiento de Melilla.

En Ben-Tieb se encontraban, además, una compañía de Ingenieros allí estante y las tres de Ceriñola de tránsito para Annual, llegadas en la tarde del 21.

La columna del zoco el Telatza, por su alejamiento y zona propia a que deba atender, no podía tenerse en cuenta para acción alguna en esta sección del frente.

 

Reanudación de las hostilidades.

Después de las últimas manifestaciones de hostilidad que con intensidad decreciente se registran en los días finales de junio, que cierran el capítulo III, sobreviene un periodo de paralización, de aparente calma, en el que el enemigo parece cesar en su empeño, sin duda para rehacer sus huestes y completar sus aprestos, como dan de ello indicio los hechos posteriores.

Dice el coronel de Artillería Argüelles -folio 295- que al hacerse cargo de su segundo periodo de mando en Annual el 2 de julio, en virtud del turno establecido -folio 286-, el enemigo empezó a dar señales de vida hostilizando más frecuentemente las posiciones de aquel frente, las cuales respondían con el fuego de sus baterías. Que el 7 de julio tiró Annual especialmente sobre la Loma de los Árboles, en donde había construido el enemigo algunos parapetos, entre ella y Uxamen, como consigna la confidencia recogida en el extracto de la Comandancia general, al número 1o del precitado mes de Julio -folio 557.

El día n se bate con más intensidad la mencionada Loma, desde donde el enemigo molestaba continuamente a Buimeyan, con el fuego concertado de esta posición (luego aquí también había piezas), Igueriben y la ligera de Annual.

Los das 13 y 14 también hubo de hacer algún fuego Igueriben, avisando dicho último día, que el enemigo, desde una loma frente al asentamiento de la batería, había colocado un cañón, con el que disparaba sobre la posición, sin que los proyectiles llegasen a caer en ella.

El día 15 también hizo fuego Igueriben sobre grupos que veía sobre la Loma de los Árboles. En confidencia número t6 de 15 de Julio -folio 5 57-, el capitán de la 5.- mía -Buimeyan- confirma la concentración de una numerosa harka en Amesauro, que ha sido cañoneada.

Y en confidencia número 15 del mismo día y folio insiste dicho capitán en sus noticias de que la harka se propone atacar el convoy entre Annual e Igueriben.

 

 

 

Situación declarada en el sector Buimeyan-Igueriben.

Por su parte, el teniente médico Vázquez Bernabeu dice, al folio 1.069 vuelto, que después de los últimos sucesos que en el mes de junio se desarrollaron en torno a Buimeyan, hubo en la posición un periodo de tranquilidad, que atribuye a que, según dijeron, el jefe de la harka imponía multas a los que la tiroteaban, contra la cual posición sólo queda emprender ataques serios. En vista de esta tranquilidad, las fuerzas de la 12ª mía de Tafersit recibieron orden de volver a su cabecera -Buhafora-, y atendiendo al propio tiempo a que corrían rumores de un próximo ataque a las posiciones de su demarcación; pudiendo observar, asimismo, que la harka se reconcentraba hacia los poblados que rodeaban a Igueriben, extendiéndose hasta el Tizi Aza -Paso del Centinela-, donde pusieron una guardia. Hacia el q de julio recibió orden el testigo de volver a Buimeyan, sin observar novedad en su camino hasta Annual, donde se le advirtió que no siguiera la ruta ordinaria, sino la que, a resguardo de la Loma de los Árboles, rodea por el revés de la situada sobre el camino de la posición, informándose entonces de que la aguada de Buymeyan hacía días que no podía hacerse, por estar en un barranco, debajo de la posición, que aunque a proximidad de unos 100 metros, lo dominaba el enemigo con su fuego; advirtiendo a su llegada las fortificaciones que había aquel levantado en la expresada Loma de los Árboles, consistentes en muros aspillerados y parapetos en toda la extensión de ella, disimulados con haces de paja.

 

Refiriendo el testigo la situación en que la posición se encontraba, dice, al folio 1.070 vuelto, que el fuego de las lomas dominantes que batían su interior, obligó a evacuar el ganado a Annual por las repetidas bajas que sufría; que el, enemigo se iba extendiendo, rodeando la posición y ocupando los poblados situados a su Este, a pesar de la oposición de los moradores, haciéndose difícil el diario convoy por el tiroteo que hacían a su entrada y salida, único momento en que hacían fuego.

 

Por esta circunstancia y por inspirar Poca confianza la Policía fueron pedidos refuerzos a Annual, puesto que con la fuerza peninsular no se podían cubrir sino escasamente dos frentes de la posición; peticiones que fueron renovadas sin resultado. Por aquellos días comenzó ya el enemigo a tirotear las fuerzas del servicio diurno de la posición, así como ya había iniciado sus ataques a Igueriben. De esta agresión da cuenta el telegrama de las o-ao del Ib de Julio -folio 1.957-, en que Annual participa el tiroteo de que fue objeto dicha descubierta, contestando con fuego de ametralladoras.

A su vez, el capitán de la 13ª mía de Policía, Fortea -folio 470-, por lo que hace al extremo opuesto de la 1 línea de contacto del sector, dice que pudo observar, al regresar a Beni Ulixech, que frente a dicha línea avanzada, en la parte al menos correspondiente a su mía, exista otra línea de puestos enemigos avanzados, situados en alturas dominantes y algunos a distancia de Eoo metros de nuestras avanzadas, ocupados por guardias de zo a 3o hombres, sabiendo por confidencias que el núcleo de la harka enemiga estaba en Amesauro y que había sido reforzado por contingentes incorporados del 15 al 17 de julio.

 

Proyectos persistentes del Mando sobre Tizi Aza.

Aun en esta situación, que imponía cuidado, perseveraba el Comandante general en sus proyectos; pues atendiendo a la declaración del precitado testigo, sigue diciendo al folio 472 que, en consecuencia con ellos, y tendiente a la dominación del Tizi Aza, determinó el Comandante general que se hiciese un reconocimiento de la loma Tauarda, que pensaba ocupar; y a este fin, el día 15 de julio recibió orden el testigo del coronel Morales se entrevistase con él con dicho objeto, y, en su virtud, al siguiente día se presentó dicho jefe con el moro Ben Chel Lal, y juntos estuvieron reconociendo desde Uddia todo el campo fronterizo y los puestos que en él tenía el enemigo, y que en orden al asunto que le llevaba, «el coronel le indicó que el objeto de la operación proyectada era ocupar una posición a unos seis kilómetros a vanguardia de Uddia para batir con fuego de artillería la entrada de Tizi-Aza. Pero como había, para ir a ella, que recorrer dicha distancia, constantemente batida por el enemigo, concentrado a una media hora de allí, en Amesauro, y que podía subir por una loma a espaldas de Igueriben, consideraba la operación en extremo comprometida; y a mayor ahondamiento, preguntó al coronel la fuerza con que pensaba realizarla ; y al manifestarle que únicamente con las mías 12ª y 13ª, la reputó irrealizable por completo, por lo que hizo presente al coronel la conveniencia de comunicarlo al general, ante el temor de que sobreviniese un segundo Abarrán...»; representando además el agotamiento de las fuerzas indígenas por las bajas sufridas en constantes operaciones, empleo continuo que había determinado «su cansancio y los tenía algo reacios».

El coronel, le manifestó que iba a reconocer la otra vertiente del terreno desde Buhafora, subiendo a Tzayudait, a fin de verlo de revés; «pero su opinión respecto a todo ello era idéntica a la del testigo, considerándose, sin embargo, obligado a secundar las órdenes que del general recibía..., y coincidiendo en apreciar ambos la situación como poco favorable, pues tenían confidencias de que en cuanto se levantasen las cosechas harían los moros una incursión en el territorio ocupado, que consideraba un serio contratiempo para nuestros intereses».

Cree el testigo que la harka se hubiese contentado con apoderarse de Igueriben; pues en sus relaciones con los moros de la zona ocupada, éstos ponían como condición para sublevarse el que ocupase un - ^.oscien defendida por cr stl an.u

 

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Tacrrda ; y en cuan*— a 13 .,,,,guión ce los t t • f-sa el Comandante general sobre Tizi-Aza, en la ocasión inminente de sucesos que se podían prever con tan inequívocas muestras de las disposiciones agresivas y reto del enemigo, su sola enunciación releva de todo comentario.

 

 

 

 

 

Renueva la harka las operaciones.

En telegrama de las 21-20 del 16 de Julio -folio 1.960-, el comandante militar de Alhucemas comunica que se han encendido muchas hogueras llamando gente a la harka de Amesauro, a pesar de confirmarse las confidencias de haberse reunido en este punto todos los contingentes de Beni-Urriaguel, Bocoya y parte de Tensaman; y si bien unas aseguraban que la reunión era para tomar decisiones pacíficas, otras aseguraban la resolución de dirigir resueltos ataques contra las posiciones, corriendo el rumor de avances para el siguiente día, a lo que pudiera obedecer el llamamiento hecho.

Confirmando las anteriores presunciones, en plan de renovada actividad,

la harka concentrada en Amesauro reanuda la ofensiva el 17 de julio, dirigiendo un fuerte ataque, a las seis, contra la línea Buymeyan - Annual - Igueriben, llegando a hostilizar todo el frente, intentando con energía apoderarse de esta última posición, así como aislarlas y cortar la línea de comunicación con Izumar -folios 40, 41 y 42 -1.966-, hostilizando con grande intensidad desde las barrancadas próximas a Annual las inmediaciones del camino de aquella posición; ataque que fue contenido por sus guarniciones y el fuego de artillería de las posiciones y repelido a favor de la salida de la columna indígena de Annual al mando del comandante Romero, dirigida a envolver la harka por su flanco derecho. Al mismo tiempo, otra fracción de la harka trató desapoderarse de los poblados de Beni-Margani, entre Buimeyan y Talilit, adictos a nuestra causa; pero la artillería de Annual impidio realizara sus propósitos.

El fuego, agrega, se mantuvo todo el día con diversa intensidad, causando bastantes bajas, y se señala el hecho de haber el enemigo dirigido algún disparo de cañón sobre Igueriben sin efecto, y agregándose, prueba de su porfia, a pesar de la pretendida repulsión que se dice, que reforzándose aquél en las barrancadas entre Igueriben y Annual, hostilizó desde ellas a esta posición.

 

Convoy a Igueriben del 17 de Julio.

Se efectuó este día convoy de víveres y municiones a Buimeyan e Igueriben, «dejando servicios ordinarios, sin que enemigo consiguiera intentos, continuando fuego hasta después retirada fuerzas, “que trataron de impedir” sin conseguirlo, dejándose montado servicio de seguridad».

En otro telegrama del 18, que se recoge también en el del folio 41, se da cuenta de que la noche pasada, sobre las doce, el enemigo rodeó la posición de Igueriben, llegando en algunos momentos hasta las alambradas, haciendo fuego la batería de Annual sobre los atacantes, logrando se retirasen al cabo de una hora; agregándose en el del 19 -folio 42- que el ataque degeneró en tiroteo, «persistiendo esta situación durante la noche y todo el día de ayer».

 

Configuración del terreno y posiciones adoptadas por el enemigo contra Igueriben.

Sobre este combate del 17 versa la declaración del coronel de Artillería Argüelles, del folio 296, y el parte complementario, del folio 306, así como la ejecución material del convoy es asunto de la declaración del capitán de Regulares Cebollino -folio 424-. De la primera de dichas declaraciones conviene hacer notar la existencia de una loma fortificada a la derecha de Igueriben, desde donde el enemigo batía el camino y la entrada de la posición, y la de un barranco, al pie de la parte de acá de ésta, que enfilaba el camino en su obligado cruce, barranco

en cuyo fondo había también el enemigo construido una trinchera y en el que se abrigaba en gran número. La expresada loma se había dejado imprevisoramente en manos del enemigo, y con el barranco y con otra loma contrapuesta, a la izquierda de Igueriben, cortaban el paso e interceptaban la comunicación; de modo que desde el momento que se decidio aquél a impedir el tránsito de los convoyes, fue obligado a entablar combate a todo intento de realizarlo, haciendo precaria la existencia de la posición.

 

Situación de Igueriben.

Como queda indicado, la posición de Igueriben podía considerarse de proporcionada capacidad defensiva para lo que en este orden era práctica en el territorio; pero tenía la aguada distante, y los caminos naturales que a la posición conducían estaban cortados por barrancos que en direcciones varias lo cruzaban – folios 392, 424 y descripción y plano del 450, 454-, en cuyas desigualdades se hacía fuerte el enemigo, tanto apoyado en los accidentes del suelo como en las defensas que había levantado.

Eran dos dichos caminos habituales, pues por lo demás el terreno desde el arroyo y poblado de Annual asciende en ondulaciones practicables hacia Igueriben, que van progresivamente quebrándose, y luego de pasar el barranco antes citado, ascendía en rápida pendiente a la Kudia, donde asentaba la posición, la senda de la derecha, la más transitable, discurría por el barranco que desde el referido poblado de Annual remontaba a la posición, dominado por las alturas que el enemigo, ocupaba y había fortificado, y la de la izquierda tenía el paso obligado de las barranqueras antes citadas.

 

Ejecución del convoy de dicho día 17.

El capitán Cebollino, encargado de llevarlo, describe la marcha y ejecución del convoy, bastante apretadas, cual puede juzgarse, dando idea de ello el hecho de que, cortado en parte en el paso del barranco, hubieron de dejarse en la posición las acémilas de conducción, ya fuera en evitación de bajas de conductores, ya para mayor libertad de acción del escuadrón que le condujera, atendido a lo muy batido del camino por la aglomeración de enemigo y compromiso de la retirada; si bien queda indeterminado quién lo dispusiera en el apremio del momento, atento a lo que deponen el coronel Argüelles al folio 296 vuelto, y el capitán Cebollino al 426 vuelto.

Mas no fue parte el referido convoy a remediar la necesidad de la posición en cuanto a agua, que ya se dejaba sentir, interceptado el servicio de la aguada desde el 15 -folio 425 vuelto-, por llegar las pocas cubas recibidas agujereadas y mermado el contenido por el fuego, en orden a lo que manifiesta el sargento de Ceriñola Dávila -folio Loto-, el cabo del mismo Cuerpo López Prada -folio 1.410- y el artillero Andreu -folio 1.482.

El ganado de referencia, al quedar en la posición entre la alambrada y el parapeto, por no tener cabida dentro de ella, fue muerto por el enemigo durante la noche en el sostenido fuego que se mantuvo persistiendo en el asedio; siendo esto causa de que en su espanto e inquietud rompiese aquél la alambrada en algunos sitios ; contribuyendo la muerte de las acémilas , con la acumulación de los cuerpos muertos, que no hubo forma de retirar ni alejar de la posición estrechada en su cerco, ni quemar con los medios que se previnieron, por el fracaso del convoy del 19 en que se llevaban, a aumentar el tormento de los últimos das de aquella guarnición. A este incidente hacen relación los telegramas de Annual del 18, a las 0:40 -folio 1.969-, de las 11:33 -folio 1.970-, en éste con los partes de servicio del Estado Mayor -folios 1.971 y 1.972.

 

 

Propósitos del Mando con respecto a la acometividad de la harka.

Al dar cuenta el Comandante general al Alto Comisario, en telegrama del 18, a las 0:40 -folio 1.981-, del ataque que en la mañana anterior del 17 desencadenara la harka en la forma relatada, hace presente que persiste en el propósito, ajustado a las instrucciones de su autoridad, de mantenerse a la defensiva, reforzando en lo posible las posiciones del frente; pero que, no obstante, creía que «podría presentarse ocasión infligir castigo a rebeldes, que se hallan en plena acometividad, y en este caso, contando desde luego con casi totalidad probabilidades éxito, ruego a V. E. me autorice para castigar duramente intentonas harka,,. Agrega en dicho telegrama noticias referentes al incremento de las harkas repartidas en el frente y disposiciones en que se manifiestan, circunstancias que en verdad contradicen la posible realización de tales propósitos de castigo.

A la expresada petición contesta el Alto Comisario, en telegrama del 19, 1-8 -folio 1.982-, manifestando que aunque en sus instrucciones hubiera recomendado adoptar una actitud defensiva en vista de la situación creada por el asalto de Abarrán, se había referido a no estimar oportuno desarrollar -por entonces cualquier acción sobre los contrafuertes de Tensaman que mueren en el cabo de Kilates, así como sobre Beni-Urriaguel; pero que esto no quería decir encerrarse en una pasividad defensiva, sino que, por el contrario, se debían aprovechar cuantas ocasiones se presentasen para reaccionar ofensivamente, con el fin de restar acometividad a las harkas enemigas, confiando en que su pericia sabrá escoger las ocasiones de menos desgaste “compatibles con el éxito y el carácter que por ahora deben tener esas operaciones”.

 

 

Recomiéndase extremar la vigilancia en el sector de Annual.

En telegrama del 17, a las 16:20 -folio 1.961-, el Comandante general creyó el caso recomendar se extremase la vigilancia en los servicios, por sospechar que la acción entablada por la harka este día hubiera tenido por objeto hacer una exploración para buscar puntos favorables a sus intentos, comunicando a Annual instrucciones para organizar preventivamente las fuerzas, agrupándolas en dos columnas, de manera que pudiera acudirse a Talilit con un núcleo, caso necesario, como prevé, y con otro atender, a Igueriben, dada la generalidad de los ataques; agregando que se prevenga a las posiciones de Izumar, Talilit y Mehayast y las demás sobre la línea de comunicación, que entra en los propósitos del enemigo atacar 'las posiciones de retaguardia en combinación con los descontentos de las cábilas, por lo que precisaba extremar los cuidados.

 

Columnas formadas en Annual.

En telegramas subsiguientes de los folios 1.962 y 1.963 se dan instrucciones complementarias para la formación de dichas columnas y determinando que la encomendada al mando del teniente coronel de Regulares Núñez de Prado efectuase en su sector asignado paseos militares, sin rebasar el frente delimitado por nuestras posiciones, y únicamente cuando circunstancias lo aconsejen, atendiendo a que su ejecución no diera lugar a empeñar combates, que por entonces convenía evitar, de no ser preciso.

 

Agresiones progresivas de la harka.

En telegrama del 17 a las 20:50 -folio 1.865-, el oficial de las fuerzas de Policía de servicio en Buimeyan da cuenta de que la harka, que desde la madrugada había ocupado los poblados de Beni-Margani y las lomas de Tisingort y Tayarinen y otras, hostilizaba el campamento y el servicio de protección que montaban dichas fuerzas, causando bajas.

En telegrama de las 0-45 del 18-folio 1.964-, el jefe de la circunscripción de Annual da parte de haber sido cortada la línea telefónica y de que el enemigo rodea la posición de Igueriben y la bate de cerca, desde la alambrada en algunos momentos; haciéndose desde Annual disparos de cañón a intervalos para apoyarla, con resultados; precisando ser en el momento en que comunica las 12:20 (noche), cesando el ataque a la una, según nuevo parte de las 2:10 -folio 1.968.

En telegrama del comandante militar de Alhucemas de las 21:20 del 18, comunica haberse visto pasar en dirección a Amesauro grupos de gente, que supone de Beni-Ytef y Bocoya, para engrosar la harka. En telegrama del mismo día 18 -folio 1.975- da cuenta el coronel de la circunscripción de Annual de haber mandado cañonear los poblados de Tayarinen, Zauia y Loma Tisingort, donde, amparado el enemigo intentaba impedir las comunicaciones con Buimeyan.

 

Ataques pronunciados el 18 de Julio, particularmente contra Igueriben.

            Formalizando el enemigo la embestida contra el frente, y en particular contra lgueriben, relata el coronel Argüelles en su declaración -folio 297- que el día 18 continuó el ataque vigoroso del enemigo contra las posiciones, dando cuenta la descubierta de hallarse cortado el camino de Izumar. El que fue reparado por una compañía de Ingenieros dirigida al lugar en camionetas -folios 1.973 Y 1.974-. Las baterías sostuvieron el fuego durante todo el día, batiendo el poblado de Beni-Margani, desde donde el enemigo hostilizaba tenazmente a Buimeyan.

 

Convoy del 19 de Julio.

En la noche de este día la posición de Igueriben continuó siendo hostilizada con intensidad, llegando el enemigo a rebasar la alambrada por las partes destrozadas, aproximándose al parapeto para lanzar bombas de mano y piedras, además del fuego de fusilería, según manifestación del jefe de la posición, que pidio hiciese fuego la batería ligera de Annual sobre la loma que baja su entrada; posteriormente pidio tirase a la derecha de dicha posición, y, por último, que lo hiciese por encima de la misma a unos 400 metros, pues por todas partes le atacaban. Continuó el fuego con ligeras interrupciones hasta la madrugada, y poco después de las cuatro (19) recibió despacho de aquel jefe en demanda de urgencia de auxilio mediante el inmediato envío de la columna, como otros consecutivos, exponiendo lo angustioso de la situación -folio 307-; en vista del cual telegrama. ordenó la salida de la prevenida al mando del teniente coronel de Regulares Núñez de Prado, en conformidad con lo dispuesto por el Comandante general, con el propósito de conducir el convoy preparado con los elementos que enumera, y acudiendo, a la vez, por su parte, a la Comandancia general en demanda de refuerzos; dando noticias, al folio 299, de las fases y desarrollo de la operación hasta el momento de hacer entrega del mando al coronel Manella, presentado en Anual a las 14:00 horas, en virtud de las órdenes del Comandante general.

En la madrugada del 19, el enemigo renovó el ataque contra Igueriben; de su iniciación da noticia en el mismo telegrama del día rg, a las veinte -folio 42-, en el que cumplimentando el Comandante general orden expresa del Ministerio, da cuenta del combate del día 17, “anticipando, con respecto al reanudado la noche anterior,,, “continuar aún y desarrollarse muy duro” demora de transmisión que ya anteriormente había sido advertida por el Ministerio con análoga ocasión del desgraciado suceso de Abarrán.

 

Combate del día 19.

Con respecto a dicho combate, decidido el enemigo a expugnar Igueriben, en la madrugada del día 19 extremó el asedio de dicha posición, extendiendo el ataque a Annual en la forma de que da cuenta el telegrama del folio 45, y haciendo fracasar el convoy que se hizo intento de llevarla, que demandaba con extremado apremio, a pesar del esfuerzo en ello puesto y del concurso de la columna móvil de Drius venida en apoyo. Conforme a lo dispuesto en telegrama del folio 1.978, respondiendo a la demanda del coronel de la circunscripción de Annual, dicha columna se habría de situar en Izumar durante la jornada, pudiendo interesarse la cooperación de juzgarse necesaria, y de no ocurrir novedad, a las 17:00 se retiraría a Ben-Tieb.

Las vicisitudes del combate determinaron que, presentada a las 15:00 en Izumar, el coronel Argüelles, a tenor de su declaración -folio 299 vuelto-, dispusiese, con carácter muy urgente, al jefe de él, a que avanzase hasta Annual, dejando una compañía en Izumar, y habiendo entregado el mando al coronel Manella, a las 16:00 empezó este jefe actuar con las fuerzas combinadas. De la entrega da conocimiento aquel coronel a la Comandancia general, en telegrama de la 1-40 del 20 -folio 1.985.

En sus líneas generales, el Comandante general da cuenta de la operación en telegrama que transmite al Alto Comisario, en el suyo de las 23:30 del 20, que, desarrollada desde las primeras horas por la columna de Regulares, reforzada con dos compañías de África, con propósito de llevar el apremiante convoy de municiones y agua, hubo de permanecer en fuego todo el día, sin lograr romper el cerco, a pesar del esfuerzo de la precitada columna de Drius, viéndose obligada a retirarse y quedando Igueriben en mala situación, que el Comandante general hacía resolución de remediar al siguiente día; así como proponíase establecer, a ser posible, posiciones complementarias que asegurasen el camino de Annual y esta posición, y las de Igueriben y Buimeyan.

 

Resoluciones del Comandante general para acudir al auxilio de Igueriben.

Manifestaba, asimismo, en el telegrama que el general segundo jefe se hallaba en la línea avanzada desde por la tarde (20), y él, por su parte, se hallaba dispuesto a salir tan pronto organizase los contada elementos que le restaban. Exponía, con este motivo, rendido ya, sin duda, a la evidencia abrumadora de los hechos, la situación en que juzgaba al territorio, así como la acometividad que presentaba la harka, que apreciaba contar con hombres y elementos abundantes; que tenía movilizadas en Annual la totalidad de las fuerzas disponibles, después de atender a la seguridad del territorio de retaguardia, proponiéndose recabar de las cábilas sometidas la formación de harkas auxiliares, con las que avanzaría a Annual.

 

Proyecto de base eventual en río Salah.

Indica, al propio tiempo, su proyecto de organizar con elementos de la plaza, dejando indotados muchos servicios, como dice, una columna que situara el jueves (21) en Kandussi, con el propósito de dirigirla sobre el río Salah, al este de Sidi-Dris, donde pensaba establecer una base eventual de abastecimiento, atendiendo a la previsión de ver cortadas las comunicaciones de Annual; pero expresaba que, de prolongarse la situación, persistiendo la harka en sus ataques, agotaría también aquellos recursos, sin que pudiera ya disponer de otros. En tal situación, se consideraba en el deber de hacer presente la necesidad de refuerzo y de elementos “para mantener nuestras posiciones, que hoy, de prolongarse la actuación iniciada por la harka, juzgo se hallan amenazadas”.

Respecto del proyecto referente al río Salah, no bien meditado, de incierta ejecución y adoptado, más bien cediendo al apuro irreflexivo de las circunstancias, hace también referencia en telegrama al Alto Comisario del día 20 -folio 572-; pero fijándolo para el viernes (22), como asimismo tiene constancia en la carta de 15 de Julio -folio 579-, previéndose su ineficacia en orden a ciertas consideraciones que se consignan al folio 1.119 vuelto, para no adelantar juicio sobre ello, como será examinado en su lugar.

 

 

 

 

Situación el 20 de Julio y petición de refuerzos , como de auxilio indirecto de la Marina .

En telegrama posterior, que en el de referencia también se inserta, de las 14:35 del 20, dice el Comandante general que la situación en la línea avanzada no varía sensiblemente; que dicho día sólo había que registrar tiroteos a los servicios; pero que sería posible indefectiblemente pudiera decirse -que al efectuarse el convoy preciso a Igueriben se renovaría la lucha; y que de todos modos la impresión que recogía era que la harka no cejaba en sus propósitos de agresión con miras a cortar el camino de Annual, aislando dicho campamento y las posiciones inmediatas. Para cambiar el aspecto de las cosas proponía que barcos de guerra hiciesen una demostración en la bahía de Alhucemas, simulando un intento de desembarco y bombardeando, dentro del alcance de sus fuegos, toda la costa, a fin de atraer a Beni-Urriaguel la harka concentrada en Tensaman, demandando asimismo elementos de aviación.

Al transmitir al Ministerio el Alto Comisario este cuadro oscuro de la situación, manifiesta que ha reclamado datos del Comandante general para formar juicio exacto de ella, conocer los refuerzos y elementos que considera necesario y apreciar, por su parte, lo que pudiera enviarle en la idea de no desvirtuar el fruto a punto de conseguir de la actuación en la zona occidental, y que en caso preciso solicitaría del Gobierno si su cuantía no le permita desprenderse de ellos. Con este motivo reclama el envío de barcos.

En telegrama del 21 -folios 48 y 571- insiste el Comandante general sobre estos particulares, encareciendo la urgencia de la ejecución, “por lo que deprime la moral la defensiva a que nos vemos obligados”, y de nuevo los reitera en el directo al Ministerio del mismo día de las 20:17 -folio 50.

 

Levas de harkas auxiliares.

En determinación, el Comandante general, según lo antes manifestado, de procurarse el auxilio extremo de las harkas amigas del territorio, agotados sus recursos movilizables, circularon órdenes apremiantes a los capitanes de las mías a fin de que las cábilas aprestasen contingentes que con urgencia habían de acudir a Annual; en ejecución de la cual medida y en consonancia con las declaraciones que al caso se refieren, debía concurrir dicha gente colecticia a Batel para cambiar armamento y municiones; en la cual operación se estaba aún en la tarde del 22, cuando acertando a pasar por dicha posición el general segundo jefe -aunque algo anticipe el curso de los sucesos- que, habiendo regresado a la plaza en la tarde del día anterior, era llamado de nuevo al frente por los graves sucesos acaecidos en la mañana del expresado día, dio inmediata orden en vista de lo contraproducente del auxilio de desmovilizar y de regresar en seguida a sus cábilas las indicadas levas.

 

Quebranto de las tropas indígenas en relación con el combate del día 19.

Reflejaban las anteriores comunicaciones la gravedad de la situación; pero se omitían, como síntomas más desoladores, las circunstancias del combate del 19, a tenor de la declaración de particular interés del capitán de Regulares Cebollino -folio 427 vuelto-, como los detalles significativos de que hace referencia el capitán de Estado Mayor Sabaté en la suya del folio 644; exponiendo que, al renunciarse al convoy -a la caída de la tarde, por fracaso del reiterado ataque, quiso recurrirse al expediente extremo de que la Compañía de Regulares del capitán Rosal, con el apoyo de otras tres unidades de estas tropas, llevando cada individuo tres cantimploras de agua, intentase un asalto a la posición con objeto de procurarla de este modo algún agua y quedasen allí de refuerzo para alivio de su agotada guarnición, con las demás medidas para secundar el esfuerzo de que se da razón. Avanzando los Regulares resueltamente, y por la derecha unidades de África, y cuando ya parecía todo resuelto, retrocedieron aquéllos en desorden, sin que se alcanzase al testigo la causa, viéndose rodeado de ellos y observando que tiraban al aire los más próximos, arrastrando en su inopinada retirada el costado izquierdo de la línea, constituído por fuerzas peninsulares. Por su parte, el comandante Alfaro, de las expresadas fuerzas de Regulares, dice al folio l.gz< vuelto que al impulsar este segundo ataque se tropezó con la misma dificultad que en la mañana: ser las fuerzas escasas y el enemigo muy superior en número, y como por el flanco izquierdo hiciera retroceder a la compañía que ocupaba parte de las alturas, cuyo capitán había sido herido y tenido muchas bajas, así como a dos escuadrones de apoyo al mismo flanco, dio lugar a que el enemigo hiciera irrupción por aquel lado, amenazando envolver las fuerzas y cortar su retirada, y de aquí se derivó el hecho consiguiente; sin tal «orden», sin embargo, en el repliegue, como pretende, atento a lo que, declara también el capitán de Artillería Chacón al folio 1.175. Este hecho de atención, como el retroceso de la Policía el 16 de junio en la Loma de los Árboles, acusando el desgaste de estas fuerzas indígenas y decaimiento de su moral, efecto, a más del rigor de sus bajas, en su persistente y sistemático empleo de la propaganda rebelde que en breve hubo de conducir a su defección.

La retirada, en suma, se hizo dicho día, según testimonio del precitado capitán Cebollino -folio 428 vuelto-, con dificultad y acosada por el enemigo hasta el mismo campamento. Hace también relación del combate de este día el teniente coronel jefe de Regulares en su declaración del folio 392, que completa la del comandante antes citado Alfaro, que recogió el mando de estas tropas-folio 1908.

 

Felicitación del Alto Mando por el combate del 17.

En telegrama de este día 19 -folio 1.984-, el Alto Comisario, con noticias ampliatorias del ataque enemigo, el 17, a las posiciones avanzadas y línea de comunicación de Annual, felicitaba a la guarnición por su comportamiento, significando su reconocimiento por ello, gratulación que arguye cierta ironía por los momentos decadentes en que se recibe (22:40).

 

Curso de los sucesos el día 20.

El día 20 no se renovó el intento de convoy, en espera del general segundo jefe con refuerzos de Policía y harka auxiliares, que llegaron sobre las 13:00 horas. Por la mañana se habían establecido los servicios acostumbrados de protección del camino y aguada, transcurriendo el día sin más que tiroteo del enemigo, con más intensidad a la derecha -folio 429-, limitándose a disponer el Mando la ocupación por la tarde -telegrama folio 1.988- de una nueva posición “C”; delante y en la bifurcación de los caminos que bordean el monte Izumar, a fin de proteger aquéllos contra la insistente amenaza del enemigo y para en caso de perderse Igueriben, como insinúa el testigo que esto depone; posición que quedó guarnecida con una compañía de fusiles y una sección de ametralladoras de África con una avanzadilla de 25 policías -folio 632.

 

Gravedad de la situación, que aprecia el general segundo jefe, promoviendo su indecisión y consulta.

Apretaba aquél el cerco de Igueriben y amenazaba a Annual en terminos, fuerza y contingente que el general segundo jefe, enviado al frente para hacerse cargo de la situación, hubo de representar al Comandante general, en telegrama del 20 -folio 1.501- los riesgos que preveía al realizar el intento de convoy, y la desconfianza de poder conseguir el objeto que con ahínco se propusiera desde su llegada, decidiendo diferir su ejecución a las primeras horas del día 21 en espera de las resoluciones que la expresada autoridad creyese del caso adoptar por su parte con noticia y sensación del peligroso aspecto de las cosas, de que le daba clara cuenta, sometiendo a su decisión el efectuar dicho convoy o preparar la evacuación de Igueriben, y declarando que el espíritu de las tropas no lo consideraba el necesario para compensar la debilidad del número ante la obligada división de las fuerzas a que la situación del enemigo, como el terreno le obligaba, en dos columnas, dejando además el campamento defendido ante probable ataque por la parte de Talilit cuando las fuerzas se empeñasen en la protecci6n del convoy, como las confidencias y hasta las noticias de dicha posición y de Buimeyan hacían esperar con aviso de en corrimiento en dicha dirección.

Este telegrama es transmitido por el Comandante general al Alto Comisario en fecha 21 de julio, y comenta asimismo esta grave amenaza de envolvimiento el capitán de Estado Mayor Sabaté al folio 697.

 

Resuelve el Comandante general realizar convoy el 21 de Julio.

El Comandante general resuelve, a todo evento, la ejecución del convoy, y en este sentido contesta al general segundo jefe, en telegrama de las 19:30 del 20 -folio 1.986-, que estimaba que a primera hora del inmediato día debía verificarse el servicio, tanto por humanidad como por dignidad, confiando en que así se habría de realizar a toda costa; anunciando que sobre las diez (del 21) llegaría al campamento el tabor y escuadrón, resto de las fuerzas de Regulares, que se encontraban en Nador.

Al Alto Comisario le telegrafía con la misma fecha -folio 1.988- no haber ocurrido novedad durante el día, como montándose los servicios de protección y de aguada de Annual; pero que no se había efectuado el convoy a Igueriben por continuar el enemigo cercando la posición en forma y apresto que hubo de retraer al general segundo jefe de intentar la ejecución, en el temor de no poderlo efectuar; que al siguiente día se realizaría a toda costa, por ser imposible prolongar la situación de aquella guarnición por más tiempo; proponiéndose marchar él en la mañana a la línea avanzada, desde donde le tendría al corriente de la situación.

 

Marcha al frente el Comandante general con las últimas fuerzas disponibles.

En esta resolución salió para el frente en las primeras horas del día 21, destacando hacia dicha Enea los últimos recursos disponibles de sus fuerzas. El regimiento Caballería de Alcántara debía subir de Drius a Izumar -folio 633-, dejando el camino protegido y replegándose a aquel punto, una vez pasado el Comandante general, si bien esto sufriera modificación, pues el regimiento llegó hasta Annual, e interviniera personalmente en el combate -folio 1.378-; así como también se ordena que las tres últimas compañías del regimiento de Ceriñola, en marcha para Annual, queden en Ben Tieb a la espera de la operación, que al mismo folio se prevenía, para ser ejecutada al día siguiente con los altos de Uddia, de que se hablará a su tiempo.

 

Entraba en los propósitos del Comandante general -folio 1.501-, en la idea de descongestionar el camino de Igueriben y facilitar la acción de las columnas de socorro, amenazar el flanco izquierdo del enemigo hacia Talilit con un tabor de Regulares y cinco escuadrones de Alcántara, y prevenir, a la vez, cualquier movimiento envolvente de aquél sobre Annual, ocurriendo a dicho evento; pues se acentuaba la advertencia de su intención de atacar el campamento cuando las tropas estuviesen comprometidas, en la dirección de Igueriben, pronunciando con insistencia su movimiento- desbordante en dicho sentido.

Pregunta el Alto Comisario los refuerzos que se solicitan, con otras recomendaciones.

El Alto Comisario, por su parte, en telegrama de las 21:00 del día 20 -folio 1.987-, dice al Comandante general que, en vista de la grave situación que dice haberse planteado en la línea de Annual, pedía al Gobierno elementos de embarque para mandarle refuerzos, invitándole a indicar con máxima urgencia de qué clase y en qué cantidad los requería; y le prescribe, como medida indispensable, fortalecer la línea avanzada con posiciones y blocaos en forma de asegurar un frente infranqueable al enemigo , pidiendo a la vez, perentoriamente, noticia de la situación de las fuerzas móviles de la Comandancia general, y en especial de las mías de contacto y tuerta electiva con que contasen, confiando en la energía y capacidad militar del Comandante general y espíritu de las fuerzas a sus órdenes, que en las circunstancias extremas del caso esperaba pondrían a contribución su experiencia y valía; y respondiendo a sus demandas de refuerzos significaba, en telegrama del da 21, a las 14:40 -folio 1.989-, no muy inteligible, que conocidos como le eran sus propósitos en cuanto a la actuación que la Comandancia general debía desarrollar por entonces, y pareciendo la situación lo suficiente fuerte para hacer frente a cualquiera acción local, le estimaría dijese si los refuerzos que consideraban necesarios los requería para hacer frente a situación defensiva o de momento o tuviesen alcance de actuación ofensiva a que se refería; pues, en aquel caso, dada su trascendencia, estimaba necesaria su presencia en Melilla para estudiar la situación y ver la manera de resolverla sin imponer a la Nación mayores sacrificios.

 

Fracaso del convoy del día 21.

Siguiendo el curso de los sucesos, en telegrama de las 19:30 del 21 -folio 54-, da cuenta el Comandante general, directamente al Ministerio, a la vez que al Alto Comisario -folio 566-, del fracaso de su intento de socorrer a Igueriben con esfuerzo supremo, habiendo acudido con el resto de los Regulares y el regimiento de Alcántara para dirigir tan importante operación; que el enemigo, números sirvo, atrincherado, impidio, no obstante, franquear el paso, a pesar de operar con casi la totalidad de las fuerzas del territorio, habiendo dispuesto, ante la imposibilidad de conseguirlo, la evacuación de dicha posición, acogiéndose a protección mayor parte guarnición,, después de inutilizar el material. Agrega que la retirada fue sangrienta, recogiéndose las fuerzas a Annual, donde quedaba con ellas, completamente rodeado por el enemigo; en razón a la cual gravísima y angustiosa situación consideraba urgentísimo el envío de dos divisiones con todos sus elementos, y aunque intentara toda clase de es esfuerzos para salir de aquella difícil situación, desconfiaba de ello, por tener cortadas las comunicaciones, no cesando las posiciones inmediatas de pedirle auxilio, que él necesitaba.

 

Desarrollo del combate del día 21.

Coordinando resumidamente las declaraciones de los folios 424, 479, 491, 644, 895, 981, 1.102, 1.141, 1.740, 1.754 y 1.908, que del caso tratan, en cuanto a los términos de ejecución de la operación para realizar el convoy de referencia, bajo el mando del general segundo jefe, en su primera parte fue dispuesta avanzando por la derecha la columna de las fuerzas de Policía y las harkas auxiliares, con el apoyo, de cuatro compañías de tropas peninsulares bajo las órdenes del coronel Morales, con intento de ocupar las prolongaciones de la Loma de los Árboles, y por la izquierda la de Regulares, sostenidos por el resto de aquellas tropas peninsulares, a las órdenes del coronel Manella, llevando por objeto ocupar las lomas dominantes del Nordeste de Igueriben; que una vez las fuerzas desplegadas, del primer empuje ocuparon las del ala derecha el primer rellano de las laderas de la loma de dirección, a costa de más de un tercio de bajas, aunque sin llegar a coronarlas, a -pesar de la intensa preparación de las baterías puestas en fuego, paralizando la acción; así como tampoco las de la izquierda lograron adelantar de las alturas dominantes y bosquecillo a proximidad de Igueriben, para forzar el paso obligado del convoy, por el mucho enemigo atrincherado en una y otra parte, que las detuvieron con su fuego, aunque a corta distancia de Igueriben.

Apegadas las fuerzas de la derecha a la ladera de la loma que debían ocupar, sufriendo muchas bajas sin conseguir progresasen, a pesar de preparar el ataque la artillería varias veces, recibiendo orden de correrse lateralmente hacia la izquierda, con propósito de ganar la altura fortificada por el enemigo a proximidad y derecha de Igueriben, como en evitación de la amenaza de envolvimiento del enemigo por este flanco, y poderse replegar sobre el servicio de protección de la aguada y del camino de Izumar, propósito de asalto que no pudieron realizar tampoco, a pesar del esfuerzo, a lo que parece, desarrollado.

 

Dispone el Comandante general el abandono de Igueriben, pero la posición toma por sí este partido , impuesto por su situación.

En esta situación se sostuvieron hasta mediodía, que habiendo tomado el mando el Comandante general, reiteró la orden de asalto, al propio tiempo que avisaba a esta fuerza la de Regulares, establecida a su izquierda, que el no se ocupaba la loma referida, ellos, por su parte, no podrían sostenerse en las posiciones adelantadas que ocupaban. Fracasó por completo el intento de ocupar las alturas indicadas; por lo que, entonces, el Comandante general comunicó a la mía más adelantada en dirección de Igueriben que transmitiera por telegrafía óptica a la posición la autorización para evacuarla, relevándola de prolongar por más tiempo la resistencia, vista la imposibilidad de acudir en su auxilio; y cuando trataban de ejecutarlo -folio 1.741 vuelto- vióse que la guarnición de Igueriben la abandonaba, y en número como de unos cien hombres se acogía desesperadamente a nuestras líneas. El enemigo se arrojó entonces en gran número sobre los fugitivos, y como la Policía viera venir la masa revuelta de éstos y de moros que los acosaban, retrocedio desordenadamente, desbandándose y escapando al mando de sus oficiales. El retroceso de este ala arrastró al de la opuesta -folio 1.755-, que también ese retiró apresuradamente, dejando el campo, sin que, por otra parte, se hubiese adoptado disposición particular ninguna para favorecer el repliegue de las que dejaban la posición.

 

Aprieto de la retirada de las tropas a Annual.

Acogiéndose las tropas a Annual, perseguidas en la retirada por el enemigo, que llegó a mezclarse con la retaguardia, y que en la tarde y primera parte de la noche concentró su fuego sobre el campamento, en el que dice el teniente de Policía Civantos -folio 1.742- se descuidó de ocupar con el servicio nocturno de seguridad acostumbrado las lunetas de enlace de las tres posiciones, permitiendo esto al enemigo hacer el ataque más de cerca.

 

Curso de los sucesos dentro de Igueriben.

Comprueban la iniciativa del abandono de parte de la posición, sin haber habido lugar a conocer la determinación del Comandante general, las deposiciones de los cabos de Ceriñola Domingo Barrio Trigo y Mariano Pérez Torres -atestados números 174 y 185-, que convienen en el fondo, y con arreglo a los cuales, hacia las 14:00, y vista la imposibilidad de que llegase el convoy, el jefe de ella reunió a los oficiales, acordando mandar a un cabo de Policía, voluntario, para avisar a la columna que antes de retirarse las fuerzas permitiérase el abandono de la posición, dado que no se podía transmitir por telegrafía, por estar el día nublado; pero que el cabo se unió al enemigo, y hacia las 16:00, cuando notaron que empezaban las fuerzas a retirarse, ordenó el comandante que salieran para unirse a ellas, exhortándolos a conducirse bien y se defendieran, para lograr salvarse, organizando las fuerzas para ponerlo en ejecución; que al salir la sección de vanguardia perdio la mitad de la gente, dispersándose y luchando hasta perecer o quedar prisioneros, muriendo todos los oficiales, a excepción del alférez Casado. Agrega el cabo Barrio que cayó prisionero y fue llevado a un campamento donde se le reunieron un oficial y veintiuno de tropa procedentes de la posición.

Confirman las anteriores manifestaciones el soldado de Artillería Andréu, en declaración del folio 1.482 vuelto.

El sargento del mismo Cuerpo (artillería) Dávila, en informe, unido al folio 1.010, relata las vicisitudes del asedio, soportado con esforzado espíritu, el agotamiento de la resistencia, la orden de desalojo de la posición con resuelto propósito de abrirse paso la guarnición, visto su abandono, y el aniquilamiento de las fuerzas en el acoso de la retirada, consiguiendo por su parte el testigo acogerse a Annual con solo cuatro individuos de la fuerza que le acompañaba, a favor del auxilio de un sanitario.

Que el cabo Prado, en declaración del folio 1.410 y atestado del 1.414, refiere los mismos particulares, pero manifiesta que el ganado quedó en la alambrada; el día 17 fue muerto por la guarnición, para evitar que se lo llevaran los moros; así como el de dotación de la posición, que estaba dentro de ella, fue muerto por el fuego del enemigo; como parece sea esto también lo verosímil respecto del de fuera; y aunque trataron de retirar el ganado muerto, no lo pudieron alejar más allá de la alambrada.

 

Fuerzas de Igueriben recogidas en Annual.

Es de hacer observar también que las fuerzas de Igueriben que consiguieron acogerse a nuestras líneas y alcanzar Annual fueron solamente un sargento y diez individuos de tropa de diferentes cuerpos -folio 897 y Memoria del regimiento de Ceriñola-, todos en la más lastimosa apariencia, extenuados y en estado de delirio mental y confusión de ideas muy pronunciado folio 1.104-; detalles todos que no se transmitieron con fidelidad en el parte de la acción, al consignar haberse acogido a la protección de las líneas «la mayor parte» de la guarnición. El estado de los escasos fugitivos que llegaron a Annual no pudo por menos de influir penosamente en la moral ya deprimida de las tropas -folio 648.

 

Medidas de auxilio que se estimaban como de posible adopción con respecto a la guarnición de Igueriben.

Se cree por algunos testigos que el convoy hubiera podido pasar el precitado día 21, con los refuerzos recibidos, de haberle sido prestado mayor apoyo como amparado el repliegue de la posición -folios 396 vuelto y 1.233-; pero era ya manifiesto el estado decadente de las fuerzas indígenas y dudosa su actitud para hacer comprender que, aun impulsada la acción dicho día por los demás elementos peninsulares de apoyo, la necesidad de renovar el esfuerzo en días sucesivos, para sostener la posición, hubiera sólo retrasado su necesario abandono, visto el creciente ardimiento de la harka y la dificultad de allegar inmediatos refuerzos, bien que los reclamase el Comandante general con el apremio que lo hacía. Algún comentario se hace a este respecto al folio 1.102 vuelto.

Con todo eso, se cree también por otros que la retirada hubiera podido realizarse en forma menos desastrosa, sin tan sensibles bajas ni tan grave quebranto de la moral, atendido al abandono en que se dejara a la guarnición, con declaración de nuestra impotencia, habiendo tomado algunas disposiciones preventivas, como proteger la retirada a beneficio de cortinas o barreras de fuego vivo de las baterías cooperantes, que abriendo calles hubiera podido la guarnición, advertida de antemano, cruzar la zona peligrosa y alcanzar la línea avanzada, mientras que en la forma que se efectuó la Artillería se tuvo que abstener de tirar por no conocer la dirección de retirada- folios 1 .143 y 1.176 vueltos.

Puede seguirse la marcha y vicisitudes de los combates librados en torno de Annual, vistos a distancia, por las manifestaciones del comandante de Artillería Martínez Vivas, estante en Izumar -folio 1.153- y del capitán de Policía Fortea -folio 479 vuelto-, en Yebel Udia, con las impresiones que los incidentes de la lucha reflejaban en los jefes indígenas de que se hiciera acompañar para garantía este capitán al montar los servicios de protección encomendados a su mía y el sesgo de sus intenciones.

 

 

 

VII  ANNUAL

 

Situación de Annual subsiguiente a la pérdida de Igueriben.

            El abandono de Igueriben hizo flaquear el frente, y la línea de Annual quedó descubierta y más directamente expuesta a la amenaza del enemigo, que acentuando, de otra parte, el movimiento envolvente de la posición con peligro de atenazarla, determinaba la situación verdaderamente insostenible, cuya gravedad apreciara el Mando en sus demandas apremiantes de socorro, manifestando hallarse cercado en Annual.

Desde la recogida de las fuerzas a la posición el 21 y durante la primera noche estuvo el enemigo hostilizándola con su fuego. Al principio de ella, la posición «C» pidio auxilio, sin que por el campamento ni por la inmediata de Izumar le fuese prestado -folio 1 .155-, viéndose obligada la fuerza de la avanzadilla a abandonarla y refugiarse en la posición; también quedó cortada la comunicación telefónica, y la moral de las tropas se notaba harto decaída con el giro desfavorable de los sucesos.

 

Resolución adoptada en vista de las circunstancias.

La consideración del grave estado a que se había llegado hubo de aconsejar en el ánimo del Comandante general la reunión de los jefes de unidades estantes en Annual en la noche del expresado día, en la que expusiera descarnadamente la situación , (a tenor de las declaraciones de los folios 648 vuelto, 1.117 vuelto y 1.;44), haciéndose examen detenido de las graves circunstancias del caso y partidos que en su vista pudieran ser adoptados, aceptándose, en principio, la decisión de replegar las fuerzas a una línea más retrasada, para hacerse fuerte en ella, en espera de los refuerzos solicitados, fijándose en este concepto, como límite de retirada el frente Ben-Tieb (Beni-Said), recogiendo antes las posiciones que fuese posible.

Así lo expresa el Comandante general en telegrama de las cuatro cincuenta y cinco del día 22 -folio 55-, que dirige al Ministerio, y cuyo texto más completo y explícito, compulsado con el original, se inserta (nl 1 .994-), pintando su desesperada situación, con decisión de tomar las determinaciones urgentísimas del caso, que adoptaría aceptando toda su responsabilidad.

 

Petición incongruente.

Mas es dado inferir que no hubiera entrado en sus previsiones la inminencia de tan grave contratiempo ni medido las consecuencias cuando en telegrama del día anterior, 21 -folio 566-, entre otros refuerzos, pídese por orden del Comandante general el envío, de suma necesidad, de un batallón de ferrocarriles y material Decauville suficiente para establecer una 1ª línea desde Tistutin a Ben-Tieb, por la que se verificase el abastecimiento y transporte de elementos.

 

Opiniones vertidas en la reunión.

Expuesto en la reunión por el Comandante general lo apurado de la situación, hubo diversidad de pareceres en cuanto a la decisión que pudiera tomarse. Estimaban unos que debía extremarse la resistencia a todo trance en la posición, a lo que se argüía la falta de recursos de todo género para mantenerse allí, municiones, víveres, agua, sin que hubiese quien los trajera ni pudiese acudir al socorro en el lapso o espera razonable de los que pudieran venir de fuera, como se había pedido; otros optaban por la retirada en regla, por sus obligados términos, a lo que objetaba el coronel Morales, de la Policía, de manera reticente, que era ya «tarde, para retirarse y no podría llegarse a Ben-Tieb, sin aclarar el concepto; que bien pudiera atribuirse, a posteriori, a desconfianza de las propias fuerzas indígenas, noticia o presunción del inminente levantamiento de las armadas cábilas de retaguardia, en posesión del camino, acaso pensando en el escarmiento del Roghi en ocasión pasada análoga, evocada por diferentes testigos en el curso del expediente, si bien con conocimiento concreto de la falta opuesta de medios para prolongar la resistencia se decidiese de igual modo por la retirada, corriendo el riesgo de su dificultad ; otros opinaban por el abandono clandestino de la posición, a fin de no atraer la atención del enemigo, y aun alguno propuso ponerse en inteligencia con el caudillo de la harka enemiga.

 

Partido que prevalece.

En resumen de cuentas, prevaleció el acuerdo de hacer la retirada “por sorpresa”, para que fuese menos cruenta; que fuera el peor partido que pudo adoptarse, sobrecogiendo de este modo a las propias fuerzas y contribuyendo a aniquilar su moral, ya harto deprimida; y que bien considerado, con la frialdad que se juzgan hechos pretéritos, de las circunstancias, se piensa, hijo del aturdimiento e impremeditación del caso, y que algún testigo ha resumido en la conclusión de que para haber prevenido el mal provocado hubiera debido hacerse todo lo contrario de lo realizado.

 

Acuerdos para la ejecución de la retirada.

En cuanto a la materialidad de la evacuación, según el capitán de Estado Mayor Sabaté -folio 6%-, sólo muy superficialmente fue tratada en la reunión de referencia, aunque admitiendo como partido más conveniente hacerla por sorpresa, cual queda manifestado; así como, relativamente al momento de efectuarla, quedó a la marcha de los acontecimientos; recomendando el Comandarte general, de cualquier modo, la más absoluta reserva, a fin de que la determinación no trascendiera a la tropa, sin decir nada ni aún a los oficiales hasta el momento de salir, a cuyo fin se llevaran únicamente los heridos y municiones, haciendo abandono de todo lo demás que existía en el campamento, como si se tratara de efectuar cualquier otra eventual función de armas.

Disposiciones preventivas.

Sólo el comandante de Ingenieros Alzugaray -folio 1.120 vuelto- habla de disposiciones acordadas en cuanto al orden particular de marcha de las unidades llegado el momento de la evacuación. El capitán Sabaté -folio 650 vuelto- consigna sólo las prevenciones acordadas en principio -para asegurar la salida, dependientes de las de seguridad del campamento; pero con respecto a los términos concretos de la evacuación, ya dice que fueron tratados muy superficialmente, si bien de manera global indica que habla de salir primero la impedimenta, constituida sólo por los heridos y municiones remanentes, luego la artillería, y en último lugar la fusilería; lo cual es, sólo en esquema, preliminar. Los demás asistentes al acto no hacen mención de ello, y en todo caso está fuera de duda que no se observaron, ni la forma precipitada en que se hizo la retirada induce a creer que se atendiera a ello, con ser esencial; juzgándose la resolución más congruente con los hechos la que indica el comandante de Artillería Ecija -folio 1.144 vuelto-, al aseverar quedó acordada en principio la evacuación; que se corvino en guardar reserva sobre ella; que saliera la gente equipada a la ligera, como para otra función accidental, y en volverse a reunir para organizarla, y el mismo comandante Alzugaray manifiesta, (al folio 1.118 vuelto), que el General dijo que a la mañana siguiente, a las seis,.se organizaría la retirada. Los acontecimientos no dieron, empero, lugar a tomar otras disposiciones (aparte los servicios de protección del campamento y caminos de que habla el capitán Sabaté) que apresurar inconsiderablemente la salida de las fracciones sueltas, sin concluir de formar, desunidas, sin gobierno, favoreciendo el germen de su interior descomposición.

 

Medidas de seguridad adoptadas.

Desde las primeras horas del día 22 el campamento empezó de nuevo a ser hostilizado, reinando en él la mayor incertidumbre, revelando el estado de los ánimos y la indecisión de las órdenes rápidas que se sucedían encontradas, muchas contradictorias y todas con el carácter de apremio denunciador de la intranquilidad, se dispuso, al fin, en la idea de continuar en la posición, el servicio de protección de la aguada y del camino de Izumar con algún más refuerzo del acostumbrado, el primero por tres mías de Policía y las harkas auxiliares y algunas unidades peninsulares (folio 897 vuelto) y el segundo por Regulares ( o sea Regulares protegía el camino de Izumar) dándose orden para efectuar la aguada los hombres solamente y acudiendo a ella las fuerzas de Intendencia, a tenor de la declaración -folio 1.400-, para proveer a la necesidad de su peculiar servicio.

 

El ganado de Artillería llevaba dos días y medio sin beber por las vicisitudes de las operaciones (folio 1.177) Más avanzado el día (-folio 458 vuelto-), se dispuso ocupar también, por Regulares, las alturas que dominan el camino viejo de Annual. Las fuerzas de estas tropas, con las antedichas de Policía, establecidas en las lomas del otro lado de la aguada, en protección de ésta, venían a constituir una línea sensiblemente paralela exterior a la dirección del camino carretero de Izumar, el cual, en sus tres primeros kilómetros, se desarrolla por terreno ondulado hasta la falda de los montes de Beni-Ulixech, en que a media ladera, y haciendo lazos, ascendía a la posición de Izumar -folio 983.

 

Orden precipitada de salida.

Llamados los jefes de Cuerpo por el Comandante general a nueva reunión, les expuso su resolución de mantenerse en la posición en espera de les solicitados refuerzos; en este acto es avisado -folio 1.742- de la aproximación de numerosas fuerzas rebeldes que venían sobre Annual, formadas en cinco columnas a modo de tropas Regulares, y esto fue ya el impulso decisivo que desbarató los propósitos hechos y determinó la repentina retirada, combatida desde el primer momento por el fuego de las harkas que subían de Igueriben y del enemigo apostado en los poblados de Tayarinen c Sarfan, que cruzaban los fuegos dentro del campamento, motivando que la salida fuese desordenada y en completa confusión. Comenta el testigo capitán de Artillería Chacón (folio 1.177 vuelto) el triste espectáculo producido a la puerta de la tienda del general con ocasión de la decisión de la salida y las contestaciones que con este motivo se cambiaron, manifestaciones todas del estado moral bajo el que se emprendía la retirada, y que el testigo refleja bien gráficamente.

 

Aviso de la retirada.

A las 10:20 horas comunicó el Comandante general la resolución de la retirada al Alto Comisario en los términos que expresa el telegrama del folio 57, manifestando que, después de tomar acuerdo en Consejo de jefes, y ante el numeroso enemigo que ordenadamente se aproximaba, aumentando por momentos, y no contando más que cien cartuchos por plaza, ordenaba la retirada sobre Izumar y Ben-Tieb, haciendo todo lo posible para llegar a este punto.

 

Petición de refuerzos.

Al transmitir aquella autoridad al Gobierno el despacho con representación de la crítica situación producida en el territorio, expone la necesidad del envío de refuerzos «en la cuantía que estime Silvestre… y participa su decisión de trasladarse a Melilla.

 

Ultimas órdenes del Comandante general.

A la vez, el Comandante general previene al comandante del cañonero Laya, apostado en Sidi Dris, en telegrama de las 10:54 (folio 1.995) de la resolución de su retirada, con encargo de que proteja a la guarnición de dicha posición y a la de Talilit, que se retiraría sobre Sidi-Dris; al general segundo jefe,

en telegrama consecutivo de las 10:55 (folio 1.996), le ordena que el regimiento de Caballería de Alcántara adelante hacia Izumar para proteger la retirada, dando orden a la vez a las guarniciones de Talilit y Buimeyan de abandonar las posiciones y de dirigirse, la primera, según lo indicado, a Sidi-Dris o Afrau, como encontrara más fácil, y a la segunda, sobre Annual. A las fuerzas de Policía se las previno a eso de las diez, que acordada la evacuación del campamento, adelantado como estaba el flanco más amenazado, protegerían la marcha de la columna de evacuación, retirándose luego, a su vez, cerrando la retaguardia de ella.

(A los folios 1.997, 1 .998, 1.999 y 2 .000 se insertan los telegramas de servicio relacionados con la evacuación en conformidad con las prevenciones anteriores).

 

Impremeditación de los términos de la retirada.

Determinada la evacuación del campamento, no obedeció ésta al orden, método ni prevenciones consiguientes a una operación de suyo tan comprometida como una retirada; se dispone apresuradamente, desunidas las fracciones de cada agrupación, incoherente, apremiando la salida de las unidades sin dar lugar a formarlas, provocando, por decirlo así, una precipitada fuga; pues como en media hora se hizo el desalojo del campamento, con abandono de material y equipajes y cuanto constituía impedimenta, a fin de reservar el ganado sobrante para la conducción de heridos, como por admitir el General la idea -folio 1.144 vuelto- de que «no importaba se dejasen elementos en la posición para que, entretenidos los moros con este botín, no los hostilizasen en su retirada», siendo varias las citas que en las declaraciones se hacen de que el propio Comandante general instigaba y apremiaba para la salida -folios 1.145 y 1.229 vuelto-. Salen, pues, las unidades sueltas, incompletas, sin cohesión, sin mando en casos, buscando los capitanes sus agrupaciones o elementos, como puede seguirse por las declaraciones, y sin conocer en su generalidad el objeto ni la dirección de la inopinada marcha, siguiendo maquinalmente la ruta que llevaban las fracciones precedentes, y todas atropellándose y confundiéndose a la salida del campamento sin guardarse orden alguno, enunciación de citas que el caso describen que seria interminable, todas unánimes en su lamentable fondo.

 

Desorden y atropellamiento de la marcha.

El capitán de Estado Mayor Sabaté dice al folio 651, que al observar este atropellamiento, introduciendo la desorganización las unas en las otras fracciones, y llamar por ello la atención del coronel Manella, jefe de la posición, marchó a caballo al punto de paso de los tres campamentos con el propósito de encauzar la evacuación que de aquella forma había comenzado; y allí, auxiliado por el veterinario Ulierte, que voluntariamente se le ofreció, y un sargento de Sanidad, procuraron, pistola en mano, contener a los fugitivos, deteniéndolos y agregándolos a las unidades que pasaban reunidas.

 

Las fuerzas de protección siguen prematuramente el movimiento.

Como el enemigo ya se hubiese amparado en estos momentos de las defensas abandonadas del campamento -folio 1.943-, y batiera con su fuego el camino de la retirada, al desorden inicial se sumó la impresión del certero ataque, a cuya agresión no fueron tampoco ajenas la misma fuerza de la Policía y las harkas llamadas amigas apostadas en protección del camino. Apresuraron, por ello, descompuestamente su marcha las unidades, disgregándose, confundiéndose y mezclándose toda suerte de elementos, en términos de perder la menor apariencia de organización en el largo repecho de las laderas de Izumar, formando un revuelto tropel -sin dirección-, dejando a su paso el reguero del diverso material que abandonaba en la fuga; dado también que las fuerzas de protección de los servicios, siguiendo el movimiento de retirada, desampararon sus puestos -folio 1.178-, y, descubriendo los flancos, dejaron aproximar al enemigo que debían contener. Tampoco encontró la fuerza el sostén de las posiciones llamadas a cubrir la línea de retirada, cuyo apoyo, ni se haba previsto ni preparado; pues las posiciones “C”, «B», Izumar y Yebel Uddia habían sido prontamente abandonadas, sosteniéndose tan sólo “A” en crédito de su honrosa defensa; así como, en el lado opuesto del camino, ardía el Morabo, aniquilada su guarnición, y de la cabecera de la 73ª mía, Dar Mizian, desertaba la Policía y era ocupada por los jefes de la sublevada cábila.

Fuerzas de la t1.a mía de Policía, que también habían sido establecidas detrás de Annual, en dirección a Buymeyan (apostadas desde la noche del ze en unas casas que fueron puestas en estado de defensa al complicarse la situación del campamento) con prevención de permanecer en aquel lugar hasta que se replegaran las fuerzas de aquella guarnición (-folia t.z^!. vuelto-), también desampararon el puesto, cruzando a través del campamento (-iolio 651-), y manifestando el capitán Sabaté, (que esto narró), que a los Regulares dirigidos a las alturas del camino viejo de Izumar  no los vió tampoco en su sitio en uno de los momentos en que quiso hacerse cargo de la situación. Quedaban únicamente, a su decir, los Regulares que protegían la dirección del carril de lzumar.

 

Apresuramiento de las fuerzas en retirada.

Dice, entre otros, el capitán de Artillería Chacón (en su declaración, al folio 1.178), que hasta llegar a Izumar, el enemigo los hostilizó en el trayecto del desfiladero rcr que sube el camino, causando en la columna numerosas bajas, siendo el desorden extraordinario; que al embocar (dirigirse una cosa hacia una boca o entrada que conduce a un lugar estrecho para meterse por él) la angostura se agolpaban las unidades, individuos sueltos, montados, camiones rápidos y  otros vehículos, artolas con heridos, determinando en la estrechez del camino una revuelta confusión que hizo imposible desde aquel momento distinguir, reformar las unidades, ni regularizar la marcha; a más de que  la estrechura del camino, ceñido a las laderas y cauces, no permitía salir de él para dejar paso o ganar delantera; de modo que la afluencia empujara, se apretara los disociados elementos de la columna. Por uno de los costados del camino corría un barranco, por el que se despeñaron algunos mulos de su bater a al ser empujados por otros que intentaban adelantarse, y otros, espantados por los automóviles que entre nubes de polvo marchaban ciar el estrecho camino, y todos ellos agotados y sin resistencia. Entorpecían también la marcha vehículos averiados y otros que se descompusieran al cruzar una zanja abierta por el enemigo para cortarla, y en estas condiciones llegó el tropel a Izumar.

El capitán de Artillería Ruano, también al folio 1.229 vuelto, da idea del apresuramiento de la salida de Annual y del desorden de la marcha, con confusión y atropellamiento de los elementos, entre nubes de denso polvo, precipitando las acémilas por los barrancos y abandonando el material y toda clase de efectos; y será inacabable la relación de testigos que, impresionados por el recuerdo de aquella desenfrenada marcha, describen con penosos detalles el tropel de la retirada.

Desde Izumar -continúa el capitán Chacón- hay una parte más despejada del camino en la que algo se recobraron las tropas, pero más adelante, cuando recorre por su fondo las angosturas del arenoso y largo barranco de bajada envolviendo la marcha, espesa y ardorosa nube de polvo llevó al extremo el amontonamiento y desorden. Los naturales de poblados aledaños y las mismas fuerzas indígenas separaban del camino acémilas e individuos y se los llevaban o desposeían del armamento, así coma se apoderaban (quiere decir que se lo cargaban) del que se iba arrojando por el cansancio y extenuación de la marcha, abrasados los individuos por la sed.

El capitán Cebollino, de Regulares, que con su escuadrón salió en vanguardia a ocupar las alturas que dominan el camino viejo, concentrando luego la unidad en Izumar, dice, al folio 459, que vió la salida de la columna, la cual, en sus primeras unidades, guardaba algún orden, pero que empujadas, y al mezclarse con las que las seguían, fueron puestas también en desorden, adelantando todas precipitadamente; observando que se retiraba el servicio de Policía y harkas auxiliares haciendo fuego sobre la columna, la cual tardaría media hora en desalojar el campamento, notando que el enemigo le invadía prontamente, y que mientras estuvo en la proximidad de Izumar fueron desalojadas esta posición y la «C»; y continuando el declarante con su escuadrón por fuera del camino para no entorpecer la marcha de la columna, encontró al llegar al puente del Morabo un escuadrón y las ametralladoras de Alcántara con el teniente coronel Primo de Rivera a su frente.

El capitán Correa, de Ceriñola, dice también, al folio 898, que la columna en retirada iba en confusa aglomeración de unidades y elementos, abandonando el material, sin mandos ni servicio alguno de protección; antes bien, la fuerza de Policía que se dijo encargada de la protección los tiroteaba, como asimismo los naturales, en abierta hostilidad.

El comandante de Artillería Martínez Vivas -folio 1.15ó vuelto-, en Izumar circunstancialmente, dice que a las once llegó al pie de la posición en que estaba el grupo de Montaña procedente de Annual, que había llegado por el camino antiguo; y a partir de este momento fue constante el paso de personal, ganado y material en completa confusión; que los carros, automóviles y camiones que venían por la pista se unían al tropel, al confluir, que venían por el camino viejo y juntos seguían por el carril, aumentándose con ello el desorden y la confusión, y que por las alturas venían las fuerzas indígenas, y como se oían disparos y algunos tiros entrar en Izumar y no había enemigo a la vista, debe suponerse que los disparasen las expresadas fuerzas.

 

Intentos vanos de rehacer las fuerzas.

El teniente médico D'Arcourt -folio r.io5- manifiesta que próximamente a un kilómetro de Annual encontró al coronel Manella solo y en un caballo de tropa. A la misma altura marchaba una compañía de Ceriñola encargada de hacer el flanqueo, el que realizaba de manera tan imperfecta, que el coronel Manella hubo de indicar al capitán Morales, que la mandaba , y al testigo, que procurasen rehacerla , al verla ya algo desmoralizada. Unióse a ellos el comandante Piña, del regimiento de África, que apareció por allí, y rodilla en tierra se empezó a organizar el fuego. De subalternos de esta fuerza sólo vió un momento a un oficial, cuyo nombre ignora y que no sabe si pertenecía a la misma compañía.

El capitán González Longoria -folio 495- agrega que en Izumar quedó el precitado coronel, intentando una defensa en las proximidades de la posición, procurando reunir para ello algunos elementos dispersos, que ni acudían por su estado al llamamiento, ni, aun de hacerlo, hubieran sido útiles por haber perdido el armamento.

El soldado Agustm Scsa, de Ceriñola -folio 1.134 vuelto- manifiesta que con la sección en que él iba marchaban su capitán, los coroneles Morales, de la Policía, y Manella, de Alcántara, y un capitán médico cuyo nombre no sabe. En las inmediaciones de Annual, el enemigo les hizo mucho fuego, ocasionándoles bajas muy numerosas. En este fuego murieron su capitán y el coronel Manella y fue herido en un brazo el médico que les acompañaba. El teniente Martínez Baños -folio 1.235 vuelto- expone que continuó a pie en dirección a Izumar, encontrando al coronel Manella que, a caballo y rodeado de unos cuantos, trataba en los alrededores de la posición «C» de rehacer las fuerzas para hacer frente al enemigo, que se echaba encima.

 

Ultimas noticias del Cuartel general.

El suboficial García Bernal, de Ceriñola, en declaración del folio 1.577, con relación al atestado inserto al 1.581, dice que su compañía quedó defendiendo el reducto de la posición principal de Annual al ser evacuado el campamento hasta que, llegado el momento de efectuarlo su unidad, lo hizo él con la tercera sección, formada por 14 ó 15 individuos; que al llegar a la altura del Comandante general y de su Estado Mayor, constituido por los coroneles Morales y Manella, un comandante de Intendencia y otros oficiales, quedó con su guerrilla de extrema retaguardia protegiendo al requerido Cuartel

general, que marchaba por un barranco pequeño que existe antes de la que fue posición «C», en tanto que él avanzaba por su divisoria, y al rebasar el cual sólo quedaban atrás grupos sueltos en retirada, suponiendo fuera alguno el del Cuartel general ; y consigna, por último, que, próximo a la posición «C», alcanzó al capitán del regimiento de Ceriñola don Emilio Morales, que marchaba a caballo. A poco rato se les incorporó el coronel Manella, que le esperaba con algunos individuos que encontró en el camino, que recorrió hasta llegar a su altura la guerrilla, dejando de ver al citado coronel antes de llegar a Izumar por haber entrado por un barranco e ir el testigo por la cresta del mismo.

Supone el declarante que el Comandante general y su Estado Mayor debieron sucumbir en el mismo barranco por donde se internó el coronel de Caballería; este barranco quedaba a la izquierda de la guerrilla y más cerca de Izumar que de ella.

El soldado del Regimiento de Alcántara Moreno Martín refiere en el atestado 138 que estaba de ordenanza y cuando empezaron a salir las tropas del  campamento se dirigió al sitio donde estaba el Comandante general con su Estado Mayor, fuera de la posición principal, oyendo al Comandante general denostar de cobardes a los policías que escapaban en dirección a Izumar, dejando libre el frente del campamento por donde ven la harka, que cuando ya había moros dentro de aquél llamó el general al sargento de la escolta y le dio orden de marchar a Melilla con los caballos, dirigiéndose luego con los coroneles Morales y Manella y otros oficiales hacia su tienda, saliendo el testigo con los ordenanzas del Cuartel general que llevaban de mano el caballo de aquél. Confirma en lo esencial este aserto el teniente de Policía Civantos, al manifestar (al folio 1.744 vuelto), que vió en Ben-Tieb llevado de mano por el ordenanza el caballo del general.

Esfuerzos particulares para contener la desmoralización.

En el descenso de Izumar hacia el Mataba, a la salida del largo y encajonado barranco -folio 1.179-, el teniente coronel Primo de Rivera, con los escuadrones de Alcántara, cuyo mando tomara el 21 por la noche en Drius, al regreso de Annual, según consigna el teniente de Artillería Gómez López al folio 832 vuelto, trataba de contener y de organizar los dispersos elementos que pasaban; pero pronto se convenció de lo irrealizable del propósito, y esto mismo asevera con respecto a el capitán Chicote, de uno de sus escuadrones, al folio 1874, acreditando la excitación que enérgicamente hiciera a sus oficiales de sacrificarse, acudiendo a contener tan incomprensible retirada a toda costa como se intentó por dos veces, siendo del todo imposible conseguirlo. El teniente Bravo, de este regimiento, dice, al folio 1.378, que no vió pasar unidad que llevara cohesión, ni en que fueran reunidos siquiera los elementos; que el capitán Sainz, de Estado Mayor, se situó en la carretera, pistola en mano, para contener la fuerza que huía ; pero como entre ella iban también jefes y oficiales, su desmoralizador ejemplo hacía que la tropa no obedeciera.

El soldado del regimiento de África Alejos refiere, en atestado, folio 1.429, que hacia estos lugares bajaban de las lomas de la derecha del camino tropas de Ingenieros con cargas de alambrada, y un sargento de Alcántara, con su armamento, trató de retener a los fugitivos increpándolos y excitándolos a dar cara al enemigo, intentando preparar una barrera con dichas alambradas para contener la dispersión; pero que era tan grande el tropel de soldados, caballos y mulos, que arrollándolo todo tuvo que desistir del empeño. El comandante de ingenieros Fernández Mulero -folio 1.453- dice asimismo que las fuerzas venían a la desbandada; que trató por todos los medios de imponerse y encauzar el tropel, armado de carabina, logrando detener hasta unos trescientos, que hizo marchar mejor, haciendo advertir que en aquel sitio (como seis o siete kilómetros de Ben Tieb) se oirían hasta ocho o diez disparos, lo que bastó para aumentar la precipitación de la huida: que venían los individuos montados a dos y a tres por acémila, sin que advirtiera la presencia de oficiales que trataran de levantar la moral de estas tropas presas del pánico.

 

 

El soldado Pérez, del regimiento de Ceriñola -folio 1.691-, luego de referir que los primeros que en la retirada llegaban a Izumar, donde se encontraba, fueron las fuerzas montadas y de Policía, y que esta última y algunos Regulares ocupaban las cumbres que flanqueaban el camino, desde donde hostilizaban a las fuerzas en retirada, poniendo esto sobre aviso a los poblados, dice que las fuerzas pasaban en desorden, arrollando los montados a los de a pie, tirando otros los fusiles y sin hacer caso de algún oficial que pistola en mano trataba de imponerse, y que cuando se intentaba subir a los heridos a alguna acémila el conductor de ella echaba a correr para impedirlo.

 

El capitán de Policía Jiménez Ortopeda -folio 1.463- confirma que en tanto los escuadrones de Alcántara, bajo el mando de sus oficiales, cubrían las fuerzas que se retiraban, éstas venían confundidas, desesperadas, sin mando visible y en completo desorden. El precitado soldado Alaejos agrega que el desorden era tal que no existían mandos de ninguna clase ni cabeza visible que tratase de rehacer las fuerzas para organizar la menor resistencia, pues tanto los oficiales como las clases, confundidos con la tropa, arrastrados por el tropel y montado el que había podido coger una acémila, cortando las cinchas y arrojando las cargas, no intentaban siquiera contener la dispersión, aun cuando el enemigo en este trayecto no los hostilizaba en absoluto. Que antes de llegar a Drius escuchó que venía el alférez D. Vicente López Jiménez, de ametralladoras del tercer batallón de su regimiento, montado en un mulo sin baste de dicha compañía con el conductor de la acémila, y el teniente médico D'Harcourt refiere -folio 1.to6- que al tratar de afirmarse en Izumar algunos residuos de gente en retirada, un cabo hubo de decir a un oficial que iba a caballo: «No corra usted, señor oficial, y venga a defenderse»; por contraste, señala dicho médico al folio 1.1o6 vuelto, como hecho singular, que por la derecha se les incorporó el teniente Hernando, de Ceriñola, con veinte o veinticinco hombres, que supone debían proceder de la posición intermedia «B», pero provenía de las fuerzas de protección de los trabajos emprendidos en el portillo de Beni-Asa, la cual fuerza dice venía perfectamente mandada por su oficial y con el mejor continente, aunque le habían matado en el camino al capitán y era la primera vez que entraba en fuego.

 

Desastre de la retirada.

Tal es el cuadro de esta retirada en que la columna va dejando el rastro de su material y armamento abandonados, cediendo más al pánico y a la desmoralización que a la intensidad de la agresión de que fuera objeto, pues si el enemigo castigó con su fuego en la primera y más batida parte del camino, en la subida y cima de Izumar no acosó verdaderamente la retirada -folio 279 -, limitándose a perseguir con el fuego, debilitándose la agresión a medida que se adelantaba hacia Ben-Tieb, en el cual descenso la hostilidad partía de los moradores de los poblados de ambos lados del camino y de las tropas indígenas encargadas de los flanqueos -folio 1.146-, y otras citas, entre ellas la del repetido Alaejos, al folio 1.423, que asevera fue muy hostilizada la marcha de Annual a Izumar, también por la Policía, que remontando las laderas del lado externo del camino los agredía.

En la última parte de este recorrido (Anual a Izumar) el confuso aglomerado de gente fue protegido por la Caballería de Alcántara, que al retirarse cerraba sobre la retaguardia y cambiaba también sus disparos con la Policía de las alturas de Uddia -folio 483-, entendiendo el teniente de Policía Miralles -folio 279 vuelto-, en resolución, que el desparramamiento y pérdida de gente, más fue por cansancio y decaimiento moral que «efecto de las balas».

 

 

 

 

 

Abstracción del Comandante general.

Debe señalarse el hecho reflejado en la declaración del teniente de Policía Civantos -folio 1.742 vuelto- de que el Comandante general, en los momentos que precedieron a la retirada, presintiendo la inmensidad de la catástrofe,  parecía ajeno al peligro, y situado en una de las salidas del campamento general (luego tenía más de una) permanecía expuesto al fuego intenso del enemigo, silencioso e insensible a cuanto le rodeaba.

 

Ausencia del Mando.

Hecho lamentable es que en esta retirada desaparece el Comandante general dictadas sus disposiciones preliminares para el desalojo del campamento, cuya salida apremiara, y que una vez dado el impulso inicial, que indefectiblemente había de conducir por la forma, la ocasión y la imprevisión con que se hacia al aniquilamiento de aquellas fuerzas, no se aprecia dirección ninguna ulterior, ni en ningún momento de la retirada resurge la autoridad del Mando en ninguno de sus grados, borradas a lo que parece las jerarquías con sus deberes inmanentes.

Sólo de manera episódica algún espíritu animoso, volviendo por los fueros de la disciplina y dictados del deber, trata de hacer reaccionar aquella masa inerte, en su propia defensa o para encauzar el desorden, sin que su meritorio proceder obtenga éxito alguno. Es tan completa la desorganización, como el decaimiento moral que acusa esta desalentada marcha, que su mención en detalle se haría interminable, remitiéndose por ello el juzgado al contexto de las declaraciones y atestados que del caso tratan, creyendo suficiente para evidenciarlos el resumen consignado.